Al promediar la tarde de aquel día,
cuando iba mi habitual adiós a darte,
fue una vaga congoja de dejarte
lo que me hizo saber que te quería.
Tu alma, sin comprenderlo, ya sabía. . .
con tu rubor me iluminó al hablarte,
y al separarnos te pusiste aparte
del grupo, amedrentada todavía.
Fue silencio y temblor nuestra sorpresa,
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un jubilo tan blando,
que nuestros labios suspiraron quedos . . .
y tu alma estremecíase en tus dedos
como si se estuviera deshojando.
Leopoldo Lugones
1 comentario:
me encantooooooooo!!
es muy lindo este poema! ademas tiene una sonoridad particular, nose porq!
y los de Cortazar son hermosos tambien, no lo tenia como poeta...algun librito q lo recopile pa recomendar??
me voy un beso
ju'
pd: q andes bien
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