Hoy estuve de asado en la casa de mi vieja. Estaban mis hermanos y hermanas, mi papá, mis cuñados y cuñadas, mis hijos e hija, mis sobrinos y sobrinas. Pero mi mamá no. Ir a su cuarto donde tenemos sus cenizas rodeadas de fotos y flores me hace bien. Me hace bien tocar sus libros, sus plantas, todas las cosas de esa casa que ella construyó y vivió durante toda su vida y la mía.
Me duele por mí cuando la extraño, pero más me duele por ella que no esté.
Cuando sabía que se iba a morir, ella dijo que estaba bien, que sus hijos e hijas ya estábamos grandes y no la necesitábamos tanto. No es por eso que ella hubiera tenido que vivir más, hubiera tenido que vivir más tiempo para ella, por ella.
Cuando pienso en morirme me pongo a llorar no por mis hijos e hijas que no me tengan sino por mí misma, por perderme la vida que está tan buena y que tiene tanto para vivir.
Má.
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