Se lo dice una de las protagnonistas de Entre visillos, de Carmen Martín Gaite, a su padre cuando intenta contarle que quiere seguir una carrera. Lo logra hacerlo. Impresionante cómo la novela muestra la dureza, los límites, la dsesperación de las mujeres de 1930-50, la monstruosidad del matrimonio, de la familia, del qué dirán. Muy bien retratados los dolores de novios, padres también y profesor que no entra en ninguna función estricta, todo un desastre.
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