(Y eso que ya son las 12.20 del mediodía)
Veo a mis tres perros sentados en la puerta de la cocina y no siento el puto miedo que vengo sintiendo hace año y medio sino la seguridad de que Rafael los quiere igual que yo y los cuida igual o mejor. Inédito para mí poder confiar así en alguien.
(De paso la Tigri, que anda siempre por afuara, se viene y se intala al lado mío en lugar que nunca antes)
Estamos cambiando para mejor.
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