Anoche me desperté dos veces rascándome alguna parte de mi cuerpa como vengo haciendo ya hace años cada vez que me falta la loratadina diaria.
Lo novedoso fue que mientras me rascaba las piernas, la panza, los glúteos, medio entre dormida, soñada o creía que estaba haciendo avanzar "el mapa" de mi cuerpa como una cinta transportadora o caminadora. Sentía que mi piel era móvil y yo iba avanzando por ella como por un territorio que veía dibujado en planos.
Nada más. Ni llegaba a ninguna parte ni dejaba de picarme. Creo que se me mezclaban sensaciones de la novela de Octavia Butler que estoy leyendo (Tomo 3 de la saga de Xenogénesis: Imago) y la cuarta temporada de Los 100. En ambas historias de ciencia-ficción hay percepciones no humanas o humanas mutadas de cuerpas e inteligencias, planeta mutado también por radiación y seres que deben adaptarse o cambiar. (Nadie se rasca pero es mi modo de comunicación conmigo misma o de rechazo al exterior, vaya una a saber).
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