:: Entrevistas ::
Realismo ártico
17-05-2010 | Kjartan Fløgstad
(Tomado del blog de Eterna Cadencia)
El noruego Kjartan Fløgstad, autor de Paraíso en la tierra (Lengua de trapo), habla en esta entrevista acerca de su relación con la literatura latinoamericana. Atravesado por el realismo mágico, bromea con que su literatura se encuentra en el realismo ártico.
Por P.Z.
Kjartan Fløgstad quería ser escritor, pero su primer trabajo fue en un barco mercante. Se ocupaba de engrasar los motores. Sauda, el pueblo noruego donde nació, mantenía un importante comercio marítimo gracias a la exportación de manganeso y otros metales. “Subirme al barco entraba en una larga tradición de las letras noruegas -explica-. La literatura nórdica tiene muchos escritores surgidos de clases populares. En América Latina es frecuente que sean de clase alta o diplomáticos, en Noruega no es así. Claro que literatura es un arte democrático: se necesitan un lápiz y un papelito para escribir el mejor poema del mundo.”
Su primer viaje a Latinoamérica fue en 1971, Kjartan 26 años. Desembarcó en Puerto Madero cuando todavía era un puerto. “En aquel entonces quería ser poeta y quería leer a los poetas en castellano. Pero cuando llegué, la Generación del Boom estaba escribiendo sus obras maestras. Llegué a Buenos Aires como poeta. Por leer a García Márquez y Cortázar volví a Noruega como prosista”.
En los siguientes cuarenta años, Kjartan Fløgstad publicó cuarenta libros, entre poesía, ensayos y novelas. Regresó a la Argentina en 20 ocasiones. Se convirtió en el traductor de Neruda en Noruega y realizó trabajos sobre Cortázar, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Octavio Paz, Rafael Alberti, León Felipe y Francisco de Quevedo.
-A nosotros nos llega la literatura escandinava por Borges.
-Sí, pero no siempre es información exacta -se ríe-. Borges tenía mucho interés por los asuntos nórdicos, incluso tenía interés por dos chicas de descendencia noruega: las hermanas Lange. Norah Lange tenía una hermana que se llamaba Haidée Lange y, según cuentan los biógrafos, Borges estaba enamorado de ella. Aparecen nombres nórdicos en sus cuentos, por ejemplo en “Tlön Uqbar Orbis Tertius” (para mí su cuento definitivo) uno de los personajes se llama Gunnar Erfjord, que es la combinación del nombre del padre y el apellido de la madre de las hermanas Lange. Ese nombre es el aporte más importante de lo nórdico a la literatura latinoamericana.
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Kjartan Fløgstad nació en 1944, cuando Eje y Aliados se mataban en una Europa convulsionada. En Noruega la guerra era un hecho tan palpable que aún se sienten los ecos. Todavía se habla de la Segunda Guerra Mundial como “La Guerra”: no hubo antes, no hubo después.
-Mi familia estaba en la resistencia; también la de mi mujer -dice Fløgstad sin que medie pregunta-. Eran de la resistencia nacionalista. No es algo que aparezca en la superficie, pero aún hoy surge la pregunta sobre en qué bando estuvo tu familia.
-¿Hay gente que reivindica la adhesión a la ocupación alemana?
-Ahora no, pero hay cierto revisionismo histórico que dice no era blanco y negro, sino que había grises. Pero en la oscuridad todos los gatos son grises… Me acuerdo de mi niñez, en ese pueblo industrial, que sabíamos exactamente quiénes eran los nazis. También en Buenos Aires: en la posguerra llegó una colonia muy grande de nazis noruegos, entre quinientos y mil, que querían radicarse aquí, pero les salió mal, la vieja colonia no quería tener nada que ver con ellos. Creo que todavía hoy los descendientes de los nazis no reciben invitaciones ir a la Embajada el 17 de mayo, nuestro día nacional.
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La política, la Segunda Guerra, la literatura nórdica, el romance con América Latina: Fløgstad comprime estas tensiones en Paraíso en la tierra, novela editada por Lengua de Trapo que acaba de llegar a la Argentina. Allí cuenta el viaje de un joven chileno, hijo de un ingeniero noruego, que busca encontrarse con el fantasma de un padre que no conoció. El periplo desde un pueblo minero del interior de Chile hasta Noruega, la Tierra Prometida que no es tal.
-¿Por qué el padre del protagonista se llama como la consultora Arthur Andersen?
-Es algo satírico. La compañía Arthur Andersen quebró con la crisis de Enron, es un nombre relacionado con la corrupción. Y el hijo se llama José Andersen que, para los nórdicos, al pronunciarlo suena como el escritor danés H. C. Andersen. El nombre dice algo sobre ese personaje.
-¿A qué se debe que ubicaras a José en Chile?
-Soy uno de los noruegos que más sabe de Chile y quería situar la novela allí durante la dictadura de Pinochet. Hace 17 años estuve en el desierto de Atacama, allí había una placa que decía que el contenido arqueológico había sido llevado a Noruega por un ingeniero de nombre sueco. En aquel entonces Noruega y Suecia eran un reino, así que probablemente se tratara de una confusión. Empecé a pensar en lo que podría haber hecho este ingeniero en Chile, qué relaciones tendría. Seguramente tendría un amor, una amante o algo así. Así desembarcó en la ficción, donde resultó tener un hijo.
-En la novela se menciona el pinochetismo, pero te detenés muy particularmente en la dictadura en Argentina y los secuestros que se hicieron en la ESMA. ¿Qué te llevo incluir la represión ilegal argentina, por qué necesitaste mirar al resto de Latinoamérica?
-Varios argentinos me contaron sus historias, detalles sobre la represión. Hay historias orales, también historias escritas. Está el libro Nunca más. La historia de Chile todavía es una historia más cerrada, aunque aparecen algunas historias sobre la Caravana de la Muerte (hay un libro excelente que se llama Los zarpazos del Puma, de Patricia Verdugo).
-Mencionás también el Plan Cóndor y la participación de los Estados Unidos.
-Después de que los archivos del pentágono se han abierto se sabe mucho mas de eso. Creo que logré insultar a muchos catedráticos noruegos de literatura con ese episodio que me gusta mucho sobre la refugiada chilena: ellos, científicos, estudian a Ibsen con estudios que no tienen importancia, mientras que ella, una sirvienta, se queda después de trabajar buscando la verdad sobre el Plan Cóndor. Y cuando la descubren, primero la echan del trabajo y luego del país.
-Hay una gran cantidad de exiliados en Escandinavia. Chilenos, uruguayos, no tantos argentinos -que prefirieron París o España-, muchos peruanos apristas. Los hijos hablan español y sueco. ¿Que convirtió a Noruega en un lugar para los exiliados?
-El socialismo y las similitudes geográficamente. Hubo una decisión del Estado. Hay que decir que los suecos recibieron 30 mil exiliados chilenos y Noruega entre 6 y 7 mil. Suecia tiene un record impresionante de recibir refugiados políticos de muchos países. Últimamente de África.
-¿Esas comunidades logran interactuar con el resto de la población noruega?
-En general logran integrarse, pero en el sur todavía hay una colonia chilena y otra uruguaya. Se publican libros en castellano, poesías. En mi barrio en Oslo hay una comunidad uruguaya que me invita a celebrar el día nacional de Uruguay, hace unos años llegó Rosencoff para dar un discurso.
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-¿Cuál es tu relación con la literatura de Ibsen? ¿Cómo te influye?
-Bueno, Ibsen es un caso particular y su legado es tan pesado ¿no? En Ibsen hay sólo una clase social: es una obra que trata de esos problemas de clase media. En mi literatura he tratado de escribir las situaciones de la clase obrera, la clase media y la clase alta.
-¿Qué escritores de Escandinavia, contemporáneos tuyos, te interesan o leíste?
-Entre los finlandeses hay un escritor que se llama Kjell Westö que me gusta mucho. También una chica sensacional, que se llama Sofi Oksamen acaba de recibir el premio más importante de la literatura escandinava. Y mi gran contemporáneo de la prosa noruega se llama Dag Solstad: hemos tenido una relación buena y mala.
-Como tiene que ser entre escritores.
-Pero es un gran escritor.
-¿Qué pensás de Kjell Askildsen?
-Es un gran escritor, pero su literatura va en una dirección opuesta a la mía.
-¿Cómo son los mecanismos de validación que tienen un escritor en Noruega? ¿A quién te enfrentás, cómo es la academia?
-El gran canon ahora es la televisión: la televisión decide si tú eres un escritor importante. Después vienen los periódicos. Luego el mundo académico, que en la actualidad, ya no tiene mucho peso.
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