domingo, 13 de septiembre de 2009

Mi nombre es Rufus, de Juan Terranova

Tomado de http://www.interzonaeditora.com/prensa/prensa.php?idPrensa=571

Elogio del blog
Por Guido Carelli Lynch
Ñ
23 Agosto 2008


En Mi nombre es Rufus, Juan Terranova recontruye la historia de una banda punk


Joven y provocador. Ese es el espíritu del punk y también el de Juan Terranova. En un puñado de páginas, en capítulos breves de pocas palabras (en algún caso sin siquiera un verbo), el autor de El Pornógrafo reconstruye la breve historia de una banda punk en los 90 y, al mismo tiempo, desglosa de manera arbitraria las referen­cias culturales de una generación -la suya- jaqueada por el contexto (social, político y económico) y por el mentiroso "fin de la historia".

Pero como dice el protagonista, narrador y guitarrista de Birmania -la banda en cuestión- Mi nombre es Rufus no es "una historia del punk". Es apenas -y en pala­bras de Terranova- "una nota de pie", o un conjunto de notas al pie, sobre el rock de la década pasada, sobre los excesos de la música y la impostura excesiva de un am­biente, que como todo a la perife­ria céntrica de Buenos Aires, llegó tarde. Hay también una mirada comprensiva, de a ratos nostálgica para con esos personajes que intentan aprehender lo que está sucediendo. El trasfondo de esa invasión de bandas extranjeras con dólar barato, mezclado con la tristeza de la desocupación neoliberal, el protagonista, el autor, la sociedad -la real- solo alcanzan a contar cuando ya se hizo evidente y la realidad, añicos.

Parricida, como los Sex Pistols, cuesta imaginar lectores que su­peren los 40. Escribe Terranova: "Ambrose Bierce escribió, antes de cruzar la frontera sur de los Es­tados Unidos y desaparecer para siempre: 'Ser viejo en México, eso es eutanasia'. Y ser joven en la Ar­gentina de los 90, ¿qué fue?".

Mi nombre es Rufus es el testi­monio de la transformación de al­gunos espacios de Buenos Aires, del Parque Rivadavia, que cambia los libros por los cd's y las copias piratas, de la cultura independien­te, que encontró en Internet el re­fugio que antes poseía en antros tan comunes y acogedores hasta el también citado Cromañón.

Es, además, un alegato de la escritura blogger. De hecho, el to­no, las frases cortas con silencios más largos, poco se diferencian del blog propio del autor, en el que se atrinchera, comenta, defiende y contraataca. No por nada, otra vez sentencia: "Internet es punk". Y, aunque no lo sea, el nuevo medio está presente en la manera de na­rrar y de citar información, que abunda, a la manera de Google.

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Lunes por la madrugada...

Yo cierro los ojos y veo tu cara
que sonríe cómplice de amor...