Después de 11 días y 12 noches de internación, mi cuerpa está débil, asustadita y necesitada de silencio, respeto y lentitud. El viernes pasé todo en cama, el sábado me levanté pero no llegué más que hasta el madarino para cosechar y hacer mermelada. Ayer domingo no llovió pero mucho frío, en cama, haciéndome mis comiditas, tejiendo, leyendo, ni Netflix quise hasta anoche. Me vestí cuando les ensamblades anunciaron que caían tipo 8 de la noche.
Hoy ya me levanté en espera de alumna nueva y, luego de dar esa clase, me fui para el fondo a juntar soretes, hojas y sacar las fotos de la entrad anterior. Me hice una polentita a mediodía, lavé ropa en lavadero (antes había lavado en el baño) y me entré a hacer la clase pasada del nuevo taller de guitarra y canto que estoy haciendo con la Piccini.
Vuelvo, tierra, vuelvo.
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