No logro acordarme de dónde me vino y cómo creció tanto mi amor por José Saramago. ¿Dónde lo leí por primera vez? No fue mi vieja la que me lo pasó, no recuerdo que ella lo leyera. Y el único libro que tengo leído de él es El evengenio según Jesucristo. Es verdad que con eso alcanzaría para amor eterno pero tengo en la memoria su cara, su sonrisa de viejito hermoso, su voz. Creo que he visto entrevistas y leído artículos en suplementos literarios de diversos diarios que compraba yo o mis viejes (todas esas colecciones que junté durante tantos años durante los cuales los leía casi casi completos una vez por semana). Mucho sin leer todavía bajo la promesa de "Cuando em jubile".
La cosa es que va llegando... Me voy cumpliendo los deseos...
Ayer, siguiendo mi amada ola caprichosa, agarré los Cuadernos de Lanzarote que tenía en la mesa de luz (ni sé por qué). Ah, sí: porque en días iniciales de mudanza y locura de extrañeza me agarré de textos que me acompañaran, que me hicieran sentir escritora entre escritores, que me consolaran (Dysphoria mundi de Preciado, estos Diarios de Saramago, poesía de Mary Oliver, Sharon Olds, Laura Wittner).
Empiezo Los Cuadernos (1993-95). Me emeocionan. Busco datos biográficos. Saramago recibió el Nobel después de escribir lo que estoy leyendo. Murió en 2010.
En una entrada suelta menciona que se le ha ocurrido una idea para Ensayo sobre la ceguera. Miro sobre mi cabeza, en el linving, tercer estante, sin leer. La bajo. La empiezo ahí no más, pisándole la prioridad a Puro fuego que empecé hace tres días. Es genial, muy, muy. Me da vértigo saber que estaba ahí esperándome. No tiene mi firma ni fecha la novela. Creo que es porque me la había prestado S. Se ve que pensaba devolvérsela. Ya no. La feché en el mes y año en que la vi por última vez. Sigo leyendo Los cuadernos y Puro fuego. Un ratito cadauno, no hace mal a ninguna. Y alta explosividad en la mezcla.
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