martes, 31 de diciembre de 2013

Ser madre es una forma de existir

Quemadura de la venganza


Louise Erdrich, la voz literaria de los indios norteamericanos, vive en una reserva
La violencia contra las mujeres recorre una obra literaria calificada como “deslumbrante”
La injusticia, la venganza y el paso del tiempo marcan 'La casa redonda', su nueva novela


ANDREA AGUILAR 5 JUN 2013 -


Cuando el pasado mes de noviembre Louise Erdrich (Minnesota, 1954) se subió al escenario para recibir el National Book Award a la mejor obra de ficción del año habló de la resistencia y el estado de gracia que caracteriza a las mujeres indias norteamericanas, dijo que La casa redonda (Siruela) trata sobre una inmensa injusticia que recorre todavía hoy las reservas indias y pronunció unas palabras en ojibwe, el idioma de sus antepasados. Con esta novela, la número 14 de su carrera, Erdrich se impuso a Junot Díaz y Dave Eggers, y con ella ha cerrado una trilogía que incluye Plaga de palomas, calificada de “deslumbrante obra maestra” por Philip Roth y finalista del Premio Pulitzer en 2009.

Pensar en Erdrich simplemente como la principal voz literaria india norteamericana sería reduccionista. Decir que su novela es una denuncia de las sistemáticas violaciones que sufren las mujeres en las reservas (según un informe de 2009 de Amnistía Internacional, que cita como epílogo al final del libro, una de cada tres padecerá esta violencia sexual y el 86% de los ataques se producen a manos de hombres que no pertenecen a la comunidad) obviaría la fuerza de esta obra de ficción en la que a partir de un universo muy concreto se aborda la iniciación en el violento mundo adulto de un crío furioso y desconcertado. Joe y su padre arrancan las raíces de un árbol que ataca los cimientos de la casa al comienzo de la novela y en esa imagen dice Erdrich que se sostiene su libro, en “la inmensa dificultad de enderezar un mal de raíz”. De la mano de este muchacho, Erdrich teje una historia de familia, de amistad, de pasado y presente. Por medio de la ficción recorre la fina línea que delimita un espacio político, y dota de un eco de denuncia ancestral a esta aventura trágica.

Poeta, cuentista, autora de cinco libros infantiles y tres de no ficción, esta escritora también es propietaria de la librería Birchbark Books, especializada en literatura indio-norteamericana. No ha prestado sin embargo demasiada atención a los círculos literarios tradicionales. Vive en una reserva. Es la mayor de siete hermanos, su abuelo materno fue jefe de la tribu ojibwe, —una de las seis originales de Estados Unidos— en Turtle Mountain, el mismo lugar donde ella imparte un taller literario junto a una de sus hermanas cada verano. Su padre, de ascendencia alemana, y su madre daban clases en el internado que el Bureau for Indian Affairs creó en Dakota del Norte. El cuento con el que debutó a principios de los ochenta, The best fisherman in the world (“El mejor pescador del mundo”), acabó por convertirse en el primer capítulo de su primera novela Filtro de amor, con la que se alzó con el Premio Nacional de la Crítica en 1984. Erdrich formó parte de la primera promoción mixta de la Universidad de Dartmouth y allí conoció a su futuro esposo, Michael Dorris, su primer agente, con quien firmó a medias una novela y, según ella ha reconocido, con quien mantuvo una complicada relación literaria.

Puede que en el fondo
yo sea un chaval de 13 años. Joe me enganchó tanto que me ha costado soltarle, le echo de menos
Juntos tuvieron tres hijas, que se sumaron a la familia que Dorris había formado al adoptar a tres niños indios americanos. Uno de sus hijos murió a los 21 años en un accidente de coche. Los otros dos denunciaron por abusos a Dorris en un caso que acabó por cerrarse tras el suicidio del escritor en 1997, dos años después del divorcio de Erdrich. Ella tuvo otra hija y, como explica en las notas que cierran la novela, mientras escribió La casa redonda padeció un cáncer. La entrevista se realiza vía correo electrónico y Erdrich en sus respuestas da una vez más muestras de su talento para el diálogo escrito.

PREGUNTA. ¿Es cierto que su padre, cuando era niña, le daba un centavo por cada historia que escribía? ¿De qué trataban esos relatos?

RESPUESTA. Mis primeros cuentos eran sobre niñas con increíbles talentos ocultos. Vivían en casas exageradamente decoradas con objetos del mejor gusto que podía imaginar; enormes pianos y camas con dosel. Mi padre me pagaba y yo usaba ese dinero para comprar helados de polo con sabor a fruta.

P. ¿Y qué leía?

R. Cualquier libro que cayera en mis manos. Había una biblioteca en el pueblo y allí encontré mis primeros libros favoritos: Colmillo blanco, de Jack London, y Rebelión en la granja, de George Orwell.

P. Joe, el protagonista de La casa redonda, tiene 13 años. ¿A esa edad hay diferencias muy marcadas entre lo que un niño o una niña pueden hacer en una reserva?

R. Puede que en el fondo de mi corazón yo sea un chaval de 13 años. Joe me enganchó tanto que me ha costado soltarle y le echo de menos. Envidiaba la libertad que tienen los chicos, pero también les compadecía. Crecí en los años de la guerra de Vietnam. Mi padre luchó en la Segunda Guerra Mundial. Ser llamado a filas y que te forzaran a ir a la guerra me parecía la cosa más aterradora que le podía pasar a una persona. Así que siempre contemplé con horror ese potencial destino.

P. Joe parece impaciente por entrar en el mundo adulto; impaciente, asustado y resuelto y confundido. ¿Cómo fue el reto de habitar la voz de un muchacho adolescente? ¿Contar esta historia a través de esta única voz fue una decisión consciente?

R. Resultó ser un personaje más poderoso de lo que imaginaba en un principio. Muchos de mis otros libros están escritos desde varios puntos de vista, pero no podía soltar a Joe. No podía dejar de ser un chico de 13 años y de hecho lo encontraba profundamente liberador. No sentía que hubiera ninguna otra forma posible de contar esta historia. No podía contarla desde el punto de vista de Geraldine, o del juez. Tenía que ser Joe porque solo él tenía el peso emocional que yo necesitaba, solo él tenía el coraje de pensar en venganza. En mi mundo, los chicos son muy protectores con sus madres. Pensé en mis hermanos y en mis sobrinos. Son feroces en la defensa de sus madres. Otra razón por la que necesitaba a un chico es porque son ellos quienes se meten en problemas. Hacen cosas ridículas. Tienen ideas locas. Les he visto, les he estudiado, como todas las mujeres hacen, para sobrevivir y porque este comportamiento temerario nos llena de desesperación.

La escritura es una manera de cavar más hondo, de pensar más profundo, en este
mundo amenazado
P. ¿Cuánto tiempo trabajó en el libro?

R. Escribí el libro en el espacio de cuatro años, probablemente. Trabajo simultáneamente en varios libros, así que me resulta difícil calcular cuánto me ha llevado cada uno. A veces incluyo material que he tenido escrito durante 20 años. Tengo relatos de hace décadas en los que aún estoy trabajando, tratando de que funcionen.

P. ¿De qué van los talleres de la Turtle Community College en los que participa con su hermana?

R. Son importantes porque los hacemos en la lengua ojibwe, un idioma que está en peligro de extinción. Los talleres son bastiones de pensamiento en un mundo cada vez más superficial. Tenemos cada vez más y más maneras de comunicarnos de forma superficial, y sin embargo la necesidad de hablar de forma más profunda está dentro de nosotros. La escritura es una manera de cavar más hondo, de pensar más profundo, de sentir más hondo en este mundo amenazado.

R. Sus padres trabajaban en un internado del Bureau of Indian Affairs. ¿Contempló seguir sus pasos?

R. Quería prestar un servicio a mi gente de alguna manera. El arte es un servicio, pero al antojo del artista. Una contradicción.

P. ¿Sigue escribiendo poesía?

R. La poesía escribe al poeta, y uno no tiene elección en este asunto. Últimamente sí estoy escribiendo poesía. El movimiento entre prosa y poesía rige mi trabajo, no tengo opción sobre si escribo una cosa u otra. El trabajo mismo lo escribe.

P. Plaga de palomas y La casa redonda están conectadas. Los padres de Joe aparecen en ambos libros, pero sobre todo la idea de venganza y de justicia es el nervio central. ¿Es esto de lo que trata la trilogía, sobre el dolor y el paso del tiempo, sobre los conflictos y la injusticia?

R. También, de alguna manera, esta trilogía trata sobre el absurdo. Incluso en los momentos más serios se producen situaciones absurdas. La trilogía trata sobre injusticia, justicia, reparación, la profunda quemadura de la venganza, y sí, sobre el tiempo.

P. ¿Comparte con Joe su sentido del humor?

Lo que me fascina es el encanto, la dulzura, la extraña bondad que posee y cultiva tanta gente que hace el mal
R. Lo comparto todo con él. Será siempre una parte de mí.

P. ¿Cómo ha influido la tradición ojibwe en su forma de narrar?

R. Todo es una mezcla y la cultura ojibwe es una de las influencias más fuertes en mi escritura, al igual que lo es en mi vida.

P. ¿Es la impunidad lo que explica el abuso constante y las violaciones de las mujeres indias norteamericanas?

R. Esta es una excelente manera de explicarlo: impunidad. Pero la violencia contra las mujeres no ocurre únicamente en nuestra cultura. Yo diría que la historia de La casa redonda es universal porque la cuestión central es sencillamente: ¿mataría un muchacho de 13 años para proteger a su madre? En tiempos difíciles esta pregunta ha sido contestada y resuelta.

P. ¿Cuánto tiempo lleva aprendiendo ojibwe?

R. He estudiado ojibwe durante muchos años. Odio pensar cuántos porque aún hablo como si fuera una niña pequeña. El inglés manda cuando escribo. Pienso que la desaparición de un idioma es como un trozo de complejidad histórica que desaparece, una verdad, una criatura. Algo muy similar ocurre con la Naturaleza que perdemos a cada hora por nuestra rapacidad a la hora de obtener recursos energéticos fósiles.

P. ¿Cómo es su rutina?

R. Escribo tanto como puedo. Limpio lo menos posible. Con toda mi alegría cuido de mis hijas.

P. Escribe a mano. ¿Da esto un ritmo especial a su prosa? ¿Es cierto que se ata literalmente a una silla para escribir?

R. Tengo que reírme porque fue solamente al principio de arrancar a escribir prosa que me ataba a una silla. Ahora que soy más mayor puedo estar sentada eternamente. Y escribo a mano porque ver el carácter personal de mi forma de narrar me resulta muy importante. Mi escritura cambia según cambia la narración y necesito la conexión personal física y emocional.

P. En el centro de su novela está Geraldine, la madre ultrajada de Joe. ¿Qué papel ha jugado la maternidad en su vida como escritora?

R. Esta es una pregunta inmensa. No tengo forma de entender ni remotamente cuán profundamente me ha cambiado la maternidad. Adoro a mis hijos y haría cualquier cosa en el mundo por ellos. Ser madre es algo tan fundamental que no cuenta como una influencia. Es una forma de existir. De todos modos, es la trivialidad de las tareas del hogar lo que yo desprecio. A veces veo a hombres escritores casados con mujeres que se hacen cargo de toda la mierda del día a día y me pregunto ¿cómo sería eso?

P. En el libro se habla del monstruo que uno de los personajes lleva dentro o que su hermana siente que está en la raíz de su maldad. ¿Se puede escapar de este monstruo?

R. El mal es el mal, no hay escapatoria. Sin embargo, lo que me fascina es el encanto, la dulzura, incluso la extraña bondad que posee y cultiva tanta gente que hace el mal.





Tomado de http://cultura.elpais.com/cultura/2013/06/05/actualidad/1370431380_578896.html

En los intersticios y los repliegues, la soledad, los olvidos, los confines del tiempo

Los que aman ardientemente los libros constituyen, sin saberlo, la única sociedad secreta excepcionalmente individualizada. Sin que lleguen a encontrarse nunca, se parecen gracias a la curiosidad por todo y a una disociación sin edad.
Sus elecciones no se corresponden nunca con las de los editores, es decir, las del mercado. Ni con las de los profesores, es decir, las del código. Ni con las de los historiadores, es decir, las del poder.
No respetan el gusto de los demás. Prefieren alojarse en los intersticios y los repliegues, la soledad, los olvidos, los confines del tiempo, las costumbres apasionadas, las zonas de sombra, los bosques de ciervos, los cortapapeles de marfil.
Forman por sí mismos una biblioteca, de vidas breves pero numerosas. Se leen entre sí en silencio, a la luz de las velas, en un rincon de su biblioteca, mientras que la casta de los guerreros se mata estruendosamente en los campos de batalla y la de los comerciantes se devora desgañitándose bajo la luz que cae a plomo sobre las plazas de los burgos o sobre la superficie de las pantallas grises, rectangulares y fascinantes que han sustituido a esas plazas.

Pascal Quignard.
Vida secreta.

Javier Calvo dice en feis que está bueno este autor

Las estatuas de la noche

Clark Ashton Smith


Limitadas por un horizonte lejano, que desde cierto punto se encuentra muy remoto y parece fundido con la brillantez azul de un cielo metálico, contrastan el negro esplendor de sus formas marmóreas con el insuperable resplandor del sol. Construidas en el amanecer de los tiempos, por una raza cuyas tumbas en forma de torre y ciudades de altas cúpulas constituyen ahora un solo polvo con el de sus constructores en las lentas evoluciones del desierto, permanecen en pie para contemplar los terribles amaneceres postreros, que surgen en otros países, consumiendo los velos de la noche en las desolaciones infinitas. Al mismo nivel de la luz, sus ceños temibles conservan el orgullo de los reyes Titánicos. En sus ojos de mirada pétrea, implacables y sin párpados, se refleja la desesperación de quienes han contemplado el infinito durante demasiado tiempo.
Mudas como las montañas de cuyo seno metálico surgieran, sus labios nunca han reconocido la soberanía de los soles que en llamarada triunfante cabalgan de horizonte a horizonte por la tierra subyugada. Unicamente al atardecer, cuando el oeste arde como un horno gigantesco, y las lejanas montañas lanzan chispas doradas a las profundidades de los cielos caldeados -únicamente al atardecer, cuando el este se hace infinito e indefinido, y las sombras del desierto se mezclan con la sombra de la noche hasta formar una sola-, entonces, y sólo entonces, surge de sus gargantas pétreas una música que se eleva hacia el horizonte cobrizo; es una música fuerte y triste, extraña y de gran sonoridad, como el canto de las estrellas negras, o la letanía de dioses que invocan olvido; es una música que enternece al desierto llegando hasta su corazón de roca, y que retumba en el granito de tumbas olvidadas, hasta que los últimos ecos de su alegría, cual trompetas del destino, se unen al negro silencio de lo infinito.

FIN

2013

Estuviste bien. A veces estuve mal. Descubrí que puedo cambiar de humor, ver toda mi vida completamente distinta, en un minuto y medio (Antes podía ser en veinte minutos o media hora).
Como todos los años viejos me da pena que termines, por eso de "nos vamos poniendo viejos" y por extrañar a mi mamá y a Martu que se pierden todo lo que está bueno en la vida. Por otro lado está bueno que termines porque mi laburo me tiene como muy loca.
Y, como siempre, lo que más me gustaría es permanecer más días, más tiempo, acá, en estos días raros, fuera de rutina, que enero sea gigante, que pueda escribir todo lo que quiero y leer y mirar el cielo y llorar si hace falta y no tener miedo de que mis hijos e hija crecen y saludar el 2014 como más de lo mismo, de lo bueno, y mejor.

No recitamos poemas, no lloramos en grupo, no rayamos paredes, no cantamos lo mismo y no tenemos ritual

Institución Cultural Pachayachachiq




Por qué comemos sin hambre?




Comemos sin hambre porque nos comparamos entre unos y otros, y cambiamos la cara por una corbata. Comemos sin hambre porque no caminamos descalzos, no miramos al cielo, no hacemos fogatas, no bailamos en círculo, no escuchamos los cuentos, no pintamos las caras, y no tocamos la piel.

Comemos sin hambre, porque no cerramos los ojos, no respiramos profundo, no tallamos madera, no dormimos en grama, no bebemos del río, no pescamos del lago, no contamos las nubes, no recitamos poemas, no lloramos en grupo, no rayamos paredes, no cantamos lo mismo y no tenemos ritual.

Comemos sin hambre porque sentimos rabia y tristeza de que no salvamos al mundo, y porque siempre hay comida, y comiendo sin hambre no herimos a nadie, y nos dolería por dentro el tiempo en silencio que nos demostrara que debemos hablar.

Comemos sin hambre porque es más fácil comer que dejar al marido, que volver al trabajo, que intentarlo de nuevo, que regresar a la vida, que pedir lo que es de uno y que decir la verdad.

Comemos sin hambre porque seguimos iguales, y hacemos lo mismo, y no partimos de cero, y preferimos la imagen del lago estancado, y no la del río que corre soberbio con su libertad.

Comemos sin hambre porque pensamos que la edad es delito, que estar solo es lo de menos. Comemos sin hambre porque no hemos leído que dice ¡no temas, te seguiré a donde vayas! Que seas valiente, que seas atrevido, que seas un fuerte guerrero de fe.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Cree en los pequeños milagros de cada día y atiende a las coincidencias

21 MENSAJES PARA TRANSMITIR A CADA MIEMBRO DE LA SIGUIENTE GENERACIÓN





1.-Eres un ser deseado. Estás aquí porque el Universo lo quiso.

2.-Siente que eres libre de ser lo que eres, no permitas que nada ni nadie te etiquete, ni te imponga guiones que no se corresponden con tu autenticidad.

3.-Cada ancestro de tu árbol es un don que hay dentro de ti para ser usado a tu favor y al de todo el Universo.

4.-Aprende a no pedir amor, simplemente ama.

5.-Cree en los pequeños milagros de cada día y atiende a las coincidencias, en ellas hay mensajes ocultos que te guían en el correcto camino.

6.-Cada día, haz un acto generoso con alguien cercano.

7.-Si en tu árbol genealógico hubo traumas, sánalos actuando.

8.-Déjate guiar por tu cuerpo, es sabio. Él te alertará de las situaciones de las que debas alejarte, sintiendo tensión y malestar. También te dirá cuando estás alineado con lo que eres, sintiendo relajación y bienestar.

9.-No contamines tu cuerpo con tóxicos o una mala alimentación.

10.-En cuanto puedas, sé independiente. Trabaja utilizando tu creatividad y hazte adulto.

11.-Escribe un poema cada día.

12.-Busca y provoca situaciones que te hagan reír.

13.-Tiende a compartir, a colaborar a ser solidario.

14.-Cuando tengas problemas, puedes analizarlos, puedes hablarlos, pero ten por seguro que hasta que no actúes no se producirá la transformación.

15.- Siente GRATITUD por todo lo que te regala el Universo.

16.- Recuerda que nada en este plano de existencia perece, sino que se transforma.

17.-Lee, estudia, conoce… experimenta por ti mismo.

18.-No te apegues a nada material. No consumas lo que no necesitas.

19.-Tampoco te apegues a ninguna creencia. Lo mismo que tu cuerpo se renueva constantemente, también lo deben hacer las ideas.

20.-Siembra cada día las semillas que te lleguen de dentro o de fuera. La semillas pueden ser palabras, caricias, belleza, acciones. Ellas son los gérmenes de más sabiduría, amor, arte y salud.

21.-Cuida con mimo el territorio que está más allá de tu cuerpo, tu casa, tu barrio, tu ciudad… el planeta y el Universo.




-Alejandro Jodorowsky

El llanero solitario

Sé que mi baba con Jonhy Deep es capaz de justificarlo todo, pero ¿no está buena de verdad? A mí me gustó mucho. La vi con Magda que dice que nunca había visto una "de vaqueros" ni tenía idea de qué es "el Oeste" ni de la serie del llanero y Toro (Yo no sé dónde han estado estos chicos toda la vida. ¿No les hará un daño irreparable que ya no exista Sábados de super acción y que los padres ya no se sienten delante del televisor y se adueñen de los canales sin que el tirano menor de edad decida nada?)

Me encantó Toro, occccccvio, incluso en lo que tiene de personaje de Deep con los mismos gestos y trucos de Jack Sparrow (que no me importa nada, que lo amo). Y me encantaron las tomas, las imágenes, las secuencias del tren, del desierto, de la caída al río del puente).


A cajón cerrado

Densa, eso seguro: muchos personajes, muchos conflictos, muchas metáforas, mucho calor, mucho olor a pescado podrido. Sin embargo, algo no funcionaba: ¿demasiados personajes? A veces me parecía que uno se tapaba al otro, que faltaba coherencia, que cada actor en sí construía su drama pero no había relación con el drama ajeno. ¿Muchos conflictos? Dice mi hermana "como la vida misma", pero algo en el tono o en el registro, medio cómico cuando era angustiante, medio grotesco cuando apretaba la tragedia, no me terminaba de cerrar.
Cuando pasa lo que pasa al final, mi frase mental fue "¿Por qué no se van todos a la mierda?". Y quizás ese era el objetivo de la obra o me descolocó mi costumbre de divertirme en La Herrería y no me lo esperaba.

Genial el remate de la noche con caminata con Nadia, Rafa y Magda por Sanmi, y pizza y cerveza en Massima y homenaje a Los Beatles en vivo. Yo no entiendo mucho pero sonaban muy bien y daban ganas de quedarse ahí en medio de la noche de soponcio.

sábado, 28 de diciembre de 2013

El niño es un artefacto biopolítico

soy
VIERNES, 27 DE DICIEMBRE DE 2013


CARTA DE UNA FAN
Querido Beatriz:







Por Cecilia Palmeiro



Decidí escribirte esta anticuada carta porque tu libro me gustó tanto que quiero hablar con vos y que me leas, no como una crítica sino como una fan. No me importa la muerte del autor, ni todo ese folklore. Vos proponés otra cosa: ponés el cuerpo en el papel, lista para una lucha que no es de otros, y que no es violenta: tu revolución es del amor, de compartir fluidos, de aliarse con los mil sexos, los mil otrxs.

Tu libro me devolvió la fe en el feminismo, que creía agotado y sin salida. Junto con Teoría King Kong, que tuviste a bien traducir al español, son los mejores libros que leí en mucho tiempo. Vos y tu novia son lo máximo.

Me cautivó este viaje teórico-político, no puedo estar más de acuerdo. Como en un viaje de ayahuasca, mis lecturas previas sobre el tema se pusieron a girar para revelar conexiones y enlaces no explorados. En la tradición de las vanguardias, el primer desplazamiento va del ensayo al manifiesto: es un programa de acción reflexivo y elaborado, del arte a la vida, de la teoría a la praxis. El primer manifiesto, Terror Anal, es un viaje al origen de las políticas del deseo. Proponés leyendo a Hocquenghem, una revolución del culo: el ano como antifalo. Organo-bomba que mina la organización genital/identitaria del cuerpo y de lo social. Ya el castellano rioplatense lo capta en su uso de metáforas anales: del orto, para el culo, como el ojete: un negativo respecto de lo normal y deseable, al revés.

Me bajé de Scribd el original del libro de donde sale ese manifiesto: una reedición de 2009 del clásico ensayo El deseo homosexual, de Guy Hocquenghem. No puedo negar que la lectura me dio un cierto resentimiento (que es una posible relación con la tradición): yo había seguido una trayectoria política y teórica similar del otro lado del Atlántico, una genealogía de lo queer latinoamericano como vos hacés del francés. Vos historizás lo que llamás irrupciones anales dentro de una historia del pensamiento falocéntrico, que constituyen aberturas, pero también bombas teóricas de terrorismo anal o aperturas del ano colectivo: el anti-Edipo (el postestructuralismo en general), su relación con Mayo del ’68, la publicación de El deseo homosexual y la fundación del FHAR y su agitación política, El Emile perverti de Schérer, la publicación del número de Recherches dedicado al FHAR, y los conectás con los movimientos del presente, como los okupas o los indignados.

Yo laburé con el FLH y sus documentos, la vida y la obra de Perlongher, la fundación del Movimiento Homosexual Brasileño, la visita de Guattari al Brasil de la transición democrática, la cristalización de la identidad gay, la crisis del sida y lo queer post-2001. Sobre todo lo que yo analizaba era una relación entre teoría y práctica política, un nuevo modelo de politización del intelectual. Vos lo situás claramente: “Entre Sartre-el-universal que enuncia todas las causas políticas como si fueran suyas y Foucault-el-impersonal que reniega de la posibilidad de articular su posición dentro de las luchas que anima, aparecerá un nuevo tipo de revolucionarios locales y anales precursores de lo que luego será la política queer, entre los que Hocquenghem será primero y paradigmático”.

Se me pasó la bronca cuando pensé que no se trataba de que las periferias copiaran los modelos franceses de pensamiento y activismo, sino de que era una trayectoria complementaria de la historia de las rebeliones anales. La lectura de Terror Anal junto con El deseo homosexual obligan a una relectura de las tradiciones locales. Hocquenghem era un referente fundamental para nuestra vanguardia queer. En Prosa plebeya, aparece citado siete veces (es uno de los argumentos centrales para entender el fantasma del sida, para entender la prostitución masculina y la homofobia, pero también el barroco). En América latina, esas vanguardias políticas son también literarias: la búsqueda de un lenguaje político no logofalocéntrico se da desde entonces a través de la literatura. Ese mundo aparece desculado en La guerra de las mariconas de Copi (el FHAR bien pensante es arrasado por un terrorismo anal de travestis brasileñas extraterrestres, puro cuerpo, pulsión y transformación). Pero también en el neobarroso de Perlongher y su descentramiento corporal (un cuerpo sin órganos, culo para arriba). Ya otro revolucionario anal, el escritor brasileño Glauco Mattoso, lo formulaba en su nueva vanguardia queer trash del orto, la coprofagia. “Bichas: nosso buraco e instrumento da abertura política.”

Fueron las primeras, y vos, Beto, un genio por reabrir el debate sobre pedofilia y castración infantil. Nada me exaspera tanto como las campañas tipo “con los chicos no” (que en realidad quiere decir todo lo contrario: a los chicos los hacemos mierda). En el culo del niño varón se juega el futuro de la humanidad heteronormativa (a las niñas se las cogieron toda la vida). Este terror anal sobre el cuerpo del menor tiene que ver con la necesidad o el imperativo social de cerrarles el ano a las generaciones por venir para asegurarse la reproducción de la heteronorma y el tipo de sociedad que genera, organizada en torno de parejas y familias. Coincido totalmente: según el concepto reaccionario de infancia en boga, “el niño es un artefacto biopolítico que permite normalizar al adulto”. Me permito agregar: “Todo niño es un preso político”.

Decís que “una revolución anal por venir tendría que elaborar un modelo educativo en el que fuera posible explicitar colectivamente los dispositivos de construcción de minorías desviadas (de clase, de raza, de religión, de género, de sexualidad, de edad...), así como la historia oposicional, las narrativas disidentes y las plataformas de resistencia que hacen posible la supervivencia de estos sujetos abyectos de la historia”.

Me encanta. Estamos en eso. Abramos, socialicemos el ano. Un puto una vez me dijo que el culo, al igual que un cigarro, no se le niega a nadie. ¿Eso será también comunismo anal? Un último detalle configurador que me mató de felicidad: en tu utopía, los animales y los humanos gozan del mismo estatuto; en la mía, en mi vida, también. En el país de los mataderos, la gente se me ríe en la cara.

Quedo a la espera deseosa de tu próximo libro, y hasta la victoria siempre.




Tomado de http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/subnotas/3245-353-2013-12-28.html

"Enjuagame el duodeno"

La literatura argentina es un coito colectivo retórico desde “el íntimo cuchillo en la garganta” hasta la viga que el Oliveira de Cortázar intenta manipular entre sus piernas para “embocarla” en la ventana de enfrente donde están Traveler y Talita semidesnuda –encima después de haber tratado inútilmente de “parar” unos clavos por no hablar del sentido en toda la escena de “tirar la soga”– que tan perspicazmente señaló Elsa Drucaroff. Para David Viñas, el valor estaba en lo “incisivo”, “penetrante”. Y todos los intelectuales de los años sesenta y setenta marcaban el máximo de rating con la palabra “profundo”. Un personaje de Washington Cucurto brama “enjuagame el duodeno”, “teñime las tripas de blanco”,”pasteurizame el hígado”. Leónidas Lamborghini escribe un poema en donde el narrador detiene su taxi para visitar a su hermano en un hotel, un hermano enloquecido por “eso penetrándole por detrás que tenía desde niño”.


María Moreno

La repulsa y la exclusión

Como el yo freudiano, el ser argentino es producto de la repulsa y exclusión de toda diferencia (bárbaros, mujeres, homosexuales, inmigrantes, disidentes políticos). Ser argentino es no ser puto, ni torta, ni trans, ni inter, ni extranjero, ni pobre, ni loco , ni mujer. Y el acto de excretar y aquello a excretar pueden encontrar su metáfora en el ano castrado y reducido a su función coaccionada por las instituciones. El ano de la Patria fundacional son las cárceles, los conventillos, el loquero-bajo la ecuación inmigrante-loco-criminal-.

MARÍA MORENO

La literatura argentina es un coito colectivo retórico

soy
VIERNES, 27 DE DICIEMBRE DE 2013


Resonancias de allá abajo


Si Terror Anal, como todo manifiesto, cobra valor en sus resonancias y en sus ecos, aquí van dos textos que, mirando el agujero latinoamericano, siguen la pista de Preciado. María Moreno visita el sistema educativo que produce al niño/niña castradx de todo ano y las marcas de esa castración en algunas obras de la literatura argentina. Este texto y la carta de la fan Palmeiro que aparece en la página siguiente fueron leídos durante la presentación del libro.







Por María Moreno
Voy a hablar menos de Terror anal que de sus resonancias, aunque en este caso la palabra “resonancias” evoque los sordos ruidos –y no tan sordos– intestinales y yo me atreva a este comienzo escatológico autorizada por un tema que nos desvelaba jocosamente en la infancia en nombre de su soberanía anterior al formateo familiar y pedagógico, es decir, antes de la castración del ano. El término “terror” es una síntesis perfecta entre terror como miedo y terrorismo, es decir, porta dos principios activos y antagónicos, ya que el terror anal puede devenir terrorismo –del estado hétero– contra los que no han consentido en la castración de su ano, y el terrorismo anal no podría ser puro y contendría terror anal. Porque una de las afirmaciones revolucionarias de Beatriz Preciado está en la cita de Trois Milliars de Pervers: “Este texto no se representa como un manifiesto, menos aún como una teoría. Arrastra todo un conjunto de elementos confusos: lo cómico voluntario e involuntario, elementos políticos revolucionarios mezclados con elementos racistas y fascistas, trozos de sexualidad edípica, mezclados con una tendencia hacia algo distinto de la sexualidad. Podríamos decir que los elementos reaccionarios o incluso fascistas que subsisten en un revolucionario son una traición potencial. Pero a partir del momento en que introducimos el deseo, la libido, el inconsciente, en el campo político todo se complica: porque las inversiones libidinales fascistas y revolucionarias, racistas y antirracistas, se mezclan y se distribuyen en la misma persona, creando nuevas condiciones que permiten el análisis de las yuxtaposiciones del deseo, fuera de toda referencia a la apariencia, la mistificación o la traición”.

Entre esas “afirmaciones revolucionarias”, las que yo elijo como “gente del cuero”, prefiero esta expresión a “queer”, ya que refiere a los indios, esa primera otredad, está lo que dice en relación a El deseo homosexual de Guy Hocquenghem y su producción de saber de una homosexualidad fugada del saber científico, de la interpretación psicoanalítica, de los discursos victimistas y de las peticiones de respeto: “Aquí la salida del armario no toma la forma de la confesión sino, por decirlo con términos de Judith Butler, de la ‘inversión performativa’: la afirmación ‘soy homosexual’ no es un enunciado soberano, sino una ‘citación descontextualizada’ de la injuria. La palabra ‘homosexual’ lejos de tener un valor ontológico, opera como un boomerang político. El enunciado ‘soy homosexual’ no contiene verdad alguna sobre la identidad del que habla, sino que dice: el sujeto que hasta ahora ha sido construido como abyecto (analizado, reducido a ano social) excede la injuria, no se deja contener por la violencia de los términos que lo constituyen y habla, creando un nuevo contexto de enunciación y abriendo la posibilidad a formas futuras de legitimación”.

El ojo del culo o Quevedo queer

La primera metáfora de castración anal fue la invitación a levantarse, es decir, a una erección pro verdad en el interior de la caverna platónica, esa oscuridad llena de aristas pero protegida en donde deleitarse contemplando las figuras o los tropos que las sombras inventan antes de que el conocimiento cosiera el culo filosófico.

Ni ese agujero era pasivo, como no lo era el que, en medio del bosque, hizo tropezar al filósofo Tales que, distraído por la altura fálica de sus pensamientos, no lo vio y cayó en él, provocando la risa de su criada, justamente la que seguro limpiaba las palomitas de sus calzones, es decir, los productos no sublimados de un culo meramente excretor.

Proclamar la actividad del ano, por ejemplo la de su inmovilidad “cazadora”, podría pensarse como una encerrona que mantiene la misma economía entre activo como valor y pasivo como disvalor. Pero es que Terror Anal se yergue contra la pasividad reaccionaria que se adjudica ilusoriamente al objeto de análisis psicopatológico, orden social del lado de la abyección, atril pedagógico.

Es preciso no saber, es decir, no haber entrado aún en el aparato escolar para atesorar culo sin culpa, contar con sus producciones siempre novedosas –¡cuántas abstracciones vivaces, cuántos signos vacantes, como decía Callois, o de ética interrogación, ¡cuánta representación de flora y fauna hecha en terracota intestinal desaparecieron en la cañerías totalitarias de la polis!–.

El niño no castrado, el de Beatriz Preciado –me tapo las orejas por si viene un psicoanalista a decirme que lo primero preciado es el excremento, ¿cómo no escribiría una Preciado un manifiesto llamado Terror Anal?– juega, muchos antes de que con los Rasti carnales de la diferencia, con su ano, probando su cualidad de arcón secreto, de garage toda-cosa, amasando y diseñando lo que sale por él. Productor y artista soberano, todo niño es inmediatamente, al menos a partir del siglo XX, expropiado por la habladuría edípica. “¿Para qué serían las heces, alias popó?” “Para mamá.” La fuerza de trabajo de cagar sería la primera forma de plusvalía extraída por Yocasta patronal. Luego están los deliciosos huéspedes, fruto de los placeres de la otra salida del tubo, ese paladeo constante de esos azúcares que tanto veneraba el gran Fourier, cuya sombra pasa por este libro y que traen los cosquillantes parásitos. Qué niño o niña no castrado o castrada de su ano no se ha excitado en medio de una reunión familiar con toda su parte de arriba enderezada por la educación –manos limpias, uso de cubierto y servilleta, obligación horaria, codos afuera– con ese movimiento acariciante y anárquico picando allá abajo y allá atrás. Qué yapa dionisíaca irse a dormir temprano para hurgar a solas con los deditos entre los pliegues tutelarmente entalcados para cosechar unos blancos gusanitos movedizos, estableciéndose una primera familia queer y por eso no androcéntrica. El lenguaje popular es sabio y del niño rebelde a la domesticación se dice que tiene lombrices u hormigas en el culo.

La Armonía preciada

El maestro Fourier, protomarxista y fundador de una utopía de la felicidad conformada por un contraascetismo sistemático, fundador de Armonía –un reino cuyos habitantes se asocian en torno de pasiones y gustos y en donde la satisfacción del deseo es un deber– imaginando una igualdad en donde hacer algo que asquea no es admisible ni como precio ni como mal menor, eligió entre aquellos a los que la mierda aún no asquea: los niños. En Armonía el recoger la basura está a cargo de niños de entre nueve y trece años, edad en que la escatología es una verdadera pasión que se acompaña con una lengua sucia y el gusto por la cochinada en masa.

El doctor Kinsey fue negligente en su encuesta y que tire la primera piedra el que adhiriendo a este Terror anal no lo hace tanto por su radicalidad política como por sus más entrañables –¡qué bien esta palabra aquí!– prácticas intestinales. No, no saquen una hoja, huélanse los dedos.

La bandera que Preciado nos invita a manchar es marrón como la tapa de este libro cuya imagen circular bien podría ser el logo del ano.

El ano de Preciado –nada personal– es democrático: todos tenemos uno (mujeres, hombres, putos, intersex, travas, tortas). Los sabores del ano (flujo, semen, mierda, especias, jugos digestivos) constituyen un grafiti culinario contra el blanco Ace del flujo y el semen puros, recién soltados, sustancias que a pesar de lubricar un goce tienen ese blanco de primera comunión, de traje de bodas de virgen y entonces es, paradójicamente, un color de mierda.

Analrgentina

Jorge Salessi, que fue la biblia rosa de muchos, muestra que la existencia del relato de la sodomía, utilizada como metáfora por los discursos maestros para representar a la barbarie en la Argentina, fue organizando categorías que se aplicaron luego para patologizar cualquier forma de insubordinación social y cómo, más tarde, al compás de la consolidación del Estado, el aparato médico higienista pasó de la política sanitaria a una política a secas, que con el justificativo de la “defensa social” diagramó la ciudad moderna en base a zonas excluidas y anatemizadas. Su libro Médicos, maleantes y maricas, al poner en evidencia la dimensión fantasmática de la política, propone que el ser nacional, lejos de constituir un modelo edificante y altruista a tono con el ideario escolar, fue sustentado en una estructura paranoica donde –como bien señaló ya Hugo Vezzetti en La locura en la Argentina– todo mito de pluralismo originario brilla por su ausencia.

Como el yo freudiano, el ser argentino es producto de la repulsa y exclusión de toda diferencia (bárbaros, mujeres, homosexuales, inmigrantes, disidentes políticos). Ser argentino es no ser puto, ni torta, ni trans, ni inter, ni extranjero, ni pobre, ni loco , ni mujer. Y el acto de excretar y aquello a excretar pueden encontrar su metáfora en el ano castrado y reducido a su función coaccionada por las instituciones. El ano de la Patria fundacional son las cárceles, los conventillos, el loquero-bajo la ecuación inmigrante-loco-criminal-. En Un episodio de fiebre amarilla de Manuel Blanes y Sin pan y sin trabajo de Ernesto de la Cárcova la oscuridad se cierne en la habitación pobre. La imagen genera una metonimia entre aguas servidas, infección, humores corporales mezclados. La luz que viene del afuera es la luz del saber positivista representado por la presencia de los médicos en el primero, en el otro es la luz de la integración del inmigrante como mano de obra representada por la fábrica lejana. En Sin pan y sin trabajo un anómalo estiramiento en el cuerpo del hombre lo homologa a un gusano.

Recto y estilo

La literatura argentina es un coito colectivo retórico desde “el íntimo cuchillo en la garganta” hasta la viga que el Oliveira de Cortázar intenta manipular entre sus piernas para “embocarla” en la ventana de enfrente donde están Traveler y Talita semidesnuda –encima después de haber tratado inútilmente de “parar” unos clavos por no hablar del sentido en toda la escena de “tirar la soga”– que tan perspicazmente señaló Elsa Drucaroff. Para David Viñas, el valor estaba en lo “incisivo”, “penetrante”. Y todos los intelectuales de los años sesenta y setenta marcaban el máximo de rating con la palabra “profundo”. Un personaje de Washington Cucurto brama “enjuagame el duodeno”, “teñime las tripas de blanco”,”pasteurizame el hígado”. Leónidas Lamborghini escribe un poema en donde el narrador detiene su taxi para visitar a su hermano en un hotel, un hermano enloquecido por “eso penetrándole por detrás que tenía desde niño”, algo por lo que el visitante debería dar explicaciones: “¡Pero eso fue sólo un penetrante accidente /nada más/le gritó violento”. El poema pone en escena el duelo entre el visitado con “eso” –el penetrante accidente– y el visitante con un electroshock que lleva entre sus ropas. Entonces él sacó eso/de atrás//de años hace años/que tenía clavado/y alcanzó a clavarme eso /algo/en su larga charla/violento/y yo saqué violento/mi electroshock /que siempre llevo// y él a su vez quiso /clavarme más/su accidente penetrante.

Sería idiota hacer el psicoanálisis de los hermanos Lamborghini, que siempre desecharon la autobiografía y a quienes eso que los corría desde atrás a los dos eran los papeles nacionales, el pasado literario argentino. Los hermanos del texto no son los Lamborghini, los textos no vienen de la vida sino de otros textos sin que la vida falte y sin que se sublime: son los personajes históricos del alienista y su loco-homo, Fierro y El Negro (¿Lamborghini? ). Lo que es seguro es que en el hermano menor la sodomía no es memoria sino parodia de la retórica del grupo Boedo sobre el cuerpo del pobre (El niño proletario) y que el culo no es el vendido y humillado sino que goza y hace gozar (Sebregondi retrocede). Osvaldo Lamborghini fue el terrorista anal para quien el ano no era un resto sino un valor “Paciencia, culo y pasión” decía.

Se puede interpretar la escena de la diarrea en El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, como que el deseo suele extender el umbral que separa del asco: entonces lavar la mierda puede ser un acto de amor. Y por eso conmueve el hecho de que La loca Molina limpie la mierda de Valentín y ése, y no el beso final, sería el verdadero acto de amor; Molina se sobrepone al asco y se convierte en una suerte de María Magdalena cloacal, Valentín, con el cuerpo disciplinado y moralizado para la guerra revolucionaria, lo entrega como el de un niño. Pero también se puede pensar que Valentín abrió el culo y lo vació de su función excretora para disponerlo a infinitas posibilidades de dar y darse. Quisiera terminar con esta escena de terror anal nacional.


Tomado de http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/subnotas/3245-352-2013-12-28.html

Ari me saca a pasear

Ayer estaba de embole total en casa. La pelopincho y Aira compensaban mis desasociegos findeañeros. Mientras me comía mi querida ensaladita, suena el teléfono y me niego a atender. Rafa dice que es Ariel. Ariel dice que tiene que ir al centro y que si lo quiero acompañar a recorrer librerías. Hacía mucho mucho calor pero una sabe sacrificarse de vez en cuando.
Malla mojada, pollera que se transformó en estraples, rodete clavado con pinche que me trajo papanuel y a la calle. El licuado en Carlos Pellegrini y Corrientes estaba un poco caro pero rico. Buenos Aires un poco loca, empiquetada y llena de autos pero siempre me gusta.
Primero fuimos a Cúspide donde Ari compró Las naves del destino, el tercer tomo de la trilogía que está leyendo, a 136 pesos. Normal.
Después fuimos a Hernández donde yo me compré dos de Copi: Teatro II e Y yo ¿por qué no tengo una banana?, Las hortensias de Felisberto en versión comic y Posmonauta, de autora uruguaya desconocida que me llamó desde una mesa con necesidad irrefrenable de ser traído a casa.
Ya ahí empezó Ari con lo de que soy una mala influencia y que gastar tanto en libros y yo con que para que está la buena gente sino para obligarte a hacer lo que más deseás. Y él que me dice "bueno, ya vamos" y yo que le digo "mirá, una más con mesas de ofertas". Y vamos eligiendo algo para Rafa (Tarzán en historieta, El profeta de Kalil Ghibrán, Runas) y yo que me encuentro a 3 pesos los Cantos a Berenice de la Orozco y por allá le digo que se compre los dos tomos de Illión a 21 pe cada uno y el amarrete no se tienta y entonces, en medio de una mesa gigante, veo un tomo de La factoría de ideas y el autor es Matherson, el de Soy leyenda, y él dice que la tapa no llama y yo digo que me lo llevo porque los de La factoría ya me decía Martu que eran todos buenos.
Y de repente, al lado, misma edición vieja de La factoría, a 25 pesos...¡Las naves del destino!!!!!
Menos mal que pudo volver a la librería cara y cambiar la primera compra por otro título que si no...¡Hay que tener traste eh!!! (Yo me lo compré también y aquí quedará a la espera de que aparezcan mágicamente los tomos I y II por algún lado).

Noche buena

El 24 a la noche salgo de lo de mi hermana (acá a cinco cuadras), a la una de la madrugada, en auto, sin vestirme, occcccvio, en bikini (¿quién soporta más ropa? Ni la enteriza me banco). Y en la esquina me gritan... ¿qué puede una esperar que le griten cuando anda medio en bolas por el barrio? No, frío, frío: "Chau, profe Salmoiraghi", me gritan y hasta corearon un olé, olé, olé, olé, profé, profé.

Sociabilidad

Me parece que ya sé por qué me estaba sintiendo tan mal (de a ratos, pero mal mal). Creo que siempre me pasa lo mismo (o casi, con variadas intensidades) en las fiestas de fin de año: Me obligo a socializar, me culpo de no tener ganas de ver a ésta o a éstos o aquellos. Y como quiero que me quieran (y no hay caso, hay gente que no me quiere), me llevo a mí misma a lugares donde no quiero ir y pienso en gente en la que no quiero pensar (Incluso llevo dos noches soñando (dormida eh, es inconciente, no lo hago a propósito) con quien no debo soñar, con quien más expectativas, ideales e ilusiones mató en mi vida).
Uf, qué trabajo me doy.

Magola la piernipeluda


www.nanicartoons.com
Magola es la tira cómica colombiana más internacional, se ha publicado en más de 1o países diferentes, entre ellos:España, Colombia, México, Estados Unidos, Italia, Portugal, Cuba, Argentina.


viernes, 27 de diciembre de 2013

César Aira es al mismo tiempo la fascinación y el odio


REVISTAPACO.COM.AR
"La revista que humedece/ tu sequedad crónica"



Procrastinación

Posted on diciembre 26, 2013 by nmavrakis


Hubo un tiempo en que fui hermoso
y fui ingenuo de verdad
escribía mis poemas
en cuadernos de espiral




Por Sebastián Rodríguez Mora



En Facebook, César Aira es un indonesio de la ciudad de Pati, una población al borde del Mar de Java. Estudió en la Universidad Akper Notokusumo y es docente en una escuela primaria. Tiene una hija que ocupa gran parte de sus fotos de perfil, las únicas que parece sentirse cómodo publicando. Sus amigos lo etiquetan en fotos de casamiento o un ritual similar con una joven lujosamente vestida para la ocasión. Son fotografías de estudio, profesionalmente kitsch.

En Twitter, César Aira es un idiota que quiso tener muchos seguidores en el microclima de la intelligentsia de los 140 caracteres. Lo habrán banneado o se habrá cansado de ser un mediocre, su último tuit tiene fecha al 21 de agosto. Esperanzados, trece de mis followers lo siguen siguiendo, como yo.

En Flores, César Aira es una persona muy alta y solemne como para molestarlo. Vive sobre la calle Bonorino, a la vuelta del monoambiente que miserablemente alquilo. No sé cuál es su casa ni quiero saber. Mi amiga y vecina F. me cuenta que lo vio entrar hace unas semanas, ella sí sabe. Yo puse cara de sorprendido cuando me contó y después me olvidé. La realidad es que ya hablé dos veces con Aira y el resultado fue la nada misma: no hay magia, no irradia poderes, no desaparece al más mínimo intento de contacto en una nube de humo. In praesentia, es lo más parecido a un muñeco de cera.

Entre mis lecturas, César Aira es al mismo tiempo la fascinación y el odio, sentimientos no muy distantes entre sí. Salvo Arlt, nadie se había encargado antes de poner a sus personajes a caminar por mi barrio. Tampoco nadie había puesto monjas robot gigantes a luchar contra el mazinger de la mueblería Divanlito sobre Av. Directorio. Ahí está el primer engranaje del Mecanismo Aira: desde algún rincón de sus miles de novelas se establece una identificación surrealista que habilita un período de adicción progresiva, con un promedio de 10 novelas aprox. en un espacio de tiempo corto. Hay individuos inmunes, casi siempre amantes de la literatura clásica o norteamericana. En el pico de la airadependencia, el contexto social del infectado lo ayuda a generar anticuerpos injertándole la vergüenza por estar tan idiota con un solo autor. Esa vergüenza traccionará el siguiente movimiento hacia el odio, el cual se activa con fuerza en individuos con pretensiones literarias.

La procrastinación es una palabra para gente a la que le sobra el tiempo, por tanto nunca lo pierde. Es decir gente que no tiene que levantarse temprano, puede procrastinar haciendo cucharita con su bulldog francés. El concepto sirve para estar en el otro extremo de Aira, que en este momento debe estar planeando cómo declarar sus ganancias en AFIP. Aira es el Kant de la literatura argentina: al ritmo de sus publicaciones, todos quedan en offside. Revela que somos todos unos pajeros hagamos lo que hagamos.

La procrastinación está bastante cerca de la paja. En lugar de estudiar, paja. En lugar de escribir, paja. ¿Limpiar? Paja, absolutamente. Quizás la paja se transforma en procrastinación cuando sacamos la mano de nuestras partes pudendas para agarrar el teléfono y pedir si el psicólogo tiene turno para vernos hoy. Para que sea procrastinación tiene que haber paja, pero el enchastre nos tiene que angustiar. Y atentos, que algo estamos haciendo con esa industria de gametos.

A Aira lo vi tres veces, le hablé dos, me habló una sola. La primera, la más aireana: iba al bar La Farmacia de Rivera Indarte y Directorio a encontrarme con F. para pelotudear y de paso hablar del capítulo en ciernes que me había salido. En él Aira era personaje de una historia típicamente suya; yo estaba en plena fiebre fanática. Dos cuadras antes de llegar recibo un mensaje de F. diciéndome que no estaba segura pero le parecía que estaba Aira en el bar. Aira estaba sentado de frente a la puerta con uno de sus cuadernitos y escribiendo su pedacito de negocio o de Obra, con mayúscula. Era como si me estuviera esperando. Lo miramos fascinados como believers, atentos a cualquier movimiento que hacía al escribir. Cholulaje mode on. El tipo se reía. Discretamente, pero se reía de lo que estaba escribiendo. Suicidio público mode on. Me acerqué y hola césar yo justo estoy escribiendo sobre usted algo en donde es protagonista. Me miró, la miró a F. y le sonrió sólo a ella, agregando un murmullo vago también. Me volví a sentar convencido de ser un idiota y a los cinco minutos se fue había pagado por adelantado. Supongo que sería alguna de sus costumbres para evitarse fanatismos.

¿Cuántas veces se va en promedio a la heladera durante la procrastinación de una actividad intelectual? ¿Cuántos cigarrillos se fuman? ¿ Da para porro? ¿Tiene esto que ver con los viajes a la heladera? ¿Por qué se considera que es tiempo de pasar Blem a los muebles justo en ese momento en el que todo está dado para la escritura? ¿Por qué se empieza a escribir poesía horrenda cuando el trapo se hunde en el balde con agua y líquido limpiador aroma bebé? ¿Tiene esto que ver con que la mano que no está en el mouse está adentro del pantalón? ¿Está todo lo anterior relacionado? ¿Por qué ya son las dos de la mañana?

Dicen que Santo Biassatti baila salsa del carajo, que la mueve toda. Es algo que no se me hace imposible de imaginar. Pero cuando quiero probar con Aira no, ni a palos. Hago el esfuerzo por hacerme planos mentales del tipo cazando patos con un rifle doble caño, pegándole una cachetada a su mujer porque le perdió un manuscrito inédito, chorreándose la mano con algo y buscando una servilleta. No puedo. La segunda vez que lo vi no le pude hablar, yo volvía en taxi muy temprano a la mañana de un domingo y él estaba andando en bicicleta, esperaba para cruzar Av. Rivadavia por Gavilán. No lo vi andando, lo vi sentado en la bicicleta. No pude ni puedo hacerme la imagen de sus pies pedaleando.


Un buen día hace un tiempo, cuando ya tenía el segundo capítulo de mi novela en ciernes, un tal Ariel Idez va y publica en Pánico el Panico La última de César Aira. La puta que te parió, Ariel Idez. Esa fue mi reacción instantánea cuando Federico o Matías Pailos, ex profesor mío de Lógica, me explicó medio por arriba y caminando hacia Puán por Pedro Goyena de qué trataba la novela. Me negué a leerla hasta hace unos días.

Felicitaciones por la idea, pero la puta que te parió Ariel Idez.

Hay algo que no se le puede negar a Ariel Idez. Aira es un ser maligno o un ángel redentor, que desde el casi mudo hacer de su Obra Monstruosa nos denuncia en nuestra genitalidad mental. Braden o Perón, Procrastinación o Aira. Aira para Todos en grageas masticables. Aira en el café con leche, Aira por la nariz a través de un rollito hecho con una hoja cualquiera de alguna de sus novelas editadas por Adriana Hidalgo, que tienen un formato más cómodo. Te quiero a coger aireanamente, ¿trajiste gel lubricante? Aira Ministro de Planificación. Aira reescribiendo La razón de mi vida. Aira de visita en el Vaticano para abrazarse con su vecino de toda la vida Francisco. Aira sentado en su estudio con un globo terráqueo entre las manos. Inexpresivo como en las fotos de las solapas, pero con un globo terráqueo en las manos.

La última vez que lo vi a Aira hablamos, hubo un diálogo. Era invierno, el del año pasado. En el andén de la estación Carabobo, Aira estaba momificado esperando la nada. Me bajé del subte y cuando estaba por subir a las escaleras mecánicas lo vi: le pasé por al lado porque me daba vergüenza que me reconociera (???) de aquella vez en el bar. Volví y lo saludé, le pregunté si iba a salir algo suyo. Se tomó tres segundos más de lo que cualquier ser humano sin psicofármacos se toma para pensar la pregunta “¿cómo me llamo?” y me dijo que sí, que para fin de año algo tendría que salir. Chau, le dije, gracias. Él alzó la voz apenas y me dijo chau. En diciembre salió Entre los indios.

Esto se cerraría si pasara algo más, un episodio catártico que dejara algo parecido a una moraleja. No es el caso. Aira inundará todo con sus libros hasta que se muera, entonces vendrán las reediciones, el desafío de lograr la colección completa a precios posibles. me imagino las tres cajas, ediciones de tamaño discreto, prologados por algún sucedáneo de Caparrós. Quizás muera antes, pero Chitarroni tal vez logra antes de quedarla un ensayo voluminoso sobre él, el surrealismo y etcétera.

Acá vamos a estar más o menos en la misma, produciendo menudencias. Será apabullante la influencia de su Obra con mayúsculas, habrá libros de Aira para las amas de casa, otros para porteros de edificios, otro será el gran poema posmoderno en 40 años. Las chicas se tatuarán pasajes de Yo era una mujer casada. Se usarán sus anteojos. Se irá a sus bares. Flores quedará convertido en un centro turístico cultural. Quizás reciba el Nobel, y lo va a declinar. Aira seguirá respirándonos en la nuca de la intelectualidad para preguntarnos cómo vamos con eso ////PACO


Tomado de http://revistapaco.com.ar/2013/12/26/procrastinacion/

Siempre dije que mis libros cambian en los estantes...

¿Aira siempre fue tan genial y yo no me había dado cuenta? Había leído La guerra de los gimnasios y Como me hice monja, incluso medio Ema la cautiva y no se me había movido ni un pelo. Ahora retomé Ema y quedé boquiabierta y la terminé y devoré todo lo que me quedaba de él en la biblioteca: El volante y La cena. Geniales.

En el Malba II

Curso. ¿Facundo o Martín Fierro? Una fantasía borgesiana sobre los inicios de la literatura argentina. Por Carlos Gamerro.


Miércoles 29 de enero, 5 y 12 de febrero de 18:30 a 20:30. Biblioteca. Costo: $390. Descuentos especiales para Amigos Malba. Jubilados y estudiantes con credencial: 20% de descuento.

Inscripción en recepción de lunes a domingos (inclusive feriados, excepto los martes) de 12:00 a 19:30.

Hacia 1974, Borges propuso: “Si en lugar de canonizar el Martín Fierro, hubiéramos canonizado el Facundo, otra sería nuestra historia y mejor.”

Discutir a favor o en contra de esta afirmación interesa menos que interrogar la pregunta en sí. ¿De modo que la opción por un libro u otro pueden decidir nuestro destino nacional, y dentro de él, nuestros destinos individuales? ¿Tienen la literatura, y la ficción, tanto poder? ¿Será verdad, como afirma Oscar Wilde en “La decadencia de la mentira”, y repite Borges en tantas ocasiones, que no es el arte el que copia la vida, sino la vida la que copia al arte? Si el Japón, según el genial irlandés, fue un invento de Hokusai, y el siglo XIX un invento de Balzac, ¿quién inventó la Argentina?

En este curso de tres clases se recorrerán, bajo esta escandalosa premisa, algunos títulos fundamentales de nuestra literatura.

Clase 1. El baile de los degollados. Esteban Echeverría: “El matadero”. Hilario Ascasubi: “La refalosa”. J. L. Borges: “El otro duelo”. Domingo F. Sarmiento: Facundo.

Clase 2. Martín Fierro ante la ley. José Hernández: Martín Fierro. Leopoldo Lugones: El payador. Jorge Luis Borges: “Nuestro pobre individualismo”, “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1974)”, “El fin”. Fernando Solanas: Los hijos de Fierro.

Clase 3. Gauchos buenos y gauchos malos. Eduardo Gutiérrez: Juan Moreira. Leonardo Favio: Juan Moreira. J. L. Borges: “La noche de los dones”.
La invención del paisaje. Creación del paisaje nacional en Sarmiento, Hernández y W. H. Hudson.


Carlos Gamerro es Licenciado en Letras por la UBA, donde se desempeñó como docente hasta 2002. Su obra de ficción publicada incluye las novelas Las Islas(1998), El sueño del señor juez (2000), El secreto y las voces (2002), La aventura de los bustos de Eva (2004), Un yuppie en la columna del Che Guevara (2011) y los cuentos de El libro de los afectos raros (2005). Ha publicado también los ensayos El nacimiento de la literatura argentina y otros ensayos (2006), Ulises. Claves de lectura (2008) y Ficciones barrocas (2010). Sus novelas han sido traducidas al inglés, francés y alemán. Tradujo obras de W. H. Auden, Harold Bloom y William Shakespeare y es co-autor del catalogo de la Bienal de Lyon 2011. En 2007 fue Visiting Fellow de la Universidad de Cambridge y en 2008 participó del International Writing Program de la Universidad de Iowa. En 2011 se estrenó la versión teatral de Las Islas, dirigida por Alejandro Tantanian.

Informes
literatura@malba.org.ar
4808 6545

En el Malba I

Curso. Poetas de América Latina del siglo XX: Rubén Darío, Amado Nervo, Juana de Ibarbourou, Pablo Neruda, Marosa Di Giorgio y Arturo Carrera. Por Ariel Schettini.


Viernes 7, 14 y 21 de febrero de 18:30 a 20:30. Biblioteca. Costo: $390. Descuentos especiales para Amigos Malba. Jubilados y estudiantes con credencial: 20% de descuento.

Inscripción en recepción de lunes a domingos (inclusive feriados, excepto los martes) de 12:00 a 19:30.

“Poetas de América Latina del siglo XX” es un nombre que cubre una cantidad de nombres, escuelas, estéticas y debates casi imposible de ser abarcada. Para nombrar de algún modo esa cantidad de lenguajes, esa masa impresionante de producción, el curso se ocupará de separarlos en unidades mínimas. Durante las tres clases se recorrerá la menor cantidad posible de lenguaje para obtener una mirada panorámica, como si fuera posible leer la literatura desde un punto muy muy lejano, con un catalejo y, al mismo tiempo, desde un microscopio.
El curso constará de la lectura y análisis de poemas específicos que permitan tener una mirada sobre una estética o una obra, sobre un autor o apenas sobre un poema. El modernismo, la vanguardia y los años 90, serán los momentos elegidos para recorrer algunos caminos posibles que nos permitan entender el género y sus efectos.

Clase 1. Rubén Darío - Amado Nervo. El modernismo y su nueva retórica. El Dandy y la histérica, Los nuevos personajes de la literatura. Ser moderno y ser poeta.

Clase 2. Juana de Ibarbourou – Pablo Neruda. La vanguardia y sus rémoras. La retórica del erotismo en la poesía. El aprendiz de poeta y el maestro de poesía.

Clase 3. Marosa Di Giorgio - Arturo Carrera. La post- vanguardia y el neo barroco. La palabra teatralizada. La poesía como imposibilidad.


Se analizarán poemas de los siguientes libros:
Rubén Darío. Cantos de vida y esperanza
Amado Nervo: La amada inmóvil
Juana de Ibarbourou: Raíz salvaje
Pablo Neruda: 20 poemas de amor y una canción desesperada
Marosa Di Giorgio: La falena
Arturo Carrera: Children´s Corner


Ariel Schettini (Quilmes, 1966). Es Licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Publicó dos libros de poemas: Estados Unidos (1994) y La Guerra Civil (2000). Sus poemas fueron traducidos al inglés, al portugués y al francés. En 1995, fue becado por la Embajada de los Estados Unidos (United States Information Service. USIS) para participar del International Writers Program, University of Iowa. Trabajó como crítico cultural de diversos medios periodísticos de Argentina (La Nación, Radar, Los Inrockuptibles) y como gestor cultural para la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Además de ser docente de teoría literaria en la Universidad de Buenos Aires, dicta cursos para diversas instituciones de Argentina y el exterior. Es profesor titular en la carrera de posgrado para curadores de arte de UNTREF. Ha publicado ensayos académicos en revistas especializadas. Su libro, El tesoro de la lengua. Una historia Latinoamericana del yo (2009), revisita y relee los poemas más canónicos en lengua castellana.

Informes
literatura@malba.org.ar
4808 6545

Tamos re-naturales

Tratamiento para el cuerpo

Si quieres lucir una piel extra suave y perfecta en verano -y también en invierno para recibir más caricias de tu novio- debes utilizar un exfoliante casero cada 10 o 15 días. Para hacer un exfoliante corporal natural necesitarás:

1 taza de azúcar rubia
½ taza de sal marina
2 cucharadas de aceite de coco o de oliva
1 cucharada de miel
2 cucharadas de jugo de limón
1 cucharada de aceite esencial al gusto
Mezclamos todos los ingredientes y lo colocamos sobre la piel en movimientos circulares, masajeando y permitiendo que el producto arrastre las células muertas de la piel. Enjuagar con agua tibia y aplicar crema hidratante.

martes, 24 de diciembre de 2013

El aguacate es la palta pero viene del náhuatl ahuácatl, que es un eufemismo de testículos

(Con razón yo no entendía lo "indecente" de embadurnarse con fruta (que yo creí que era durazno))


Tratamiento para el rostro

A pesar de que muchas saldrán corriendo ante esta propuesta casi indecente, sin lugar a dudas lo mejor que podemos hacer por nuestra piel se llama aguacate. Esta fruta es apta para todo tipo de pieles, incluso las grasas y con tendencia acneica. Es tan simple como elegir un aguacate bien maduro, pisar la pulpa hasta que quede un puré y colocarlo sobre el rostro a modo de mascarilla natural. Dejar actuar unos 10 minutos y retirar con un pañuelo de papel de las zonas donde esté aún húmedo. Luego enjuagar con abundante agua y tendremos una piel limpia, hidratada y equilibrada como resultado.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Plato de una vez al año (Ahora me toca)

Carne mechada con ciruelas

Un plato sencillo de realizar que nos permite agasajar a invitados con estilo. Es más uisual combinar sabores dulces con carne de cerdo, pero funciona igualmente bien con carnes rojas. Se puede acompañar con puré de fruta (manzana o pera) o puré de papa.

Porciones: 4


1/2 a 1 kg de carne en una pieza (cerdo o carne roja)
2 kg de ciruelas
2 cebollas de verdeo
50 gr de queso rallado
50 gr de panceta ahumada
oregano y nuez moscada a gusto
1 vaso de vino blanco




Descarozar todas las ciruelas. Reservar 4 para el relleno. El resto colocarlas en una olla con aceite cortadas en trozos grandes. Rehogar hasta que se ablanden y condimentar con sal, pimienta, azúcar (a gusto, pero queda más rico si se remarca el sabor dulce para contrastar), orégano y nuez moscada.

Una vez que se ablande la ciruela y adquiera consistencia de salsa, remover de la olla. Esta salsa cubrirá luego la carne, pero si se hace por separado mantiene el intenso color de la ciruela, de otro modo, si se cocina con la carne, se vuelve marrón.
Cocinar las ciruelas restantes picadas finamente junto con las cebollas de verdeo. Condimentar con sal, pimienta, jengibre (si lo tiene), nuez moscada. Cuando estén blandos remover del fuego y agregar el queso y la panceta picada muy finita.
Realizar cortes en el centro del a pieza de carne en forma longitudinal. Realizar varios cortes para que se abra con mayor facilildad el canal de mechado. Salpimentar la carne.
Rellenar la carne con el preparado y colocar en una sarten u olla con tapa. Cocinar en primera instancia a fuego fuerte para sellar la pieza. Ir rotándola. Una vez que se doró en la superficie, bajar el fuego, agregar 1 vaso de vino blanco y cubrir la olla con su tapa. Dejar cocinar de 1 a dos horas (dependiendo de la calidad de la carne pero asegúrese que quede tierna).
Una vez cocinada, retirar de la olla, cortar en rodajas relativamente gruesas y cubrir con la salsa de ciruelas caliente.
Se puede servir con puré de papá, puré de manzanas o puré de peras. En el caso de las frutas, rehogarlas en aceite condimentar con sal y pimienta. No se necesita más!

Estado

Che, en serio, no sé si es el calor, el estrés o la menopausia pero me sube y me baja el ánimo cada minuto y medio. Posta, tomado con reloj (Si digo como las contracciones Silvana Albertina Oyarzabal se me va a cagar de risa todo el año). Tened paciencia, compasión o ambas cosas.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Mirenmé, mirennós

Avistamiento de aves, colibríes (ya sé que son aves pero merecen mención aparte y me gustan los catálogos caóticos), insectos, abejorros, arácnidos, mariposas, ramas florecidas. Más tarde, con el atardecer, vendrán los roedores, los batracios y a lo mejor algún murciélago. Humanos, canino (uno) y felinos jugamos de observadores, no de observados, dentro de la variedad del ecosistema.

El segundo te anima a la sonrisa

Gatos


Como tras los mullidos ves tres gatos
a su trisagio erótico ceñidos,
saltar por los tejados, aguerridos
como otros d ' Artagnan, Porthos y Athos,

pasas a depender, no de insensatos
pensamientos ajenos repetidos
ni de tu larga deuda de descuidos
sino del paso de estos gatos gratos.

El primero te quita de lo humano
sin llevarte por eso a lo divino;
el segundo te anima la sonrisa;

con el tercero, piensas, de la mano,
más cabal, de la cola del felino:
¿a qué, no siendo humanos, tanta prisa?


Ida Vitale
De "Reducción del infinito" 2002


No soñar flores pero


Aclimatación

Primero te retraes,
te agostas,
pierdes alma en lo seco,
en lo que no comprendes,
intentas llegar al agua de la vida,
alumbrar una membrana mínima,
una hoja pequeña.
No soñar flores.
El aire te sofoca.
Sientes la arena
reinar en la mañana,
morir lo verde,
subir árido oro.

Pero, aún sin ella saberlo,
desde algún borde
una voz compadece, te moja
breve, dichosamente,
como cuando rozas
una rama de pino baja
ya concluida la lluvia.



Ida Vitale
De "Parvo Reino" 1984

Llamamos libros al sedimento oscuro

Llamamos libros
al sedimento oscuro de una explosión
que cegó, en la mañana del mundo,
los ojos y la mente y encaminó la mano
rápida, pura, a almacenar
recuerdos falsos
para memorias verdaderas
Construcción
irrisoria, que horadan los ojos del que lee
buscando, ávidos, en el revés del tejido férreo,
lo que ya han visto y que no está.
Porque estas horas
de decepción, que alimenta la rosa
del porvenir donde la vieja rosa marchita
persevera, no quedarán
tampoco entre sus pétalos,
flor de niebla, olvido hecho de recuerdos retrógrados,
rosa real de lo narrado
que a la rosa gentil de los jardines del tiempo
disemina
y devora.

Juan José Saer.
El arte de narrar.

Raros versitos nuevos

Pobre Martí


Mi verso no es como un puñal
mi verso no echa flor
no es un surtidor
ni tiene agua de coral.

Mi verso
casi
no
existe.



En blanco


En negro
en azul
en rojo
en ama
rillo.

La página se pone de todos los colores
pero no hay poema.


Nadie, nada, nunca


No
no
no.

Te negaré tres veces,
mi poema,
y resucitarás.



Pietá


Por los poetas que no poeman.
Por los poemas que no poetan.




Paula Irupé Salmoiraghi

Recomendaciones de Ezequiel Alemian

Narrativa argentina: El grado cero de la escritura


Cuadernos de lengua y literatura V, VI y VII. Mario Ortiz construye aquí un artefacto híbrido de poesía y belleza.

POR EZEQUIEL ALEMIAN



NARRATIVA ARGENTINA. Cuadernos de lengua y literatura V, VI y VII, de Mario Ortiz.
En el año 2000 Mario Ortiz (Bahía Blanca, 1965) publicó el primero de sus Cuadernos de Lengua y Literatura. A ese siguieron otros seis. Los tres últimos volúmenes, que llevan como subtítulos Al pie de la letra (el V, de 2010), Crítica de la imaginación pura (VI, de 2011), y Tratado de fitolingüística, (VII, que permanecía inédito), integran este libro de Eterna Cadencia. Si al amparo de estructuras de libro deliberadamente desprolijas, los primeros Cuadernos incluían conjuntos heterogéneos de poemas que parecían querer dejar de ser poemas y diferenciarse entre sí, en los siguientes Ortiz ha ido trasladando esas tensiones de lo desparejo, de lo arbitrario, hacia el interior de volúmenes más orgánicos.

En principio, Al pie de la letra podría ser leído como un libro sobre tipografía, Crítica de la imaginación pura, como un peculiar ejercicio de observación de algunos elementos acumulados en un terreno familiar, y Tratado de fitolingüística como una especie de teoría personal sobre las palabras vegetales. Pero para Ortiz los “a priori” no existen.

La tipografía es también el desarrollo de la imprenta capitalista, y los elementos del terreno son los restos de un proceso de industrialización bien localizado. Hay una topografía bahiense, una economía y una historia específicas en juego. Lo familiar, autobiográfico, ingresan como una forma muy definida de lo autorreferencial.
Ortiz piensa las palabras como cosas, como cualquier otro objeto. Los trabaja desde fuera: los observa, los describe, los interroga. Cuando recurre a la erudición, casi como un pastiche, no lo hace para seguir una cita, sino para atravesarla. “37. Sólo a partir de lo real podemos elaborar construcciones imaginarias. 38. Pero al mismo tiempo, sólo la imaginación permite acceder a lo real. 39. No hay paradojas entre ambos, sino movimientos de envío y reenvío, dialéctica sin término”, escribe en el Vol. VI. Hay una fenomenología, que es una forma de pensar el mundo. En su lingüística no hay neologismos ni barroquismos. Es un escritor seco, opaco, refractario. Siempre está en otro lado; no escribe para confirmarse sino para desplazarse. Se anima a hablar de “proyecto”, de “experimental”, de “vanguardia”. Cita al Maiakosvki de Cómo hacer versos: “Existen determinadas tareas en la sociedad cuya solución sólo es posible en la obra poética”. Como tal vez otros grandes poetas bahienses de su generación (Omar Chauvié, Sergio Raimondi, Marcelo Díaz), concibe al Estado como un discurso. Como otros contemporáneos suyos (Pablo Katchadjian, Sebastián Bianchi), puede recurrir a determinados procedimientos como forma de delirar esos discursos.

Ortiz escribe y cuenta cómo escribe. Sus textos se narran a sí mismos a medida que se van constituyendo, como si continuamente estuviesen rectificándose. Deteniéndose y volviendo a comenzar. Acá siempre se está en el comienzo, en la emergencia, en la irrupción, en el terreno de lo inesperado, de lo aleatorio. La poesía, para Ortiz, no es una estética, algo que se consolida, sino exactamente lo contrario: es lo que irrumpe.

En la medida en que siempre están en ese comienzo, los textos de Ortiz parecen tender hacia una suerte de suma cero de la escritura. El orden está perdido.



La trilogía involuntaria

Lumbre, de Hernán Ronsino


Esta es la novela más ambiciosa de Hernán Ronsino, que todavía es un joven escritor pero que ya ostenta eso tan difícil de conseguir: una voz propia y reconocible, un fraseo, una sintaxis personal. Quizá para el propio autor Lumbre sea un cierre a un arco biológico de su literatura, una suerte de clausura a una trilogía involuntaria, que se arma con sus novelas La descomposición y Glaxo. Por lo pronto, estos tres libros comparten un mismo cielo de sentido: la vida parsimoniosa y levemente anacrónica de los pueblos argentinos, el culto de la amistad, el diálogo intergeneracional, esos rituales que se van construyendo con el tiempo y que terminan por codificar un poco el sentido de nuestras vidas. Se dice que Ronsino es un autor post-saeriano. Es posible: comparte con el santafecino una cadencia y una cierta respiración de la prosa. Pero Ronsino no se queda ahí: recupera un enorme arco de tradiciones locales y latinoamericanas que sería imposible detallar en esta apostilla.


Entrar por la puerta grande

Modo linterna, de Sergio Cheifec

Muchas veces los lectores nos preguntamos con qué libro entrar a la obra de tal o cual autor. En el caso de la narrativa de Sergio Chejfec, el asunto es un poco más difícil de resolver, porque muchos de sus libros ofrecen una aparente resistencia a la velocidad que domina los consumos del siglo XXI (la televisión, Twitter, el celular, etc). La prosa de Chejfec es reconcentrada, por momentos hiperliteraria, a veces barroca y a veces objetivista. Y una de las cosas buenas de este libro, entonces, es que sí, ahora tenemos una puerta de entrada clara y evidente. Modo linterna reúne un puñado de cuentos y relatos cortos del autor argentino que reside en Nueva York, y se erige entonces como una suerte de muestrario de sus distintos tonos y modalidades. Hay piezas más extensas que otras; hay algunas más narrativas, otras más especulativas y otras más visuales. Todas tienen, por lo pronto, el sello de Chejfec: ese trabajo concentrado y profundo con el idioma y ese talento para la explosión formal.


La novela norteamericana

El camino de Ida, de Ricardo Piglia


Diríamos que esta es la novela “inesperada” de Piglia. Blanco Nocturno, la novela anterior, aparecía en textos y entrevistas al autor desde hacía por lo menos quince años. El camino de Ida, en cambio, apareció casi sin anestesia, y fue para muchos lectores, justamente por ese carácter imprevisto, la frutilla del postre. Podríamos decir, además, que esta es la novela norteamericana de Piglia: el narrador es un escritor que acepta un puesto como visiting profesor en una universidad norteamericana y hacia allí va. En Estados Unidos pasará de todo: se enamorará, habrá un crimen, aprenderá algunas cosas del orden de la experiencia, dará un curso sobre la narrativa de Hudson. La novela es fluida, rápida sin perder la hondura de la frase pigliana, y tiene un imaginario internacional: el tipo de estructura, los escenarios que transita y los dilemas de los personajes terminan armando una especie de fresco de la mentalidad occidental.


Todo sobre mi madre

Una muchacha muy bella, de Julián López

Primera novela de Julián López. ¿Qué es? ¿Es una novela de formación? ¿Es un testimonio novelado? ¿Es la búsqueda y el alcance de una voz? Es imposible arriesgar una respuesta, pero sabemos que Una muchacha muy bella tiene la hondura conmovedora de todo réquiem: un hijo escribe sobre una madre, un niño que se crió en los duros años setenta y configura su relato a partir de los signos privados y de entrecasa de una época. Según María Moreno, “el testigo-narrador no recuerda para evocar la vida de una víctima sino para hacer existir a su madre bajo la luz de su mirada amorosa, con la precisión de sus metáforas, la misa a las pequeñas cosas”. Para narrar el terrorismo de Estado y la desaparición forzada de personas, Julián López encuentra entonces un tono distinto, una especie de rincón o ángulo donde sentarse, mirar las cosas y ponerse a escribir. El tono será entonces lo que definirá y le dará grandeza a una historia fuerte.


Tomado de http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Narrativa_argentina-libros-2013_0_1051095225.html

Ezequile Alemián recomendado por Mario Ortiz



23

Recibo un mensaje de texto:
alguien me avisa
que acaba de tener una hija.

Emma.

Nada me indica
si es la madre
o es el padre
quien me lo envía,
y no encuentro
en la agenda
el número
del que partió
el mensaje.

Tampoco recuerdo
que alguien
estuviese por tener
familia.

Felicidades,
respondo.



Ezequiel Alemián en el año 2011 publicó “Poemas pobres” en la editorial VOX

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Quitapenas




MUÑECOS QUITAPENAS
PAIS: GUATEMALA
Hay unas figuras diminutas que pueden ayudarte si tienes problemas: los muñecos quitapenas. Tienen fama de “sanadores”. Se les puede encontrar en el altiplano, de donde es originaria la creencia de estos muñecos mágicos. Los antepasados indígenas descendientes de los mayas son muy celosos para divulgar su secreto y casi nadie conoce a los artesanos que los elaboran Si usted tiene un problema, entonces compártalo con un muñequito de las penas antes de ir a la cama. Dígale una pena a cada muñequito, luego colóquelo debajo de su almohada. Mientras usted duerme los muñequitos se llevaran las penas muy lejos.”

Cuando las mujeres eran las aves

"Érase una vez, cuando las mujeres eran las aves, no había el simple entendimiento de que al cantar al amanecer y cantar al atardecer era sanar al mundo a través de la alegría. Las aves aún recuerdan lo que hemos olvidado, que el mundo está destinado a ser celebrado".

Terry Tempest Williams

martes, 17 de diciembre de 2013

Tuits neorrabiosos


55 tuits


Por Batania



• • • • • No quiero vivir contigo y contra todos sino contigo y aunque todos.

• • • • • Trágica la educación que trata de neutralizar lo que de niño contiene el niño, la que trata de madurarlo y acelerarlo a hombre.

• • • • • Nunca me pregunté si su boca era potable o no potable. Mi único miedo era que se me acabase el suministro.

• • • • • Ética es lo que le gustaría al pobre que tuviera el rico, pero no se sabe de nadie que llegara a rico con ética sino con la falta de ella.

• • • • • ¿Alguien que me ayude a apartarme de mí?

• • • • • Quizá la escritura sea una forma de subir la autoestima a unas personas que de lo contrario estarían refugiadas debajo del cero.

• • • • • Necesitaría una chica integrada, que para apocalíptico ya me basto yo.

• • • • • Me repugna ese imperativo macho según el cual un hombre debe tener “autoridad”. Cuando mi vida consiste en un continuo desautorizarme.

• • • • • Mi madre solía decirme que no me faltaba un tornillo sino “varios tornillos”, y me llenaba de dudas: ¿será el cerebro un taller mecánico?

• • • • • El amor es el único programa cuya instalación es simple pero su desinstalación tan compleja que algunos no conseguimos desinstalarlo nunca.

• • • • • Tan cuadrado y exacto que pensaba en decimales y respiraba geometría.

• • • • • Estoy amando ya a la chica que me amará en el futuro. Sí. La siento ya. La escucho. No miente mi parabólica.

• • • • • Claro que puede funcionar una pareja de dos idealistas. Pero los dos deben coincidir a la misma altura del suelo para poder darse un beso.

• • • • • Cuanto más sabía sobre ella, más misteriosa me parecía. Acabé concluyendo que amarla y conocerla se oponían. Debía elegir. Decidí amarla.

• • • • • La mayor injusticia, la mayor servidumbre, la mayor maldad que conozco es el simple correr del tiempo.

• • • • • La diferencia entre ella y yo estribaba en que yo, doméstico, soy muy capaz de asalvajarme, pero ella, salvaje, era imposible de domesticar.

• • • • • El pasado es mi patria. La memoria mi bandera. La escritura mi único himno.

• • • • • De esas chicas aparentemente sin leyes que te acaban expropiando el corazón.

• • • • • Hay días en que sopla tan turbio que deberíamos hacerle un control de alcoholemia al viento.

• • • • • Ella. Era el eslabón perdido entre un búfalo y una almohada. Una chica rarísima.

• • • • • El atardecer y el otoño se parecen. Vienen con la tristeza de los tigres amaestrados.

• • • • • Antes de confesar que me gustaba, intenté con ella todos los tipos de rechazo.

• • • • • A veces me viene la idea de que intentar conocerse es el gran error y que de mí debería saber lo mismo que una hortensia de botánica

• • • • • El desengaño ha creado más poetas que las librerías, las bibliotecas y las facultades de letras.

• • • • • Extenúame.

• • • • • Cuando estuve enamorado, nunca noté mariposas en el estómago. Más bien mineros que trabajaban con picos y palas en turnos de 24 horas.


• • • • • Cuántos héroes lo han sido solo porque una mujer les estaba mirando.

• • • • • Las prórrogas de mi tristeza duran más que el propio partido.

• • • • • Creo que soy bastante tonto, pero un tonto de una complejidad... No sé si me explico.

• • • • • Accedo a calmarme si vosotros accedéis a respetar mi caos.

• • • • • Las fábulas mienten porque invierten los términos. La verdad es que nacemos cisnes y con los años nos volvemos patitos feos.

• • • • • Aunque la flecha del odio salió mucho más tarde que la del amor, pronto se vio que iba más rápida.

• • • • • Los escritores convierten el dolor en su deporte. Llamo deporte a estirar y convertir en libro un dolor que solo daba para treinta líneas.

• • • • • El amor no funciona, fricciona.

• • • • • Sí, quiero que me ames con todos mis defectos. Cuando termines de contarlos.

• • • • • Para valorar la felicidad necesitas probar la tristeza. Pero no tanta. Para valorar las victorias necesitas sufrir derrotas. Pero no tantas.

• • • • • En cuanto a mi reputación, es como si me preguntan por la capital de Suazilandia, no me preocupa, no tengo ni puta idea.

• • • • • Me gustaría seguir queriendo a todos, pero no sé. Creo que se llama madurez al aumento de la desconfianza en los demás.

• • • • • A favor de las chicas en cuya recámara solo les quede una bala.

• • • • • Prefiero ser un ignorante abierto a todas las confusiones que un sabio blindado y protegido del aire ambiguo de la calle.

• • • • • La literatura que más disfruté fue aquella en cuyas portadas decía "Adaptada para niños". Para cuándo harán libros adaptados para mayores.

• • • • • Lo mío es equivocarme con toda la razón del mundo.

• • • • • De qué sirve el fuego de la piel si tienes el corazón de brazos cruzados.

• • • • • Ella. Era como una abeja que no tuviera sitio para más aguijones.

• • • • • Todos los problemas nacen de que los seres humanos no asumen que viven de alquiler y no de propietarios en la Tierra.

• • • • • Necesitaría un préstamo de tiempo. Pago con lo que sea, salvo con tiempo.

• • • • • Si todo fuera luz, los hay que convocarían manifestaciones pidiendo la vuelta de las sombras.

• • • • • Libertad para soñar. Pido. Que nadie sueñe por mí. Que no me sueñen.

• • • • • Tropezar es mi única manera de ir hacia delante.

• • • • • Ya no sé si escribo porque estoy triste o escribo para estar triste, si la tristeza me escribe a mí o yo escribo a la tristeza.

• • • • • Manejaba su belleza como si fuera un revólver. Y claro.

• • • • • Y que haya que pasar por el trago de amarlas para escribir de manera un poco decente sobre ellas…

• • • • • Con el amor me demostré estéril, pero, apenas probé con el rencor, di a luz quintillizos.

• • • • • Era un poeta que se creía Neruda y hay que decir en su defensa que también Neruda se creyó Victor Hugo y Victor Hugo se creyó Shakespeare.

• • • • • Tú eres la clase de mujer que me apetece para destruirme.




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domingo, 15 de diciembre de 2013

Milenarias y fugaces

Jose Luis Zarate



Para las milenarias estrellas todos los humanos son fugaces.

Convertido en cachos de vajilla usada

Por Simón Esain




lavo tazas y cubiertos en penumbras
porque a la cocina se le quemó su lámpara
bajo el agua en los huecos palpo
tus ojos y tu boca con la esponja espumosa
manipulo tus clavículas un hombro el cuello
como si de nuevo te bañara
lavo tus dedos uno a uno / los dejo
a escurrirse de mi piel en esta oscuridad

siento como si desde el otro lado
me tuvieras en parecido fregadero
convertido en cachos de vajilla usada
y tus manos se obligaran por esta noche
a dejar mis rigideces un poco presentables

cuando al fin duerma entrará el sol
despacio / tanto aquí como allá
quitando estas sombras del ahora
a los estantes del nuevo día

La mariposa escapa

Por Simón Esain



a menudo es bueno mirar atrás
para descubrir qué dejamos de lado

la mariposa vuela y vuela
escapa del gusano en su memoria
de los cánones del jazmín
de las hojas labiadas
de mi lástima

Necesidades básicas satisfechas

Rafa compró jabón en polvo, yerba y media sandía. ¿Qué más hace falta para pasar el mejor domingo de mi vida?

Espesura

Mencantan estos calores sofocantes cuando el aire parece tan espeso que una tiene que moverse lento, lento, lento, como pidiéndole permiso a un pie para arrastrar el otro.

Los hechobolsa

¡Qué calorón abajo de esas alfombras de bolsas de residuos!!!!¡Pobre Lavandini con dos padres que lo cagaban a golpes y no le dejaban meter más que un solo pie en el círculo del espectáculo!!! ¡Qué genial que la mujer barbuda haya hecho lo que hizo! Magnífica como siempre la música de Pasarini y los hermanos Guerra y esa locura de amigos cagándose de risa.

Esta vez se suma al placer que es ser siempre ver a esta gente en La Herrería, el hecho de que haya "circo dentro del circo" y veamos la trastienda de la carpa (que gira para nosotros) igual que en la obra La patria fría que justo estoy analizando para la facu.

Confesiones de domingo

Hacer ná, rascarse a cuatro mano, dormir la mona, meditar la panza arriba en la catrera, mirar como crece el pasto, hipopotamear, pensar en nada. ¡Cuántas actividades para el día de hoy!