martes, 6 de enero de 2015

Este humilde servidor frecuenta una prostituta-fauno apodada La Trimotora (por su inmenso volumen corporal y sus hélices clitorianas)

:: POESÍA ::


Poesía paraguaya reciente II





Segunda de las cuatro entregas de poetas paraguayos a cargo de Cristino Bogado desde Asunción: hoy nos presenta a Christian Kent y al universo del Conde Orloff que escribe. 


Selección de Cristino Bogado (@bogacris)



Christian Kent



Christian Kent nació en Asunción en 1983. Es editor de una revista gastronómica, actor, músico (está en plena sesión de grabación de su primer disco solista), micoetnólogo empírico, poeta. Ha editado, en Chile,Lieutenant (La calle Passy 061 Ediciones) en Paraguay y España en ediciones cartoneras, y en la editorial indie Okara Japu ediciones Conde Orloff, mientras que Arifina, su última obra poética, está en edición digital.
A los 15 miro bajo las palmas de Miss Guaraní y comió su hongo sibilino que le hizo ver el camino de la poesía: colgar su hamaca maka de dos árboles, el añoso y enhiesto cedro de Ayvu rapyta y del otro extremo, el multicolor ysoncorocosongo algarrobo de Jorge Kanese.
Los dos poemas que siguen pertenecen al libro Conde Orloff, de 2013.




Al ritmo de Los Diablos Rojos

Para los quinceaños de la pequeña Yahaira, el conde Orloff
envió una flota de lobos marinos al pueblo de Pullcapa, en
cuyo centro residen los Diablos Rojos.


Chicha peruana amazónica sería la nueva moda en Krakow.


“Si es que quieres tu bailar
y ponerte diablo,
ven escushame cantar
que soy guapo que valgo”.


El trasero de Miss Abott y la Elfa que canta como el guyra
yma se robaron la atención del zoológico histórico.

Orloff convirtió el agua en vodka.

Hermelinda y la vecina guardaban torta y centros de mesa
en sus bolsos al ritmo de Los Diablos Rojos.

En su torre la pequeña Yahaira escuchaba en silencio el
aullido de los cazadores de búfalo.




La Trimotora y los excesos de Extramuro


Los copetines donde se bebe kauí y fuma el tatachiná están
en extramuros de Krakow.

Al igual que los prostíbulos y los antros de Semilla de
amapola que cada vez son más escasos por la creciente
adicción del Conde.

Orloff decidió que estas prácticas no pueden tener lugar en
el zoológico histórico por el mal ejemplo que significarían
para la pequeña Yahaira. Así es que para echarse un trago
uno debe someterse al inminente peligro de las Centollas y
las periódicas apariciones de Añarako para solicitar el
debido tributo.

Este humilde servidor frecuenta una prostituta-fauno
apodada La Trimotora (por su inmenso volumen corporal y
sus hélices clitorianas).

Con ella he aprendido los símbolos antiguos y ciertos
aspectos técnicos de la lengua del Paraka’o.

Mi adicción al kauí me ha ganado en Extramuros un par de
amigos krakowianos y lvovianos extramuranos. Trato de no
generar lazos muy íntimos con los últimos porque al fin de
cuentas todos terminan desapareciendo bajo el océano.

El apetito voraz de la criatura está acabando con los últimos
lvovianos y pronto empezarán a desfilar engrillados los más
desgraciados habitantes krakowianos de extramuros.

Si Añarako no muere, sigue el zoológico histórico, el mítico y
la corte; donde las cabezas de los Orloff podrían rodar por
las escaleras.



Tomado del blog de Eterna Cadencia

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