sábado, 19 de abril de 2014

Después de una tarde entera de tirar las redes

Timonel


Marie Gouiric

La tierra hecha polvo lo enceguece,
sabe por Van Damme que
se puede luchar a ojos cerrados, pero.
Sostiene el fósforo
incrédulo, inconsciente y mezquino
de pensar que
solo un roce firme sobre la caja
desatará el holocausto.
Crecen, altos, rubios y trigueños
demandan ser quemados pronto por
algún vecino reo,
altanero, combativo de bichos,
alacranes y arañas peludas
que bajan de los camiones que salen
del puerto al sur por la misma ruta que
habrá llegado la ceniza.
Agrietado, gris, seco, efímero, infértil
el sol de las doce abre
mapas en la piel del taxista que
decide ir a cabeza de buey
alquilar un bote
tirar la caña, pensar en Cristo cuando
de tantos peces le rompe las redes a Pedro.
Llenar dos baldes después de una
tarde entera de
tirar las redes,
pensar en Cristo y
esperar.
Tirar las redes,
pensar en Cristo y
esperar.
-Pedro era un tipo común-.
Tirar las redes,
pensar en Cristo y
esperar.
Sabe que en su casa lo esperan su mujer y sus hijos
y que a él ninguna red se le ha roto en años.

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