miércoles, 28 de agosto de 2024

Una magia de lengua y tiza y aglutinadas consonantes y diccionarios sabelotodo

"... la encontró en Buenos Aires, cerquita del obelisco porteño, para descubrir que ella –como él– era de esos magos que, con un arte especialísimo, repiten palabras y más palabras hasta que, convertidas en crisálidas, explotan en mariposas traídas de otras latitudes. Una magia sin varitas ni conjuros. Una magia de lengua y tiza y aglutinadas consonantes y diccionarios sabelotodo. Una magia con la que se sube a frases que tienen anverso y reverso: “The dove is here: aquí está la paloma”, “The violet is blue: la violeta está melancólica”. Ay, profesores de inglés. “Strangers in the night”, diría Sinatra."





"Él frente al río color de león. Y Rodolfito en San Pedro que debería ser Judas Iscariote, el escupidor. Allí parece que los naranjales extienden su perfume hasta amortiguar la ansiedad natural de sus habitantes. 

Todo se resume en ligustrina podada en redondo y abrazantes hiedras estrechando con lujurioso calor la desnudez de muros desparejos y la fealdad de casonas aburridas. En realidad nunca ha estado en San Pedro Judas. Todo le llega a través de Ro1dolfito-fito que habla invariablemente de las quintas que se extienden como una pañoleta de brillantes matices y augusto verdor. Rincones de agua y musgo donde el sol, seguro, espeja chorrillos y acequias, vertientes y fuentecillas. Monumentos oxidados en plazoletas sin pretensiones. Templetes abarrotados de clarín de guerra, buganvilias y otros carmines menos osados. Calles de adoquín de ciudad de provincia derrochadora. Empedrado lavado por las lluvias del verano y las lágrimas invisibles pero corrosivas de tanta solterona de pueblo viejo. Los hombres fuertes se van. Las mujeres fuertes consiguen quién las lleve fuera de esa cárcel disfrazada de metrópolis. Se van los que quieren mundo –dice Rodolfito-fito– y quedan en el aire las moléculas de sus deseos de partida. Flotan para picotear con resentimiento los ojos de los que tienen que quedarse porque ya les pasó el tren. Y están, ¿cómo no?, los vendedores de tractores: nietos escarmentados de antiguos vendedores de cosecha. Memorias de inundación y muerte se reflotan como vinos soporíferos de siesta veraniega. Y las tumbas se retuercen abiertas a los abrojales orlados de mariposas de la noche. Ellas doran sus arabescos de comparsa entre las viñas anochecidas y dejan caer sus sedas urticantes. Muchos llevan la piel marcada como si el sexo furtivo se les trasparentara. Y en ello se regodean muchas ventanas. Tras sus cortinas tejidas a bolillo por miles de mallorquinas y menorquinas desahuciadas, están la envidia y el resentimiento de todas ésas que alguna vez llegaron engañadas a hacerse una América inexistente. Sus ojos espiones observan la marca del sexo y refriegan su frustración bajo la monotonía de la lluvia o los marcos fríos de retratos amarillosos. Esperan desesperando mientras los azahares destilan un néctar que Rodolfito-fito junta y revende en Buenos Aires para la preparación de gotas naturistas tranquilizantes. Es su 138 excusa más perfecta para ir y venir. Juega al “toco y me voy” en todos lados. Es un fronterizo."


Jorge Paolantonio. Año de serpientes.

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