"¿Y por qué lecturar? No alcanza con “leer”, al principio necesitan de la lectura de otros hacia ellos, entonces allí hay algo más que el acto de “leer”.
No alcanza con “dar de leer”, porque ese “dar de leer” no da cuenta de algunas sutiles implicaciones subjetivas de ese proceso en quien recibe. A la vez, cada experiencia de lecturar contiene marcas propias de la subjetividad de quien lectura: sus formas personales de decir, de relacionarse con las palabras, con el juego, con el tiempo, con la ternura, con la ficción, su amabilidad y su riqueza.
Lecturar es, para mí, producir ese baño narrativo, lingüístico, poético, que tiene carácter de iniciación, y que pone en acción profundos procesos psíquicos, intelectuales, afectivos, simbólicos, de los que depende en gran parte el acontecimiento de convertirse en lector.
Lecturar reúne algo del verbo leer y algo del verbo amar. Algo así como trasvasar amorosamente a los otros el equipaje y las habilidades iniciales para construir, cada vez con mayor autonomía, la experiencia plena y emancipatoria de la lectura. Por eso lecturar supone una relación de compromiso e intimidad entre quien lectura y quien se lectura, como condición misma de la experiencia."
María Emilia López
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