De esas que siempre quisieron correr carreras conmigo, hacerse las amiguitas, probar si podían mojarme la oreja o conseguir de mí algún beneficio de prestigio o reconocimiento de su eguito aboyado. Qué alegría esquivarlos la cuerpa, verles los hilos tirantes o cortijeados, saber que pueden ganarme por goleada total yo no distingo un arco de una pelota.
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