sábado, 29 de junio de 2019

El poder de las mujeres es poder negro


Por primera vez traducen al español poemas de Audre Lorde

Compartimos ahora poemas tomados del libro Quién dijo que era fácil (Zindo & Gafuri). Parte de la antología que incluye poemas escritos por la escritora afroamericana, activista y feminista nacida en Harlem.
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Audre Lorde

Audre Geraldine Lorde (1934-1992) fue una poeta, ensayista y oradora afroaestadounidense feminista, lesbiana e incansable activista por los derechos civiles. Graduada en literatura y filosofía, Lorde fue también docente universitaria, bibliotecóloga y madre de dos niños. Durante toda su vida asumió su poesía como una forma de exploración de todas esas identidades pero también como modo de expresar en forma radical su lucha contra la homofobia, el machismo, el racismo, el clasismo y demás injusticias sociales que destacan en su obra como ejes temáticos característicos. Fue cofundadora de la editorial de mujeres negras The Kitchen Table y codirectora del periódico lésbico Chrysalis; dueña de un poderoso magnetismo y una fuerza avasallante, su militancia feminista inspiró a muchas generaciones y aún lo sigue haciendo. Poco antes de su muerte, durante una ceremonia africana de bautismo, Lorde tomó el nombre de Gamba Adisa, que quiere decir: “Guerrera: la que se hace comprender”.
Tomados del libro Quién dijo que era fácil (Zindo & Gafuri) con traducciones de María Eugenia Soler y Gabriela Raya, tres poemas a continuación seleccionados por eternacadencia.com.ar

Ahora


El poder de las mujeres
es
Poder negro
es
poder humano
es sentir siempre
que mi corazón late
cuando mis ojos se abren
cuando mis manos se mueven
cuando mi boca habla
Yo estoy
¿están
Listas?


Eco


Me escucho
atrapada en la sequía                      suplicando
al viento
seco como la tierra sin lluvia
llorando amor
en una lengua de falso trueno
mientras mi amor espera
uan trampa sembrada
en la puerta de mi casa
una boca llena de dientes perfectos
seguros de su fuerza sobre el hueso
espera
para tragarme entera
y atravesarme
como ecos de risas sin sombras.

Un amor           silencioso cuelga
en la puerta de mi casa
una sábana de seda y ladrillos
rasgada en el sol.


Las abejas


En la calle afuera del colegio
lo que los chicos aprenden
los posee.
Tres chicos gritan y tiran piedras
a un enjambre de abejas   atrapado
entre la ventana del comedor y una chimenea

las piedras furiosas raspan el metal.
 Las abejas están distantes   y lentas

para defenderse. Pican a un chico y se
acelera la destrucción.

Llegan los guardias escolares con
largos palos en la mano
avanzan hacia la colmena
rompen las ya casi terminadas
celdas de cera   miel fresca
gotea de los palos de escoba

pequeños pies   se convierten

en expertos en pisotear las abejas que caen como lluvia
en el pavimento.

Curiosas y apartadas   las chicas
miran con fascinación   aprenden
lecciones secretas   una pisa
lo que queda del zumbido débil
para curiosear el rincón vacío
"¡Podríamos haber estudiado cómo hacer miel!"
intenta comprender
su propia destrucción.

Quién dijo que era fácil


Tiene tantas raíces el árbol de la rabia
que a veces las ramas se quiebran
antes de dar frutos.

Sentadas en Nedicks
las mujeres se jutnan antes de marchar
hablan sobre las chicas problemáticas
que contratan para ser libres.

Un empleado casi blanco ignora
a un hermano que espera para atenderlas primero
y las damas no se dan cuenta i rechazan
los pequeños placeres de su esclavitud.

Pero yo que estoy limitada por mi espejo
como por mi cama
veo la causa en el color

como también en el sexo.
y me siento acá preguntándome
cuál de mis yoes sobrevivirá
a todas estas liberaciones.

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