domingo, 12 de febrero de 2017

Sir Philip Sidney

Antes llovía, ahora llueve más y yo leo los sonetos de amor de un poeta inglés muerto en batalla hace 440 años exactamente.


Querida ¿atiendes más a un perro que a mí?
Si él ama, yo ardo, ardo en amor.
Si él sabe esperar, yo de aquí no me moveré.(…)
Si él trae un guante, yo traigo mi alma a ti.




Y Amor, creí que lleno estaba de ti,
Mas no encontrando llamas incansables,
Inclineme hacia otras, olvidando
La estrella que debía guiar mi paso.
Ahora sí que Amor con desamor he comprendido.
Y probando el veneno he sido envenenado.
Vuelvo, perezoso, a su amor,
Mas ella huye y de sus ojos salen volando flechas a mis ojos.




DE VERAS AMANDO, Y ANSIANDO MOSTRAR MI AMOR EN VERSO…

De veras amando, y ansiando mostrar mi amor en verso
para que Ella, mi amada, obtuviera placer de mi dolor,
y que el placer la llevara a leer, la lectura la hiciera conocer,
el conocimiento provocara su pena, y la pena obtuviera su gracia,
busqué palabras aptas para pintar la negrísima faz del dolor,
estudiando refinadas artes con que recrear sus pensamientos,
a menudo pasando hojas ajenas, por ver si de allí fluía
una lluvia fresca y fructífera sobre mi mente por el sol abrasada.
Mas se resistían las palabras, necesitadas del Ingenio,
el Ingenio, hijo de Natura, huía de los golpes de su madrastra Estudio,
y los pies ajenos aún eran en mi camino extraños.
Así, preñado de oratoria, e incapaz en el alumbramiento,
mordiendo mi pluma holgazana, golpeándome de rabia,
“Necio”, me dijo mi Musa, “mira en tu corazón y escribe”.

Astrophil y Stella, 1581. Traducción de Sonia Hernández.



«La naturaleza nunca cubrió la tierra con un tapiz tan rico como lo han hecho una gran variedad de poetas, ni con ríos tan placenteros, árboles tan fructíferos, flores tan fragantes, ni con ninguna otra cosa que haga de esta bien amada tierra un lugar más amable. Su mundo es de bronce, sólo los poetas dan origen a un mundo de oro».



«Que mientras viváis, viváis enamorados y nunca consigáis el favor de vuestras damas por no saber escribir un soneto y que, cuando muráis, vuestra memoria en la tierra muera también por falta de un epitafio»
Maldición de Sir Philip Sidney (1554-1586) contra los que no estiman la poesía.

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