A comienzo del año pasado me invitaron a participar de un proyecto de danza que estaba tomando forma y que se convertiría en Compañia Una Mirada.
Como bien supo definirme un profesor alguna vez, yo dije que sí, como los inmigrantes, y me vi envuelta en un mundo que nunca me resultó del todo ajeno, ni del todo propio, y que me terminó de enamorar.
Aprendí de luces, de video, de fotografía en el aire, de frustraciones, de procesiones por dentro y de piel de gallina cuando las palabras son dichas con el cuerpo y con el movimiento.
Como bien supo definirme un profesor alguna vez, yo dije que sí, como los inmigrantes, y me vi envuelta en un mundo que nunca me resultó del todo ajeno, ni del todo propio, y que me terminó de enamorar.
Aprendí de luces, de video, de fotografía en el aire, de frustraciones, de procesiones por dentro y de piel de gallina cuando las palabras son dichas con el cuerpo y con el movimiento.
En unas semanas estrenamos la segunda obra de la Compañía, DECISIONES, que mucho dice acerca de los momentos en los que tomamos el control de nuestras vidas.
Hoy, solamente puedo decirle gracias a Laura, Laura y Anto por haber confiado en mi ayuda y por haberme devuelto la magia de crear y a todas las grosas que bailan, que me regalan arte en cada encuentro y que me dejan ser parte de este grupazo de gente.
Las quiero mucho y me siento bendecida por haberlas conocido.
Las quiero mucho y me siento bendecida por haberlas conocido.
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