miércoles, 11 de noviembre de 2015

Nada más que hablar

El otro día volvíamos solos en el auto y hablábamos trivialidades, hasta de política hablábamos, como si nada hubiera pasado. Él jamás me ha encarado manifestando su deseo o sus decisiones, él espera que todo lo haga yo, si yo no lo toco, él no estira la mano, él espera.
Cuando pasamos por una esquina se quiso hacer el trabajador y me dijo que le querían dar esa agencia de ahí pero él no quería. Yo le digo ¿La de enfrente de tu amiga? (La madama trucha de Flores a la que llevaba a cabarute todos los días y que se supone que le presentó a la que "se le cruzó") "Yo no la llevo más a ningún lado a ella, no la llevo más", me dice como si eso aclarara algo.
Cuando pasamos por la casa de Gabriel, el amigo suyo que me mostró los análisis y me informó sobre la ocupación de la que "se le cruzó", me dice "¿No querés bajar en lo de tu amigo Gabriel?" Le hice que no con la cabeza y me volvió todo el dolor de verlo no hacerse cargo de nada, echar la culpa afuera, creer que fue una víctima de un complot en su contra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario