En medio de Azul y mis ponencias y el ciclo de poesía y el cierre de cuatrimestre y la nieta y los brotes de mi jardín, Gustavo se me asoma, me ronda. Hace como que viene a traer algo, busca a los chicos, llama por teléfono con cualquier excusa. Y yo ni lo miro de reojo, apenas lo veo pasar por una esquinita, y soy muy feliz de no tener deseos hacia él.
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