De repente nos llamamos. Vos, yo, nunca nosotros, siempre a destiempo. Ninguno de los dos saluda ni se presenta, sabemos quiénes somos, sabemos que la espera es mutua, imposible, hasta indeseada. Sabemos qué momentos corresponden del juego: rechazar, ser rechazado, hacer como que no pasa nada, arrepentirse.
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