Lunes por la madrugada
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sábado, 13 de junio de 2015
La ciencia-ficción y la argentinidad
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Entrevista - Mariano Saba: Esto también pasará
Hablamos con el dramaturgo Mariano Saba sobre su espectáculo ¨Esto también pasarᨠaquí nos cuenta cómo nace la obra, los primeros lineamientos con los que trabajó, el trabajo con el género de la ciencia ficción, entre otros temas más. Por Martin Dichiera
12.junio.2015
Martin Dichiera: ¿Cómo y en qué momento nace la obra?
Mariano Saba: Durante el año 2012 empezó a aparecer en la prensa una multitud de noticias sobre el amartizaje de un robot terrícola de exploración. Las fotos que enviaba desde el planeta rojo me intrigaban muchísimo: por un lado, el hálito épico de la empresa; por otro, la sospecha… Me preguntaba si no serían fotos de algún desierto sahariano… ¿Estampas de San Juan, tal vez? La polaridad entre el heroísmo y la sospecha me causaba cierta simpatía, como si algo de lo humano en general -y especialmente de lo argentino- se jugara ahí. Por otra parte, aquel verano, leí en contigüidad dos citas que parecían dialogar entre sí y chocar haciendo chispa. Por un lado, Rilke, cuando dice que “la verdadera patria del hombre es la infancia”. Y por otro, González Tuñón, respondiendo que “la muerte es el último país que el niño inventa”. Del cruce entre estos postulados surgió un texto sobre la melancolía argentina, sobre la irónica idea de que la historia -como la lengua- se desarrolla hasta un punto y vuelve a su origen, a su infancia. Siempre me apasiona pensar la manía argentina de vincular lengua y territorio en un país donde abundan ambas cosas de manera extrema.
M.D: ¿Cómo fueron los primeros lineamientos con los que trabajo y como fue el acercamiento inicial a la obra?
M.S: Me atraía poder revisitar ciertos dilemas de la argentinidad como asunto que nos ha atraído a Andrés Binetti y a mí en varios proyectos previos. Pero tenía claro que este texto exigía, desde el guiño irónico con respecto a la ciencia ficción, una torsión en el lenguaje que lo volviera atractivo sin perder intensidad. Por suerte Andrés creyó en la propuesta y se lanzó a dirigirla. Convocó a actores formidables como Ezequiel Lozano, Alejandro Lifschitz, Alfredo Martín y Mariela Asensio. El resto fue trabajo. Creo que las actuaciones protegen un mundo que si bien bordea la parodia se ensombrece por momentos hasta tornarse apocalíptico.
M.D:
En esta obra, como en varios de los espectáculos anteriores, hay un trabajo sobre problemáticas que tiene que ver con nuestra historia y/o con lo ¨argentino¨ ¿como ves que se da esto en tus obras?
M.S: Yo creo que lo argentino es un modo específico de hablar de lo humano, sobre todo en un país con tanta producción teatral y tantas poéticas no excluyentes coexistiendo. Sin embargo, no reniego de su especificidad. La “argentinidad” revela valores contrastantes: éticos y estéticos. Desde la heroicidad y la solidaridad más inesperadas, a la intolerancia más fatídica y a la violencia voraz: la coloratura del arco argentino es de lo más variada. La identidad de una nación tiene cierta superficie poliédrica y el teatro que surge de esas coordenadas debe ocuparse de potenciar la diversidad de sus conflictos, de evidenciar sus incógnitas y de exhibir sus contradicciones más intensas. Porque guste o no, la sinceridad con esas dudas -con esas intensidades que proyecta el texto y que encarna la actuación- es lo más sorprendente de lo teatral y lo que más lo justifica ante el público de su tierra. Y creo que también ante la gente de tierras lejanas.
M.D:
¿Como surge la idea de meterte en un genero como la ciencia ficción, cruzándolo en este caso, para hablar de la problemática del vínculo entre lengua e identidad nacional; y cuales fueron las mayores dificultades de trabajar con éste genero en teatro?
M.S: Siempre me atrajo la ciencia ficción. No de manera enfermiza, pero supe valorar la compañía del género durante la adolescencia: de Asimov a Bradbury, pasando por Dick, La ciencia ficción parece pisarle los talones a la realidad. Pero no sólo porque la ensoñación utópica de sus adelantos técnicos -o de sus distopías- termine tornándose real con el tiempo. Sino porque la ciencia ficción -y sobre todo en ciertos autores- es el único género que permite sentir melancolía por el futuro. ¿Se puede sentir añoranza por lo que todavía no ocurrió? No lo sé, pero de existir, esa sensación sería tan argentina como el tango -al cual tanto se acusa en la obra de provocar lágrimas a cambio de recuerdos-. La cultura televisiva y cinéfila también dejó marcas en mi generación: desde
V Invasión Extraterrestre
a
Encuentros cercanos del tercer tipo
, todo reafirma la fascinación por un futuro inescrutable y siempre factible de ser soñado. Lo bueno fue que con Binetti rápidamente encontramos la clave para poder trasladar este guiño a escena: debíamos usar un espacio “reciclado”. Un rancho lleno de basura tecnológica, un anclaje que fundara la categoría que signa a toda la puesta: una especie de retro-futurismo.
M.D:
¿Cuáles son los temas centrales de la pieza?
M.S: Los temas son muchos y me animo a decir que los más importantes surgen en el espectador. Sin embargo, supongo que desde el texto se sugiere cierta reflexión sobre el ser argentino como un caleidoscopio de formas heroicas y preciosas, y de otras formas más tristes y trágicas. Sin duda, también, se arriesga de manera irónica la hipótesis anti-hegeliana de que la historia no se repite ni se sintetiza, sino que se expande como la lengua de la rana para volver luego a la boca oscura del animal. Sin duda son polisémicos los temas y variados, pero reina en ellos la posibilidad de pensar la patria como un perpetuo exilio de la infancia, como una nostalgia por la vuelta hacia cierta exactitud del sentido y del lenguaje que quizá no haya existido nunca.
M.D:
La obra cuenta con dirección de Andrés Binetti, con quien trabajás hace tiempo ¿cómo vivís el entregar el material a un director para que monte esa pieza que escribiste? ¿Como es un tu relación durante los ensayos con la obra?
M.S: Fue la primera vez que Andrés no colaboró conmigo en la escritura y que asumió sólo la dirección. Su trabajo siempre está signado por la generosidad. Y yo creo que los textos son excusas para que la actuación explote en escena: si el texto no afirma esa energía contundente de la actuación, hay que quitarlo. En ese sentido, siempre será beneficiosa una dirección que tenga la confianza de poder sugerirte los descartes sanos de una obra y que arriesgue su mirada para llevar adelante el proyecto.
Por Martin Dichiera
En twitter @Martindichiera
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