Yo tengo una amiga a la que vi: recién quebrada, enyesada, bancándose que le laven la cabeza sentada en la punta de una silla con rueditas, saltando en una pata colgada de un hijo para ir al baño y saliendo de la anestesia y NUNCA, pero NUNCA, dejo de reírse a carcajadas y decir '"Qué felicidad mi camita" "Qué felicidad mi pelito" "Qué felicidad mis hijitos y mi señor". Ahí entendí la causa de todo lo que la quiero. A tu salú,
Paula Irupé Salmoiraghi
No hay comentarios:
Publicar un comentario