lunes, 20 de octubre de 2014

Rien de rien, je ne regrette rien






Mirale la facha a los 45 años, mirá las manos, el gesto, mirá las paredes del fondo. Miro la foto y, te digo, hasta siento orgullo. Una pelotudez, a nuestra edá, sentir ese orgullo tonto, adolescente, después de todo lo que nos fue mal y de todo lo que este señor me hizo sufrir en la vida. Pero qué le voy a hacer: me da la veta heroica, me agarra la cosa épica y me olvido.
Me alegro tanto de no odiarlo, de nunca haber podido odiarlo (a pesar de los momentos de odio feroz). Si lo odiara a él odiaría la mitad de mi vida y prefiero estar orgullosa, equivocada pero no arrepentida.

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