miércoles, 22 de octubre de 2014

El empeño con que abrazaba esa corteza

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PAULA JIMÉNEZ ESPAÑA



En la selva, esa noche

había tomado el jugo de una planta

más amargo que el vino y concentrado

como una medicina o un veneno

y al rato de beber, supe

que era yo la que trepaba ante mis ojos

mientras otros cantaban

que era yo

la que subía como una enredadera

por el tronco de un árbol

y era yo la que después bajaba

y más tarde subía

todas las veces necesarias, o sea

durante el tiempo total de mi vida.

Es difícil contarles

el empeño con que abrazaba esa corteza

clavándole las uñas que la descascaraban.

Mis garras eran fuertes como las de los gatos

pero al caer me hice liviana, y repté

sedosa, por la tierra.

Era la madrugada

cuando cedió su efecto esa bebida

y me dormí.

Por muchos días

las imágenes de aquella noche

quedaron en mi corazón

lo hicieron dulce como los duraznos

que brotan en la rama y se deshacen

en la boca sagrada de la vida

después de cada invierno.







De "La vuelta". (2013)

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