jueves, 25 de septiembre de 2014

Con Consiglio no son odiosas ni campestres


La mañana



24-09-2014 | 


La credibilidad de la mañana depende de mi café y del pan que se está tostando, del olor que despiden. Todo se hace más cierto; sin embargo, las cosas no buscan imponerse. Se funden en un clima, en una atmósfera que conserva ingredientes de la noche


Por Jorge Consiglio.



jarro de café en blanco y negro


La mañana es fiel a la expectativa que se tiene de ella. Es el tiempo de afirmación de la vigilia, que avanza con serenidad y recompone el mundo. De a poco, muy de a poco, crecen las certezas. En la mañana, cada elemento se combina con otro en un feliz entendimiento. Las cosas acuerdan desprenderse de una parte de su sombra. Se dan a lo visible como si fuera una simplificación, una fatalidad de lo diurno: biblioteca, libro, lámpara, perchero, zapato. Es la mañana. Al comienzo, se trata solamente de sonidos. Llegan amortiguados los ruidos de la avenida, la tos del vecino, un golpeteo sordo de pasos, el agua que baja por los caños, el insólito ladrido —igual a una exclamación, a una voz de protesta— de un perro al que no vi en mi vida, el tableteo de la persiana movida por el viento. Se trata de una melodía que crece.
El ejercicio del día me lleva al baño y después a la cocina. Hago café. Paso a paso, sigo el orden de los actos minúsculos. Tengo la impresión de que no estoy mirando la azucarera que está frente a mí, la estoy pensando. Podría vivir quince vidas y asombrarme siempre de lo mismo. Sobre la mesada, hay muchas cosas: un tupper con algo de arroz, un cenicero, una bolsa llena de corchos, una planta, un jabón de lavar la ropa. Aspiro el olor a café recién hecho. Tengo entre las manos una taza humeante. Tomo sorbos cortos. Puse a tostar dos rodajas de pan lactal sobre una planchita de metal. Como antes era el sonido, ahora es el olor. La credibilidad de la mañana depende de mi café y del pan que se está tostando, del olor que despiden. Todo se hace más cierto; sin embargo, las cosas no buscan imponerse. Se funden en un clima, en una atmósfera que conserva ingredientes de la noche. En estas primeras horas del día, existe otra calidad de tiempo, más expandido, menos inmediato. Persiste un ritmo que todavía es pausa, un margen de indeterminación cuya expresión se lleva bien con el silencio.



Tomado del blog de Eterna Cadencia

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