jueves, 17 de julio de 2014

Entiendo lo que se me canta y qué

El lunes pasado tuve una experiencia mística en terapia intensiva con mi viejo. Él, lleno de caños, relúcido, sin poder hablar, no sé cómo (o yo me lo inventé) quiso papel y birome para decirme algo. Yo desesperada. No le entendí, pensé mil cosas, adivinaba algunas, él me decía que sí o que no con los ojos. Creí que quería que le leyera algo, busqué el único libro que tenía a mano (Manual Pràctico del Odio de Silvana en el pasillo) y no quise leerle el título por no deprimirlo y le busqué el capítulo de amor para alegrarlo, pero no era eso lo que quería (yo creía que había equivocado el libro o el género).
Ayer, sin respirador, le pregunté qué carajo me quería decir, por qué dibujaba apenas un círculo, una flecha, los números 1,2,3 (imaginate todas las teorías filosóficas, líricas y morales que entendió esta boluda). Bué, mi viejo quería que le trajera su reloj, el de agujas, o el de los números grandes. Le dije que yo pensé muchas otras cosas. Me dijo que soy un tronco.
:P

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