Mi hijo mayor se fue (y ya volvió) a Gesell, en carpa con dos amigos. Mi nena está preparando el bolso para salir esta noche con una familia amiga para San Clemente y en febrero la invitó otra amiga a Gesel también. El menor salió esta madrugada para San Luis. Y yo muero de orgullo materno: porque saben elegir amigos que los quieren, porque se divierten, porque son tan buenos y bonitos. Y yo muero de miedo materno por todas las pavadas que causan miedo materno normalmente, más un toque de miedo infantil: el que me hace hacer pucheros si no tengo a mis hijos e hija cerca.
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