Tres Geishas. Graciela Cros
VI
Sin fuerzas ya
la geisha obediente
se esconde a dormir
entre las altas hierbas
y no puede.
Esos trabajos
que te impones, le digo.
Esos esfuerzos
que haces
para el placer ajeno,
no te dejan soñar.
Terminan
Con tus aves.
Dan razón
A la muerte.
Vuélvete ya
Contra ti misma.
Rompe con el mandato:
Prende fuego a tu traje.
VII
En este hotel llamado Londres
la geisha omnipotente
se ha puesto a pensar:
¿Qué hago aquí
manchando los brocados
de la sala
con esta sangre
negra?
No es Inglaterra, es Chile
y mi sangre
debería ser roja
en este hotel llamado Londres
de Santiago
Has de saber, la calmo, has de saber
-hundida como estás en la severidad y la torpeza-
que ni siquiera tú,
ni siquiera tú…
Entonces
ya no sigas.
Abandona la escena imperfecta.
Ni siquiera tú,
soberbia, herida, triste.
.
A ver si lo aceptas.
VIII
Tiembla
su corazón de pájaro
detrás
de la brillante vestidura.
¿Cuán importante es?
pregunto
a la geisha amenazada.
Esa puerta cerró.
El hombre,
al otro lado, no te oye.
El hombre,
al otro lado, tiene la llave
que anhelas.
¿Cuán importante es?
No te detengas
frente a una puerta clausurada.
Aprende a confiar
en la zozobra
del propio movimiento.
No es él,
al otro lado, no lo es.
Es
tu temblor
el que amenaza.
.
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