"A Mercedes la conocí en Sucre, un pueblo del interior de la costa Caribe (…) Un día, en un baile de estudiantes, y cuando ella tenía solo trece años, le pedí sin más vueltas que se casara conmigo. Pienso ahora que la proposición era una metáfora para saltar por encima de todas las vueltas y revueltas que había que hacer en aquella época para conseguir novia. Ella debió entenderlo así, porque seguimos viéndonos de un modo esporádico y siempre casual, y creo que ambos sabíamos sin ninguna duda que tarde o temprano la metáfora se iba a volver verdad. (…) Ahora estamos a punto de cumplir veinticinco años de casados, y en ningún momento hemos tenido una controversia grave. Creo que el secreto está en que hemos seguido entendiendo las cosas como las entendíamos antes de casarnos. Es decir, que el matrimonio, como la vida entera, es algo terriblemente difícil que hay que volver a empezar desde el principio todos los días, y todos los días de nuestra vida. El esfuerzo es constante, e inclusive agotador muchas veces, pero vale la pena. Un personaje de alguna novela mía lo dice de un modo más crudo: «También el amor se aprende»".
- Gabriel García Márquez | “El olor de la guayaba” (1982)
Falleció en Ciudad de México el 17 de abril de 2014
Nota: Hoy recordamos en Hermeneuta al gran Gabriel García Márquez con uno de esos textos que despiertan ternura, pues gira en torno a su mujer Mercedes Barcha. Estuvieron juntos sesenta años y ella siempre fue fundamental para sus historias. Como escribió él: “Mercedes impregna todos mis libros”. También fue ella quien logró sacar adelante a la familia cuando él escribió “Cien años de soledad”, pues para dedicarse por entero a la novela Gabriel renunció a todo empleo, sufriendo desde entonces importantes dificultades económicas. Cuando concluyó la histórica novela, esta le dijo: “¿En verdad ya la terminaste? Debemos 12.000 dólares”. Por cierto, la frase “También el amor se aprende”, que tan bien resume este texto, se incluye en “Crónica de una muerte anunciada”.
Gabriel y Mercedes en 1990 (Fuente: Fundación Gabo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario