viernes, 19 de enero de 2024

Levantarse a escribir. Y encima sobre amor

 No es inédito en mí haber soñado algo que se convierte en entrada de esta bloga inmediatamente. Ni tratar de atrapar unas imagenes, unas voces que, a todes, se nos olvidan al despertarnos.

Lo que anoto como felizmente novedoso es el salir de la cama para escribir, para realizar mi tarea de escritora.

Bueno: antes fui al baño y al jardín, a la puerta a buscar en bidón del laboratorio, arranqué yuyos y junté soretes, repuse agua y comida de perris y gatis, tomé la pastillita de la presión y la loratadina, me comí una banana y un pomelo. No me hice mate todavía.

La cosa es que soñé con un hombre, casi con dos, que me deseaban y a quienes deseaba. Siento todavía esa hermosa sensación que hace rato no siento en la vigilia de mirar y querer ir hacia alguien, de atracción física y de curiosidad mental, de cariño y de ganas de hacer con.

La cosa era que yo estaba de visita o de seminario o de curso en algún lado, era Argentina, no me acuerdo de nombres de lugares, creo que había playa o río. Los dos hombres eran hermanos: el menor gustaba de mí, me parecía amistoso y querible pero el mayor se cruzaba y mis ojos se iban tras él. Lo veo ahora y pienso en alguien como ese profe en el que he estado pensando últimamente, o un preceptor que tuve en el Páscoli y del que no me había acordado nunca más. Un tipo de hombre entre gitano y eslavo, cara blanca pelo negro, rasgos duros, flaco, de mi edad.

Yo estaba en un aula dando mi última clase de no sé qué. Eran niñes pequeñes, me suena que era una escuela valdorf y yo había dado un taller o algo. De repente me salía del aula para verlo a él que, para camuflar que me estaba esperando, tenía un puesto de garrapiñada o algo así en la esquina. Yo dejaba el aula por él, me iba a la esquina a hablarle y cuando volvía a los 10 minutos, otra docente se había hecho cargo del aula, estaba todo bien, salvo que la secretaria, más joven, más típicamente minita de telenovela, me decía que no me metiera con su novio, que me había visto ir a verlo.

Después no me acuerdo nada más. Algo como hacer unas valijas, no sé si irme yo o irnos juntos pero la sensación era de felicidad de habernos encontrado.

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