viernes, 1 de diciembre de 2023

Luz de giro, de Alicia Salinas

 La Capital

Alicia Salinas: cómo transformar lo efímero en duradero

La poeta y periodista rosarina acaba de lanzar su nuevo y premiado libro, "Luz de giro". Una mirada y tres textos que lo integran
25 de octubre 2023·14:12hs

"Hace siglos, otra sombra encendía/ una luz expectante en el árbol/ de mi familia, sobre teclas antiguas, dice Alicia Salinas (Rosario, 1976), y más adelante: Cae sobre el futuro una lluvia pesada,/ la tarde en que recuerdo este instante". El transcurso y el devenir del tiempo -personal e histórico- tiende el hilo a lo largo del cual Luz de giroeste nuevo libro de Alicia Salinas editado por el sello rosarino Baltasara, va insertando, con destreza, sus dijes. Mensajes grabados en piedra de lo que ya ocurrió, pesan como profecías: sedimentos de aquellos hechos impactan, inevitablemente, sobre lo que somos. Pero también, como anuncio de lo inevitable, visiones presentidas, imaginadas, del futuro, anticipan las distintas instancias de lo posible. No puede saberse, entenderse, lo que hoy pasa y nos pasa, por afuera de una línea continua de tiempo que va uniendo puntos, trazando derroteros, escribiendo la historia.

Sobre este lienzo temporal se despliega la trama de este libro, en el que campea, como tema subyacente, el conflicto perpetuo de la palabra dicha y escrita, su lucha permanente por desentrañar el aspecto más significativo de las cosas que nos afectan o conmueven, por atrapar y moldear en materia duradera lo que se presenta como efímero, y enfrentando la frustración a la que intentan condenarla sus propios límites, extraerle el poema a la palabra, poner en marcha ese mecanismo inquietante y maravilloso que se presenta ante nosotros, abriéndose paso hacia la pregunta que gravita sobre todo intento humano de hacerse entender mediante la palabra, y elaborar belleza a través de ella: ¿Habremos aprendido de la arena/ o resbalamos entre dedos que van a tocarnos/ dentro de miles de años, sin asumir/ la insumisión del estallido?

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Luz de giro es el quinto libro de poemas de Alicia Salinas, además periodista y docente. La obra resultó ganadora en la última convocatoria editorial del sello rosarino Baltasara, que la publicó este año.

Tres poemas de "Luz de giro"

Frente a una caja de cartón

¿De qué rincón proviene

la dureza mineral de esas miradas

en la moto negra por la noche roja?

Dos chicos de brazos flaquísimos

por el confín sur cruzan a mi padre

—nació en invierno con los ojos pegados,

cómo lo pudo atravesar el curso de las piedras

que unas hondas proyectaron desde una coda

donde el arroyo se conmueve, allá,

en el fondo. El escape humea,

mi padre vuelve a casa de un asado.

Sietemesino en la Argentina del cuarenta,

lo colocaron en una caja de zapatos.

¿Se habrá cruzado a los abuelos de estos niños

cuyos dedos lo rozan, no para abrazarlo

ni para preguntarle el nombre de una calle

de barrio? Mis amigos fuman en el centro

junto al río donde el arroyo se desuella.

Mi abuela no tenía leche

y buscó una matrona de San Francisquito

—luego el bebé llegó a la universidad,

el primero de la familia—. En noches heladas

la modista inmigrante rezaba frente a la caja

de cartón, para que sobreviviera.

¿Quiénes tocaron a estos niños?

Las piedras surcan la avenida

para encontrarse con el saludo de un viejo

después del pollo y la sangría —lejos

me convidan un cigarrillo—. Mi padre cae

golpeado por el caño de un revólver.

“¿Sobrevivirá?”, preguntaba mi abuela

al ángel guardián y clavaba la aguja

en la tela. Las piedras se ponen más duras,

un perro ladra, la ceniza se dispersa,

suena el teléfono. “No se asuste, señora”.

El río fluye como la noche, la moto, la sangre.

Una sombra se cernió sobre mi padre

—más frágil que una rama se ha quebrado—.

Los amigos tiran la colilla, nos reímos

en un intento por resistir los traspiés.

Amanece en Rosario.

Frente a la hoja amarilla de un fresno

Nos cubriremos con el oro de no tener nada.

César Vallejo

Tan delicada se mece la brisa,

su cadencia eclipsa todo vértigo

y vuelve la vida simple

—levísimos movimientos

producen grandes cambios.

A veces también arrecian

formas brutales de la naturaleza

que intentamos alterar; en vano,

porque ningún control desmiente

cada destino, aun minúsculo,

en el concierto del universo.

La tarde en el otoño del abrazo perfecto

llama a la calma y suscita sin embargo

un estremecimiento. Nos toca por fin

como a los pobres de Montale

la porción de riqueza que asigna la divinidad,

pienso, y el ejercicio de imaginar

acerca a la felicidad tan esperada

—así una hoja diminuta del fresno

se desprende amarilla, casi en silencio,

sin que nadie se percate si sufre.

Frente al faro de un auto

En el centro del bosque,

una criatura grácil; su pelo

se parece a la piel, su piel

funda lo sagrado.

Del nido neural al que confluye

la esencia de la vida

surge el salto

sin auditorio.

En ese punto húmedo, revestido

de musgo, la tersura del pelaje

le presta vestimenta al aire

cuando irrumpe alquímica.

El ciervo sabe este secreto,

por eso reina elegante, tan seguro

en su paso veloz como en su dureza,

corona que reclama la avidez

de la caza, el arma capaz

de acabar con su inocencia.

En la oscuridad del sueño,

anuncia peligros nuevos

bajo los mismos arquetipos.

Traza la estatura del enigma

en el reflejo de las astas

que tuve tan cerca,

si hasta pude tocarlas.

En extremo sensible,

al ciervo onírico lo alarma

el mínimo ruido extraño

pero frente al faro de un auto

su cuerpo de los dioses, incólume,

muere sin resistencia.

Eludir el problema o reaccionar

ante el relámpago imprevisto.

Tarea que en el dolor

emancipa.

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