REPORTAJE
Los pódcast, nuevos prescriptores literarios
La popularidad del formato anima la reflexión sobre su influencia en las ventas de libros y sus códigos para conectar con la audiencia
Dídac Peyret
Dice Alejandro Zambra que el único tema inevitable en la literatura es pertenecer. Es una idea que esconde una confesión; la necesidad que tenemos todos de formar parte de algo, ya sea una familia, una pareja, un país, un club de lectura, o incluso un podcast. La vida cobra sentido entendida como una congregación. Es un proceso que incluye un intercambio: el colectivo nos da un lugar en el mundo y nosotros le otorgamos resonancia y representatividad. Una transferencia que tiene que ver con la escucha y la búsqueda de un interlocutor: si no somos escuchados, no existimos. Compartir es dejar constancia de nuestra existencia.
Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso ya apuntaba en esta dirección: “como una mala sala de conciertos, el espacio afectivo tiene rincones donde el sonido no circula. El interlocutor perfecto, el amigo, ¿no es entonces el que construye en torno nuestro la mayor resonancia posible? ¿No puede definirse la amistad como un espacio de sonoridad total?”.
Las autoras del podcast Punzadas Sonoras, que han convertido al ensayista francés en su biblia personal, incluyen el fenómeno podcaster en ese espacio de escucha. En su caso, a través de los libros. “Compartir lectura es dar un paseo por la mirada del otro”, afirman Inés García y Paula Ducay.
En la actual cultura de estímulos, el podcast apuesta por la conversación tranquila. “Creemos que en la cultura rápida que mencionas se buscan ciertos tipos de oasis culturales donde te ofrezcan reflexiones pausadas, que quizás no te den respuestas inmediatas pero que te hagan pensar y que te saquen un poco de los carriles dirigidos a producir–consumir y vuelta a empezar”.
INTIMIDAD COMPARTIDA
Rafael Luna, director de marketing de Anagrama, explica cómo surgió el proyecto Tema libre. “Lo que nos empujó a tirarlo adelante fue la idea de poder inmiscuirse en una conversación privada. De ahí que la producción del podcast sea mínima: cuenta únicamente con una introducción, pero el resto son los dos autores conversando, sin nadie mediando ni cortes en la conversación”.
La periodista Rebecca Mead también destacó, en un artículo para The New Yorker, el perfil genuino del formato. “Es un medio peculiarmente íntimo. Por lo general, se transmite a través de auriculares a un oyente solitario. Una narración inmersiva que rara vez lo es en una radio que se escucha de fondo en una cocina. Los podcasts están diseñados para tomarnos un tiempo, para esos momentos donde no estamos haciendo scrolling en el móvil”.
La escritora y periodista, Lidia Caro Leal, dirigió recientemente una mesa redonda bajo el título, Leer no es tan solitario, sobre espacios colectivos vinculados a la lectura. “Muchos de los podcast que triunfan trascienden de lo literario y conectan con temas vitales. Como en las buenas conversaciones, abren y cierran caminos diversos y con la palabra hablada son capaces de crear ráfagas de imágenes. Puede que ahí esté su triunfo, en que hacen que nos sintamos parte de una comunidad con voces propias, en sentido literal y figurado”.
La periodista Berta Gómez, que dirige la sección literaria Demasiadas mujeres dentro de Tardeo, reivindica la vida de los libros después de ser leídos. “Hay bastantes escritores que reniegan por todo eso que se genera después de la lectura, entiendo que cuesta desprenderse de un texto y un significado propio, pero me parece lo más extraordinario que puede ocurrirle a un libro, que la gente discuta sobre él”.
La periodista y escritora Aloma Rodríguez, mitad del podcast La amiga eres tú, introduce otra de las claves del éxito del formato: su papel de prescriptores. “Creo que funcionan porque hay tanto donde elegir que necesitas que alguien haga el trabajo sucio. También hacen compañía mientras friegas, tiendes, vas en coche o haces deporte. Por otro lado, el formato a dos funciona porque el oyente tiende a identificarse con uno u otro de los que hablan”. Las autoras de Punzadas reconocen que las editoriales buscan en estos nuevos espacios un impacto en las ventas de los libros. “Nos sentimos parcialmente responsables de que se haya agotado la edición de siglo XXI de Fragmentos de un discurso amoroso, que es el libro en el que basamos el programa. Sospechamos que hay otros que también han visto picos de ventas gracias a Punzadas porque ahora las editoriales nos mandan libros directamente”.
Berta Gómez, por su parte, relativiza su influencia dentro de un contexto donde intervienen tantos factores. “La figura del prescriptor en un contexto donde se publican tantísimas novedades al mes, se revaloriza. Vale, compras en Amazon porque te llega en unas horas (mal hecho), pero ¿te vas a fiar de lo que te recomienda su web? Creo que ahí es donde las librerías de barrio, las recomendaciones de prensa, una cuenta que te gusta en Twitter o una amiga, tienen mucho que aportar. Así que diría que tenemos algo de influencia en un nicho de mercado concreto, pero desde luego no vamos a cambiar el rumbo del mercado editorial”.
NUEVOS LENGUAJES
La irrupción de estos podcasts ha agitado el debate sobre la crítica literaria. A diferencia de la reseña tradicional de los libros, donde hay una gran distancia entre el crítico y lector, aquí se establece una relación más cercana. Es otro lenguaje, más informal, más cercano a la charla que al análisis académico. La grabación recuerda a una sobremesa. El paisaje sonoro es un espacio vivo donde puede colarse el sonido de un vaso, un portazo o la llegada imprevista de un compañero de piso.
Las autoras de Punzadas creen que la crítica tradicional es un género a la baja. “No leemos críticas tradicionales y creemos que está bastante claro que es un género que está de capa caída. No porque los críticos ya no tengan nada que decir (muchos son gente brillante de la que podemos aprender mucho), sino porque las maneras de consumir información han cambiado mucho. En Punzadas a veces hay análisis bastante sesudos, pero los intercalamos con anécdotas y con otro tipo de contenido más ligero”, aseguran. Lidia Carol Leal fórmula varias preguntas. “¿Quién suele ser el autor o autora de las críticas literarias? ¿Subyace un lenguaje heteronormativo y academicista? ¿Qué tipo de libros y de qué autores se reseñan? Y no menos importante, ¿qué influencia ha tenido el aparato comunicativo de las editoriales?”.
Berta Gómez reconoce la brecha entre los dos tipos de crítica, pero no cree que una haya venido a sustituir a la otra. “A mí no me aburren, supongo que hay un efecto de hatereading que me divierte y además me da contenido para el podcast. Pero más allá de reírme de los señores de siempre y sus divagaciones, creo que su existencia es complementaria a la de un programa como el nuestro, que entraría en ese tipo de conversión más cercana y liviana. Ni siquiera creo que vengan a sustituir una a la otra, veo que mis lectoras pueden leer estas críticas y encontrar algo interesante desde otro punto de vista, algo más técnico a nivel literario”.
Varios de estos podcasters reconocen que cuentan con un público joven y niegan que las nuevas generaciones no lean. Son productos que aúnan un lenguaje moderno pero también incluyen escritores de otras generaciones como Annie Ernaux, Vivian Gornick, Joan Didion o Carmen Martín Gaite. “Decir que los jóvenes no leen no solo es injusto, es que es mentira. Basta echar un vistazo al informe que elabora la Federación de Gremios de Editores de España sobre hábitos de lectura. El último que tenemos, del 2021, nos dice que el tramo con mayor población lectora está entre los 14 y los 24 años”, apuntan Inés García y Paula Ducay.
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