jueves, 2 de noviembre de 2023

Un ángel embravecido ……………………………………………………que por favor consuele a la ciudad ……………………………………………y a sus habitantes

 



ELLA DUERME (y otros poemas)

Jerónimo Pimentel







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.ELLA DUERME (novela negra)


.Despierto con una imagen confusa:
oso estrábico en cuya balanza no se ha cebado aún la moral
ni las falsas esperanzas de los pobres. No hago bulla,
aunque no puedo dejar de sospechar que con cada paso que doy
una quimera se empecina con esa que eres tú en tu sueño;
Alicia asustada, carnada fresca para el pez martillo. Trato de no caer
y busco el equilibrio en mi tronco. En su defecto hallo fotografías
borrosas que debieran decirme quién soy y qué he hecho,
pero su luz es incapaz de penetrar mi fondo marino y entiendo por fin
el secreto de la vida abisal. Abro la puerta como un cerrajero proscrito
y me escabullo de la habitación lentamente, con la excitación calma
que provoca lo prohibido en los hombres. Ella duerme.
El escenario se ofrece como óleo que quedó en bosquejo y la casa,
en abandono, se comporta como un dios furioso que ha perdido
el control de sus actos (mientras un pájaro negro te susurra al oído:
niño, todo pasó cuando dormías). Las manchas
sugieren siluetas que dispara la máquina de proyección:
ahora, tan temprano, es posible hacer gestalt con figuras vacías
y empezar a encontrar las respuestas que exige un sábado
que se resiste a iniciar (alborada perdida en ventiscas):
¿Ángeles corruptos, murciélagos inmaculados o feroces amenazas
de embargo en las cartas sobre la mesa? ¿Desperdicios de fiesta,
restos de gordas alimañas o el ruego líquido de un dios para hacernos bailar?
Apolo lanza maldiciones bordadas en flores al balneario más pequeño
de la costa Pacífico pero ¿qué falda se ha levantado
para llamar su atención esta vez? ¿Acaso alumbra a la mujer que duerme
un viernes eterno? Acosado por haces de luz y un sabor salino
en la boca recojo de la cesta mi primera revelación diurna:
nuestra historia despegará en un hermoso vuelo de uvas y tú,
ataviada como una oruga nupcial, crearás nuevas lenguas
con las voces de asombro recogidas.
.El sol anuncia:
la sangre gana al sueño.
Es momento de salir.
.Estiro las piernas y me enfundo en rayas para detener
el cataclismo de mi cabeza (de cada hebra brota un fin de mundo posible).
La calle es fecunda en su fauna aparente, pequeñas estridencias
de una noche intacta recuerdan el cambio de vida: de predador nocturno
a paseante matinal, de obsesión alcohólica a previsión canábica,
de promesa de parte a ilusión falleciente. Los proyectos hacen fila
con la resignación que los limeños han puesto en la espera.
Ella duerme, y aun a seiscientos metros de casa es posible escuchar
la alegría de su sed: ¡fresas, trae las fresas para mí!
Registro los tallos, su invitación de madurez,
y ausculto el tamaño de las semillas para elegirlas agrícolamente,
honrando el cuidado con el que fueron criadas.
Fuera, la luna deja ver su coqueta esferidad mientras una corte
encubre sus intenciones de fuga. Aplaudo el acto y vuelvo a la cueva
con ese andar remoto que concede la labor cumplida, satisfecho de mí mismo,
compensado por el vicio ajeno, así de espantosa es la indulgencia
cuando se mira en el espejo propio. Juego entonces a ser quien soy:
un hombre que el tiempo ha deshecho. ¡Ese fin de los miserables!,
exclama el periodiquero, y en su tono asoma ese desdén tan próximo a la astucia
que convierte en complicidad lo que sólo son insultos.
Con el entusiasmo apaciguado mascullo mi bienvenida,
subo a casa y noto mi función delatora.
Soy el cascabel del animal, la seña auditiva que alerta:
¡el único entre los muertos vive!
.Si he alzado las cortinas o no, no lo recuerdo.
Los platos están donde los dejé.
Todas las avenidas importantes van al mar.Ella duerme en mi cama vacía.
.
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JAMES WHALE.
El laboratorio se dispone, las luces se apagan, el reflejo de la luna ondula sobre el agua de noche. Un armatoste fundido en el sótano estalla rayos de luz agria, el contraste sobre la pared crea águilas evanescentes que agitan alas lisérgicas, el hambre revolotea sobre el corazón científico de la ciudad. La bata de doctor griego se funde sobre la sombra del moño, sonríe lo que queda de una enfermera húngara. He aquí un homenaje al imperio desde la miseria de un suburbio feudal. Se acciona el convertor sónico, baja la palanca, un genio de manos cortas y pelo revuelto lanza maldiciones sobre aldeanos temerosos mientras acciona el transformador. Ellos, desde las persianas quebradas de sus casas, auscultan al loco que arrebatará los focos de sus vidas.
.Yo soy la alquimia, la energía de la noche vóltica.
Mi obsesión insufla vida a la carne yerma.
.En la camilla, el espantajo yace con el pecho abierto: corazón de buey, cerebro profano, piernas equinas, brazos robot, frente plana, piel sáurica. Las fauces, dientes lagartos que trillan el menor intento de bondad. El sexo, la pieza intacta de la última carnicería. El pararrayos atraviesa el cielo y otorga distinción al experimento; James Whale recoge la copa y brinda en su honor. ¿No es amar consumar la obsesión propia? Viejo Prometeo, ¿dónde el fuego sino en tu entraña?, ¿cómo el heroísmo si no hay dolor? Estalla la tormenta y el aniego insemina; pronto las nubes alcanzarán la tropósfera y la estática cargará la luz que divide el hielo. La historia requiere una descarga fecunda. Y la historia, siempre, se cumple con la rapacidad de un deicidio:
.Frecuencia: 1 megaherz.
Temperatura: 27 000 °C.
Velocidad: 44 000 metros por segundo.
.El rayo truena como una carcajada y el Caído desciende para burlarse de los hombres. Posa su mano en la encarnación y permite que fluya eso que no es posible llamar vida; la hostia negra consagra el hechizo de la misa sulfúrica. El mal besa en los labios con un cariño que en la penumbra se confunde con amor. La mansión retumba con el íncubo: los postigos se astillan y la madera vence, los libreros caen, las chispas arden, el papel incendia, las vigas ceden. Un piso sobre otro sobre vísceras corruptas. La máquina explota en tuercas y los electrodos se disparan como tentáculos de Kraken: el doctor al piso, el fuego proyecta una sombra sobre la casa, la sombra crece para reinar como una maldición rumana sobre un pueblo perdido. La ambición reserva su última mirada a observar lo magnífico de la creación.
.Entonces, todos los demonios de la tierra le rodearon, Les vió el cadáver triste, emocionado: incorpórose lentamente, abrazó al primer hombre, echóse a andar..



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ORION
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…………………………………………………..
a mi padre



.Cliff Burton apareció como un náufrago
en la Costa Verde
el 28 de septiembre de 1996.
…………………………………………………..Los pescadores se dieron cuenta
pues sus ojos rivalizaban con el sol apagado del cielo
y su pecho hundido recordaba al de Olaya
…………………………………………………..ante
………………………………la proeza.
Vestía pantalones acampanados, un polo negro
…………………………………………………………….manga
…………………………………………………………….cero,
y de sus dedos brillaba el metal de calaveras piratas
forjadas al contraluz de una costa
desierta.
………………………..El pelo bajaba por su cintura
…………………confundiéndose con algas
………………que luego dejaban sus pies
…………a manera de huellas, mientras
sus labios se abrían
como el bostezo de una morsa
………………………………del que emergen
………………………………filudos dientes cariados,
………………………………ahora enfrentándose
………………………………a la lluvia multicolor
………………………………de las piletas.

Subió Burton la cuesta con pesadez.
Retumbaba la ciudad histórica a sus pasos
mientras la Escuela Militar se remecía
………………………………bombardeada
………………………………por la posma.
La armada cobró vida
…..a la voz de un sargento que gritó al cielo
………………………………“¡el Llamado!”, provocando que un cadete
………………………………apenas recluso
que embellecía la academia con una camiseta
en el que Margaret Thatcher era asesinada
…………contestara
…………con ahogo: ………… “¡Clifford Lee Burton!”.
.Con sólo oír su nombre una manada de chacales le rodeó
y siguió
con la misma fidelidad que obtuvo Oberlus en la Isla de Carlos,
………………………………dirigiéndose la improvisada tropa
………...hacia el Centro de Lima
por el camino central de la Vía Expresa
donde su espontáneo orden y andar armónico
llamó la atención de locos
………………………………drogos
……………………………………y mendigos
que vieron en la marcha fantasma
la última oportunidad de salvar sus almas
emprendiendo una revolución,
………………………fuera ésta la que
………………………………fuera.
.Cerca de la Plaza San Martín
viró Burton a la izquierda de un kiosko
y llegó al Bar Yacana
………………………donde exigió una Rickenbacker 4001JG
………………………que hizo tronar de la misma forma
en la que rugirán las cornetas de los jinetes
………………………………………...cuando se abran las puertas del infierno.
…………………………………………A esto
el ejército desarrapado contestó con alaridos de satisfacción
y solicitó de inmediato a quien era ya por entonces
un ángel embravecido
……………………………………………………que por favor consuele a la ciudad
……………………………………………y a sus habitantes
……………………………………………………con un solo de bajo
a lo que él respondió meneando la cabeza
……………………………………………y graduando la distorsión
….en el punto justo de Mesmer.
……………………………………………Siguieron luego los gritos,
……………………………………………………chillaron las hienas,
………………………………y hubo también quién optó por brindar
……………………ofrendándose desnudo
……………………mientras las notas invadían
calles
……….quintas
……………………y callejuelas
y el sonido se hacía tan grave
y en tan baja frecuencia fecundaba a las flores
que de ellas empezaron a brotar trémolos
……………………………………………………húmedos
……………………y armónicos irreproducibles
……………………y fecundó también a las putas del jirón Camaná
……….que empezaron a aullar el coro
……….de una misa gótica.
.Y cuando el último acorde se desvaneció en el vaho
……………………………………………………con ese singular efecto sedante
……………………………………………………San Francisco 1983,
Burton caminó hacia la costa donde se hizo uno con el mar
y luego con la nada
y luego fue sólo un hombre a punto de explotar
desapareciendo en el abismo
como un príncipe al filo de la noche cósmica.
.JERÓNIMO PIMENTEL: (Lima, 1978) Estudió Periodismo en la Universidad Católica. Integra el grupo La Pandilla Interior. Es redactor de la revista Caretas. Ha publicado Marineros & boxeadores (2003), Pequeños poemas para caras largas de Armando Chang (2003), Frágiles trofeos (2003), La forma de los hombres que vendrán de Matías P. Delgado (2010) y La muerte de un burgués (2010), que fuera presentado en lima recientemente y al cual pertenecen los textos que publicados aquí por por cortesía del autor.
.JUAN CARLOS ZEBALLOS / Pintura. Óleo sobre tela. 100 x 100 cm.
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