jueves, 30 de noviembre de 2023

Bora Chung

 

Conejo maldito´: fantasía, terror y ciencia ficción con contenido

Primer libro de relatos traducido al español de Bora Chung, una de las escritoras surcoreanas más impactantes. Una mezcla perfecta entre géneros occidentales y visión oriental

Bora Chung es una autora surcoreana solo conocida en España por lectores en su idioma natal, en el mejor de los casos. Y es que hasta hace poco no había sido traducida fuera de su país, aunque ya está cambiado y me da la sensación de que se va a hablar mucho de ella en los próximos años. Todo empezó cuando el año pasado se tradujo al inglés Conejo maldito, una colección de relatos de ficción especulativa. Tras el éxito de crítica, llegó a ser finalista del Premio Booker Internacional. Desde entonces, su fama ha crecido exponencialmente, así como sus traducciones. Aun teniendo como único ejemplo este libro que reseño, puedo decir que el éxito es merecido.
El volumen consta de diez relatos. Todos ellos se mueven en el amplio espectro de la ciencia ficción y la fantasía: distopía, historia de fantasmas, cuento de terror, ciencia ficción clásica, cuento de hadas o fantasía negra. Las influencias son variadísimas aunque diría que parten de la tradición occidental (Chung se formó en Yale y es traductora de ruso y polaco), pero goza de un denso y brillante barniz oriental. El resultado, unos cuentos con muchísima fuerza, originales aun siendo cercanos, y escritos con una tensión narrativa ejemplar.
Portada de «Conejo maldito» de Bora Chung

ALPHA DECAY / 224 PÁGS.

Conejo maldito

Bora Chung

A Chung la ficción especulativa le sirve como herramienta para transmitir su propia cosmovisión, y es cierto que es un género los suficientemente flexible como para estirar las interpretaciones casi hasta el infinito. En su caso hay una constante femenina o feminista (pero nada que ver con el estereotipo ni el trazo grueso), que hilvana todas las historias. Hablar de literatura e ideología (o política) es introducirse en un campo minado: probablemente peligroso y en el mejor de los casos poco grato para el paseo. El debate lleva en el candelero desde finales del siglo XIX y hasta ahora se ha mantenido la polémica, y a la más rabiosa actualidad me remito. Sin aspirar a cerrar un tema tan delicado, solo puedo dar mi opinión como lector con más o menos experiencia y sensibilidad. Pienso que es muy difícil sustraer la ideología del texto narrativo, pues es connatural al ser humano tener ideas de cualquier signo y la narrativa está transida de humanidad. Pero arte es libre y solo se le puede pedir verosimilitud y autenticidad: calidad en definitiva. Por ello, un relato puesto al servicio de la ideología siempre se ensucia y pierde su brillo. Se convierte en una campana rota que solo convence al convencido y como obra de arte no cumple su función. Por el contrario, un texto puede transmitir un mensaje poderoso pero ajustado y supeditado a la narración, y esto provoca que tanto el texto como el mensaje se fortalezcan, tal es el caso de este libro.
Las mujeres centran gran parte de los relatos de Conejo maldito. Son protagonistas y a la vez víctimas, suelen ser fuertes, pero no lo suficiente. Tienen en común cierto poderío trágico, labrado en carne y hueso y sin asomo de piedad o delicadeza. Chang no se apiada de nadie, de ninguna mujer y del lector del que menos. Los relatos tocan temas cotidianos como la maternidad, el deterioro físico o las relaciones de pareja, pero de una manera muy poco convencional. Como digo, no hay ningún tipo de concesión al lector y el resultado al terminar cada relato es el de una inquietud y un sobrecogimiento de ánimo que es huella de la buena literatura.
Con este libro, Chan entra con méritos en el grupo de las grandes narradoras de ciencia ficción, con Ursula K. le Guin y Margaret Atwood a la cabeza, pero sobre todo bajo el amparo de la gran pionera, Mary Shelley, cuyo Frankenstein se puede intuir de forma latente y patente en más de un relato. Conejo maldito es un libro imprescindible para los amantes del género y de la buena literatura, aunque no es plato para paladares delicados. Muy recomendable.

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