lunes, 20 de febrero de 2023

Inspirades y reconocides

 

73 EDICIÓN DEL FESTIVAL DE BERLÍN

'Orlando: una biografía política': Paul B. Preciado emociona en la Berlinale con una película trans que hará historia

El filósofo español, referente internacional de la teoría queer, presenta en la sección Encuentros su ópera prima, un emocionante híbrido protagonizado por actores 'no profesionales' trans

Foto: Un momento de 'Orlando: mi biografía política'.
Un momento de 'Orlando: mi biografía política'.

Es una de las voces más autorizadas de la teoría queer y los estudios de género; pupilo de Derrida, su Manifiesto queer (2002) es el título de referencia en su campo y el año pasado publicó Dysphoria Mundi (Anagrama), un análisis "sobre la enfermedad como herramienta de control político" nacido de la pandemia, un momento de crisis política, social y económica en el que floreció una "insurrección de los saberes sometidos" gracias a las luchas feministas, el movimiento antirracista y el colectivo trans. Filósofo habitual de los medios franceses -reside desde hace tiempo en París-, activista y comisario de arte -entre muchas otras cosas-, Paul B. Preciado se convierte ahora en director de cine con su ópera prima, Orlando: mi biografía política, que participa en la sección Encuentros de la 73 edición de la Berlinale y que ha supuesto una convulsión en el festival, no sólo por su brillante narrativa -que hibrida todo tipo de géneros y utiliza todo tipo de recursos escénicos-, su activismo político -es una reivindicación del derecho de los ciudadanos trans a ser reconocidos jurídicamente- o su dimensión filosófica -discurre sobre el género como constructo social y producto de la violencia de un sistema capitalista y patriarcal-, sino también por su sensibilidad, su humor y su originalidad.

Orlando: mi biografía política es una película que trasciende la relevancia de su paso por un festival. Es un acercamiento de la abstracción filosófica al público más mundano, a nosotros, a través de una película que lo es todo a la vez, que es ensayo y es musical, que es comedia y es drama, que es ficción y documental. Abolir el género y los géneros. O, al menos, sus imposiciones heredadas. Como disidente del sistema sexo-género, Preciado quiere romper con todo para hacer crecer algo nuevo. Orlando es una mirada abierta hacia las limitaciones de nuestra percepción de un mundo que hemos asumido como binario, que se reproduce como binario y maniqueo a través del lenguaje y que se empeña en no reconocer la existencia de quienes sí existen -lo que no se nombra no existe- y no se perciben ni como hombre ni como mujeres ni como heterosexuales ni como homosexuales. De gente como Preciado, para quien Orlando es, efectivamente, su biografía. Y la de muchos más.

 

Orlando no es sólo el primer trabajo para el cine de un pensador como Preciado, sino que es una película destinada a convertirse en un pilar imprescindible del cine y la teoría queer y trans, ya que todos los que aparecen frente a la cámara son actores y actrices no profesionales trans -incluido el propio Preciado-. ¿Por qué no pasarse del papel al celuloide? ¿Por qué limitarse a uno u otro formato, cuando las posibilidades son todas? ¿Por qué no hacer que el nuevo manifiesto queer sea, si el autor quiere, una comedia musical? De nuevo, grilletes fuera.

placeholderPaul B. Preciado se estrena como director con 'Orlando: mi biografía política'.
Paul B. Preciado se estrena como director con 'Orlando: mi biografía política'.

A partir de Orlando: una biografía, la novela que escribió Virginia Woolf en 1927, Preciado repasa la evolución de la transexualidad a lo largo de la historia, sino que propone una realidad sexual más allá de los dos géneros, la necesidad de crear un mundo nuevo liberado de las imposiciones del patriarcado capitalista y colonialista que es quien se ha autoarrogado la potestad de definir al mundo. Woolf, otra de las voces queer fundamentales de la literatura, escribió Orlando inspirada por la vida de su antigua pareja, la poeta y novelista Vita Sackville-Westque fue protagonista de varios escándalos en la Inglaterra de los años 20 debido a sus relaciones extramatrimoniales con mujeres, con las que huía de una familia que siempre la obligaba a regresar a casa con su marido, el diplomático Harold Nicolson, que también resultó esconder relaciones homosexuales.

 

Woolf disfrazó a Sackville en su libro -escrito con los códigos de una biografía real- como un joven heredero aristócrata nacido en la Inglaterra isabelina al que sigue a lo largo de cuatrocientos años de historia, y quien, después de varias aventuras fantásticas alrededor del mundo, alguna que otra visicitud y tras un extraño e inexplicable sueño profundo, despierta convertido en mujer. Una transformación que le hará consciente de los privilegios masculinos y de la opresión de las mujeres. El que había sido heredero de la riqueza familiar, al regresar como mujer no puede tener propiedades -a no ser que se case con un hombre- ni participar en la vida política. Como mujer también sufrirá la repercusión en sus menguantes derechos de los vaivenes gubernamentales y la moralidad de las épocas más represivas. Desde el humor y la ironía, Woolf diseccionó y rediseñó los roles de género a lo largo de cuatro siglos y jugó con la elasticidad y la ambigüedad de los conceptos de hombre y de mujer.

placeholderOtro momento de 'Orlando: mi biografía política'.
Otro momento de 'Orlando: mi biografía política'.

Heredero de ese espíritu, el Orlando de Paul B. Preciado utiliza, primero, el texto del Orlando de Woolf como si de una obra de teatro se tratara. Preciado crea un artefacto metacinematográfico en el que enseña cómo se construyen las películas para enseñar cómo se construyen las identidades. Vemos los bastidores, vemos el trucaje, vemos, incluso, la repetición de alguna toma, como demostración de que el cine también es un constructo. El director propone un juego constante en el que el texto de Orlando transiciona a las historias reales de los actores y las actrices trans, que cuentan cómo ha sido a lo largo de su historia su relación con su identidad. Hay voces de todas las edades, desde la infancia a la senectud, y de todos los contextos -desde niños completamente integrados hasta mujeres trans que ha tenido que ejercer la prostitución o huir de sus países por miedo a que las matasen-.

 

Orlando es una gran película meta, pero no inaccesible ni insistentemente didáctica. Es fresca, es radical y es emocionante. Está llena de geniales ideas y la propuesta formal acompaña perfectamente al discurso, siendo éste luminoso y esperanzador, sin una vocación dogmática, sino como pura reflexión. Está llena de lirismo, de imágenes bellísimas -en parte gracias a la fotografía del director de fotografía Victor Zébo-, pero, sobre todo, de una honestidad brutal e inapelable. La película, en sí, es una compleja transición continua: los y las protagonistas relatan sus transiciones -incluso asistimos a alguna de ellas- a la vez que el protagonista de la ficción, Orlando, también transiciona. Y también lo hace la comunidad queer en el tiempo -la película repasa la transición histórica de las personas trans como colectivo y como individuos mientras intentan conquistar su reconocimiento jurídico y despatologizar los términos que hoy definen la transexualidad.

 

Orlando es una biografía propia, pero también una biografía compartida y un alegato por un futuro autónomo e independiente de la voluntad de otros, representado por el montaje de una película, que tiene la capacidad de cambiar el curso de una historia y que está en sus manos. Orlando es una película conciliadora y esperanzadora y como Woolf inspiró a incontables individualidades queer, Preciado le dedica su película a esos niños y niñas trans del presente y del futuro, para que se sientan no sólo inspirados, sino por fin ya reconocidos.

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