domingo, 13 de noviembre de 2022

Higuerillas

 Viene Rafa hoy domingo de laburar como árbrito como todos sus findes y me llama (cosa rara porque suele no darme bola). Me dice: Vení, te traje (tetetetete) unos arbolitos. Ya habíamos hablado de plantar pero no comprar y hace como tres meses que espero su "se consiguen". No sé si te van a gustar, me dice. Me encantan: son higuerillas de las que mis viejos plantaban por todos lados en el enorme terreno que compraron en Bella Vista cuando yo tenía 6 años y era todo campo. Creo que se llaman "álamo plateado" y la leyenda familiar dice que mi hermano Leandro le tenía alergia justo a ese árbol. Junto con el álamo Carolina crecían de cualqueir vara que pusieran en el cerco o rodeando a árboles más chetos como pinos o palos borrachos que se secaban o crecían lento.

Después, con los años, fueron siendo eliminados, del terreno de mis viejes y de casi toda Bella Vista. En Obligado quedaba una al borde del arroyo que yo siempre miraba y fotografiaba porque me encanta su verde oscuro con revés plateado.

Rafa no tiene ganas de plantarlas ahora. Son como cuatro arbolitos de medio metro. Me dice que los ponga en un balde con agua hasta que los plantemos (que puede ser no sé cuando). Me dice de nuevo "vení". Y agrega: "Vamos a pensar juntos dónde ponerlos". Así de formal es mijito y agradezcamos que está de buen humor. Me explica por qué son beneficiosos tres lugares diferentes en nuestro terreno. Acepto. Me marca con la pala los tres lugares pero no logro que haga el pozo, dice que está muy cansado. Y la tierra está muy dura por la sequía. Empieza a llover pero poco, la tierra no se ablanda.

Todo bien hasta que llueva y afloje. Pero el Docky, el perro destructor, se pone a jugar con las pobres arrancadas. Lo reto y junto la primera vez que revolea balde y ramas. Pongo unas en florerito de la cocina. Hago un pocito pequeño en uno de los lugares y planto una de las más chicas. Vuelvo a lo mío acá y el perro sigue jodiendo. Dos horas después ya me fui al fondo con pala de punta y jardinera e hice los pocitos que pude: las raíces son más largas que las ramas pero enterrarlas estiradas es imposible para cualquiera, así que las enrosco en su cunita de tierra, las cubro, las tapo con piedras elegidas y esperemos que decidan crecer acá con nosotres.

Mañana te pongo fotos que ahora están dormiditas en los oscuro.

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