lunes, 7 de noviembre de 2022

Ayer la dejé ir




Sé que maternizo con mis perris y gatis, lo sé, lo sé, soy de manual, pero hago la tarea. Ayer Magdalena me dijo que ya está lista su casa nueva (lleva dos meses en habitación mía de huéspedes) y juro que me alegro un montón pero siento el tirón de nuevo. A renglón seguido las dos gatas salen conmigo hacia adelante y pierdo de vista a la Tigri. La Nefrita entra y la otra no sé. Juro que salí a la calle (nunca ha salido a la vereda, no puede, en teoría, atravesar las rejas), crucé enfrente, vi de noche gatos jugando y pensé que era ella, llamé a alguien felino y de tres colores que estaba debajo de la camioneta del vecino). Nada, la Tigri no volvía o no quería volver. Me resgné un rato pero esperaba. La busqué dentro de la casa, pensé que no podía haber ido, pensé que quizás estaba en celo y no me había dado cuenta o que había conocido gato callejero y estab divirtiéndose y por qué iba yo a sufrir por eso. Me fui para el fondo, nada. Descansé. Volví a salir hacia adelante, hacia el fondo: estaba en medio del baldío como gata que empolla. La llamé, ni se movió. Me fui adentro y dije, basta, ya está, que haga lo que quiera, qué bueno poder dar casa y comida y luego nada. 
Al rato vino Rafa y no pude evitar preguntarle si la Tigri estaba con él. Me dijo que sí. Pero me quedé pensando que quizás me mentía para tranquilizarme. No cometí el error de ir a comprobarlo. 
Comimos con Magda en mi cama y vimos dos capítulos de Nicky Jam. Me dormí tranquila y feliz. Esta mañana la escuché a mijita salir para el cole y cuando salí al patio la Tigri se desperezaba bajo la ventana de Rafa. Después las dos nos vinimos juntas a hacer esta fiaquita de 8 de la mañana que fotografié.



 

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