jueves, 16 de junio de 2022

Editar Los Sorias

 

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Ediciones Simurg
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La novela más extensa de las letras argentinas tuvo por contrato de edición el más breve. Hace exactos veinticinco años, Alberto Laiseca y yo decidimos por escrito, en la confitería Las Violetas, la publicación de «Los sorias».
Unos pocos renglones bastaron para asentar nuestra mejor voluntad. No acordamos tirada, especificaciones tipográficas, papel, tipo de encuadernación, arte de tapa, prólogo, retribución pecuniaria. Con cincuenta y seis años de edad (y quince en el intento), Laiseca ya no esperaba ver su obra impresa; después de la firma del convenio, incluso, le llevó varios meses convencerse de que esta vez la publicación de su novela iba en serio.
Sylvia Saítta y Liliana Zuccotti colaboraron con el tipeo de los originales. Ricardo Piglia escribió un prólogo que hoy es cita obligada para la crítica. En un tren a Adrogué descubrí el talento de Guillermo Kuitca y tuve la desaforada pretensión de que ilustrara el volumen; Graciela Speranza le habló del proyecto y nos puso en contacto. Sin reticencias, y ad honorem, Kuitca diseñó el bello mapa que realza la edición.
Alrededor de veinte suscriptores adquirieron un ejemplar del libro. Hilda Balmaceda, dueña de la imprenta Edigraf, me concedió de palabra un crédito a varios meses para pagar la impresión del volumen, crédito que pude cancelar mucho antes de lo esperado; con especial cortesía, además, decidió emplear una tinta alemana de secado rápido para mejorar la calidad del interior.
Enterado de que el libro ya estaba impreso, Laiseca me pidió encarecidamente el primer ejemplar, sin aguardar a que se le colocara la tapa. Al entregárselo, me confió –sin ofrecer mayores detalles– que debía realizar con él una ceremonia secreta de agradecimiento. Supongo que los dioses se habrán sentido complacidos.

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