Julián se encontró con mis libros a las 14.30 en CABA pero el señor se fue a jugar a la pelota primero y vino después a bañarse a lo de mamita, total una es de cemento armado y espera. Llegó a las 18. Ya estaba oscuro pero a mí no me va a ganar una oscuridad de mierda. Así que armé cuatro paquetitos y me hice llevar a lo de Magda para compartir éxito con la ilustradora.
A la vuelta me vine caminando por la Córdoba, crucé el corredor aeróbico como había prometido, sola como loca mala porque nadie en su sano juicio sale a las 9 de la noche a retirar un librito de poesía, pero refeliz. Julián me decía por mensajito que me pida un uber y que no saque el celular. Sí, gracias mijito por cuidarme. Ya estamos en casa.
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