miércoles, 3 de marzo de 2021

Racismo con niñeras

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“Canción dulce”, de Leïla Slimani: la novela que desvela a los padres

Es la historia de una niñera que mata a los dos chicos que cuida. El libro ganó el Premio Goncourt, en 2016. Su autora es una de las voces más prometedoras de la narrativa francesa.

La escritora franco-marroquí Leïla Slimani.

Lo que sigue no es, como suele decirse, un spoiler, porque el libro empieza así: “El bebé ha muerto”. Es la primera frase de Canción dulce, de la escritora franco-marroquí Leïla Slimani. Esos arranques que son un cross a la mandíbula, como pedía Roberto Arlt. Y la cita es una flecha directa a ese otro inicio, todo un clásico a esta altura, de El extranjero, de Albert Camus, otro autor de nacionalidad francesa pero nacido en Argelia: “Hoy ha muerto mamá”. Camus, argelino; Slimani, marroquí. Ambos países del noroeste africano, ambos ex colonias francesas. Y esa es, en parte, la clave de lectura de estas obras. La otredad africana en la tierra de Gustave Flaubert.

La novela se lee de un tirón y con angustia, porque se conoce el final desde las primeras dos páginas. Y sin embargo nos plantea muchísimos interrogantes.

Lo que sigue al bebé muerto no es más alentador. El médico asegura que el niño, “al menos”, no sufrió: “Lo tendieron en una funda gris y cerraron el cierre sobre el cuerpo desarticulado que flotaba entre los juguetes”. En cambio, la niña todavía estaba viva cuando llegó la ambulancia, “peleó como una bestia” por sobrevivir, estaba agitada, tenía la garganta llena de sangre, los pulmones perforados, la cabeza golpeada. Un baño y una habitación llenos de sangre, muebles tirados, juguetes desparramados, dos niños acuchillados a la hora del baño, esto es la escena de un crimen.

Leïla Slimani, escritora franco-marroquí.

Leïla Slimani, escritora franco-marroquí.

“A la otra también había que salvarla. Con profesionalismo, con objetividad”. La otra es la asesina, que no es otra, ni más ni menos, que la niñera de los chicos. Quiso suicidarse, se clavó el cuchillo en la garganta. Pero no murió y está internada.

Todo esto sucede en las dos primeras páginas de la novela que se quedó con el Premio Goncourt 2016, uno de los galardones literarios más importantes de Francia. De ahí en más, lo que sigue será la reconstrucción no del crimen, sino de la vida de esa niñera y de esa familia.

Pese a la resistencia de su marido, Myriam Massé quiere retomar su actividad laboral en un estudio de abogados. Para eso necesitan dejar a Mila y Adam con una niñera. El proceso de selección desnuda las relaciones de poder, la presión sobre la maternidad y los prejuicios sociales vigentes en la sociedad francesa (aunque también puede hacerse extensivo a la actualidad argentina, por qué no: hemos conocido, en los últimos tiempos, los casos conflictivos de las empleadas de Pampita, Nicole Neumann y Victoria Donda, por mencionar únicamente los de repercusión mediática). También el interculturalismo.

Leïla Slimani, una voz prometedora.

Leïla Slimani, una voz prometedora.

Que la candidata a niñera tenga los papeles en regla, “para el pintor o la empleada de limpieza no importa si no tiene los papeles, pero para la niñera es importante, a ver si tiene miedo de llamar a la policía o de ir al hospital”: Francia, como Argentina, recibe muchos inmigrantes que buscan una mejor calidad de vida que en sus países de nacimiento y se insertan en el mercado laboral. Y tanto en Francia como en Argentina la crianza queda, muchas veces, en manos de mujeres inmigrantes: marfileñas, marroquíes, senegalesas en Francia; paraguayas, peruanas, bolivianas en Argentina. Las vemos y las escuchamos en las plazas. Que la niñera, en definitiva, no sea ni muy joven, ni muy vieja, que no fume, que no tenga hijos o que esos hijos ya sean grandes y que además vivan en el país, a ver si todavía tiene que viajar lejos. Que no sea “magrebí”, “no quiero que les hable en árabe a los chicos”.

Así, en esas frases que se dicen a la pasada, como comentarios, construye Slimani, de 39 años y también periodista además de escritora, los discursos de discriminación ya naturalizados que circulan, en este caso, en una familia burguesa de Francia. Las “micro” prácticas, como se las llama ahora: microdiscriminación, micromachismos, micropatriarcado, microrracismo.

Y después llega Luisa. Un ángel caído del cielo. La niñera ideal. Los chicos la aman. El matrimonio también. ¿Quién no querría tenerla como niñera? Pero acá hay un cliché roto, lo que provoca un respingo en el lector: Luisa no es inmigrante, es francesa, blanca, de mediana edad, es rubia. Slimani rompe el lugar común –la niñera no es inmigrante–, a la vez que confirma el acto de racismo: de las candidatas a niñeras, eligen a la francesa.

Leïla Slimani nació en Rabat, Marruecos, en 1981.

Leïla Slimani nació en Rabat, Marruecos, en 1981.

Después, la llevan de vacaciones con ellos, a Grecia, porque “después de todo, ¿qué otra cosa tiene para hacer?”. De a poco, vamos conociendo a Luisa. Es viuda, su marido no le dejó más que deudas, tiene una mala relación con su hija (que además vive lejos), es solitaria, vive en los suburbios en una habitación alquilada que da pena, no se relaciona con nadie. Toda la vida de Luisa pasa por cuidar a esos dos chicos. Y va más allá: sin que nadie se lo pida, empieza a limpiar la casa, preparar la comida, hacer las compras, sacar la basura, planchar la ropa, acomodar el placard y hasta desea que Myriam quede embarazada nuevamente para poder perpetuar su trabajo en esa casa.

A partir de pequeñas situaciones y gestos, Slimani, nacida en 1981, en Rabat, Marruecos, pero de nacionalidad francesa, construye, con paciencia y minuciosidad (la ansiedad, como siempre, corre por cuenta del lector), esa relación de interdependencia entre ambas partes, familia-niñera, que finalmente acabará en tragedia. “Al principio, quería escribir sobre la relación que tenemos con una niñera, porque es una relación de poder muy ambigua entre dos mujeres. Una relación íntima y profesional, en la que se mezclan el afecto y los celos”, contó la propia Slimani en una entrevista con Clarín a fines de 2019, cuando el libro llegó al país de la mano de la editorial Cabaret Voltaire (no es tan fácil de conseguir ni tan barato, pero está, y si no, se puede buscar en e-book).

"Canción dulce", de Leïla Slimani (Cabaret Voltaire, $3.663).

"Canción dulce", de Leïla Slimani (Cabaret Voltaire, $3.663).

Slimani se inspiró en un hecho real para contar esta historia: una niñera dominicana que mató a cuchilladas a los dos chicos que cuidaba en una casa de Nueva York, en 2012. “Una niñera pasa mucho tiempo en tu misma casa, lo sabe todo sobre vos, hasta los detalles más íntimos de tu vida. Y tiene un gran poder sobre vos porque cuida a tus hijos. Y muy a menudo, los patrones adoptan cierta indiferencia hacia ellas. Le pagan, le dan órdenes, pero no quieren saber quién es, cómo es su vida. Esta discrepancia y lo que genera es precisamente lo que quería mostrar”, amplió Slimani, sobre su segunda novela.

La autora, que estudió Ciencias Políticas y escribió en la revista Jeune Afrique sobre las problemáticas de los países del norte africano, apoyó la candidatura de Emmanuel Macron en las últimas elecciones presidenciales y se convirtió en su representante para la Francofonía.

Su libro llegó al cine en 2019, de la mano de la directora Lucie Borleteau y con Karin Viard en el rol de Luisa. Hay otra adaptación en marcha en Estados Unidos, donde el libro fue traducido con una especie de “guía de lectura”, en donde Slimani explica ciertos pasajes del proceso de escritura. Fue necesario ese anexo por lo perturbador del tema que tocaba: el miedo a que los hijos sufran, el miedo a que les pase algo y, aún peor, el miedo a perderlos. Touchée.

PC​


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