miércoles, 10 de febrero de 2021

Las beguinas

 


Apa, mirá cómo va apareciendo otra historia.
LAS BEGUINAS, una comunidad de Mujeres Independientes en plena Edad Media que dedicaban su vida a ayudar a los más necesitados.
Estas comunidades fueron fundadas por mujeres que se negaban a cumplir los roles establecidos por la sociedad. Muchas eran viudas; otras, solteras o hijas repudiadas por su familia.
Las beguinas no eran monjas, no estaban sometidas a ninguna autoridad eclesiástica y tenían total independencia económica
Las beguinas eran grupos de mujeres seglares que comenzaron a unirse en comunidades hacia el siglo XII, sobre todo en los Países Bajos, Francia y Alemania. Estas mujeres vivían al margen de la sociedad y no estaban dentro de ninguna orden eclesiástica. Los beguinajes eran un grupo de casas apartados por una muralla del resto de la ciudad. Dentro no podían entrar hombres y las mujeres podían dejar el grupo en cualquier momento. La primera comunidad surge en Lieja y estaba relacionada con las ordenes mendicantes que tanto proliferaron en los siglos XII al XIV.
Acusadas de herejía y perseguidas por su deseo de vivir en comunidades de mujeres al margen de los hombres y de la Iglesia Católica, las beguinas tuvieron una de las experiencias de vida femenina más libres y prósperas de la historia.
Cuenta en la introducción a su obra el novelista e historiador Mario Escobar, autor del thriller El espejo de las almas, que hace setecientos años las beguinas estuvieron a punto de conseguir sus derechos, pero fueron perseguidas por no aceptar las normas de la sociedad patriarcal. Aunque, en su etapa dorada, llegaron a sumar decenas de miles de integrantes y algunas de sus comunidades sobrevivieron hasta bien entrado el siglo XX, estas mujeres espirituales tuvieron que hacer frente a acusaciones de herejía por parte de la Inquisición.
Lo cierto es que eran muy queridas; algunos gobernantes municipales apoyaron los beaterios porque las beguinas atendían a los más necesitados y recogían a las prostitutas. El grupo era autosuficiente, creando pequeños talleres que fabricaban telas, velas, vestidos, incluso escribían manuscritos y libros.
La clave de su éxito entre las mujeres era su forma de entender el mundo, totalmente independiente del control patriarcal, y su dedicación altruista a los desamparados, enfermos, niños y ancianos, aunque especialmente a otras mujeres que habían sido rechazadas por sus familias o a las que les había dado la espalda la sociedad por presentar una tendencia sexual alternativa a la norma, un embarazo no deseado o haberse embarcado en una relación extramatrimonial.
Las beguinas, dedicadas al cuidado de los más vulnerables, también estaban entregadas a labores intelectuales y acostumbraban a practicar algunas de las artes: muchas de ellas dominaban la música, la pintura y la literatura y de las semillas de sus prósperas comunidades florecieron iconos como la multidisciplinar y visionaria Hildegarda de Bingen, poetisas como Beatriz de Nazaret, Matilde de Madgeburgo o Marguerite Porete, precursoras de la poesía mística del siglo XVI. Los beguinajes se extendieron con rapidez durante casi dos siglos hacia el norte y el sur de Europa, llegando a implantarse en Holanda, Alemania, Francia, Italia, España, Polonia y Austria.
A principios del siglo XIV tanto las monarquías europeas como el papa querían concentrar más poder. Las órdenes mendicantes cuestionaban su autoridad moral y las ordenes militares controlaban militar y económicamente a muchos reyes. En ese contexto comenzó la persecución a los Templarios, que culminó con la disolución de la orden y la ejecución de sus dirigentes. Guillermo de París, uno de los inquisidores más temidos de la época y confesor de Felipe IV, fue el artífice de la persecución a los templarios, pero también llevó a la hoguera a Margarita Porete, una destacada intelectual beguina. Aliado al papa Clemente V conspiró para disolución de las beguinas y de los franciscanos. En el Concilio de Vienne se ordenó la disolución de las beguinas, pero gracias al apoyo de algunos reyes y nobles, las comunidades continuaron en activo hasta principios del siglo XXI.
«En el Concilio de Vienne se ordenó la disolución de las beguinas, pero gracias al apoyo de algunos reyes y nobles, las comunidades continuaron en activo hasta principios del siglo XXI»
Se las intentó borrar de la historia porque eran peligrosas como alternativa social, como grupo que demostró que con muy pocos recursos se podía hacer muchísimo en un momento clave: la época del auge de las ciudades.
La Iglesia oficial pronto empezó a mirar con desconfianza a estas mujeres, porque eran libres, porque ponían en evidencia la miseria moral y espiritual del mundo clerical y, de forma muy especial, porque expresaban sus experiencias místicas y su doctrina en lengua vulgar y podían ser entendidas por todo el mundo.
Empezaron a ser perseguidas, a algunas no les quedó más remedio que ingresar en monasterios convencionales, otras tuvieron que diseminarse, alguna se encontró con la hoguera de la Inquisición.
El movimiento continuó durante siglos en Centroeuropa, pero con mucha más prudencia. Su actitud y su experiencia, sin embargo, han llegado hasta nosotros y hoy parecen recobrar un nuevo atractivo, tanto por su doctrina basada en una mística experiencial como por su forma de vida absolutamente moderna en un mundo que ama la libertad y huye de los encorsetamientos institucionales.
“Las beguinas hablan de una mística de fruición y de una fruición de la esencia. Fruir significa disfrutar, gozar plenamente de una cosa, y gozar plenamente de la unión significa dos cosas: que Eso que busco, el objeto amado, ha estado desde siempre allí esperándome, y significa también que ese yo que creo que soy ha de morir, para dar origen a ese yo que en el fondo verdaderamente soy, aunque todavía no lo perciba con claridad o incluso a veces lo ignore”
El libro «El espejo de las almas» es una novela histórica del historiador Mario Escobar, la trama es ficticia y algunos de sus protagonistas, pero la ambientación, el debate teológico y la situación de las beguinas es real.
Fuentes:
-Las mujeres en el misticismo cristiano (III) de María Toscano y Germán Ancochea
-La diferencia sexual en la historia, de María-Milagros Rivera Garretas
-Juliana de Norwich María de Oignies. Una mística beguina
-La luz resplandeciente, Matilde de Magdeburgo

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