domingo, 17 de enero de 2021

Sí, querida, es ahora y fue siempre

 Parece decirme la yo misma que ni está cansada de esperarme, ni se ha desilusionado por mis demoras ni me juzga mal por dudar. Paulita me sonríe, me dice que está todo bien, me resume toda mi vida para adelante y para atrás y me dá palmaditas en el hombro. ¿Cómo lo sé? Es que acabo de levantar el culo de la silla porque los perros ladraban en la vereda para que les abra y el vendedor de sandías gritaba su oferta por mi cuadra. No fue una interrupción de mi inspiración sino un movimiento más de mi oficio: le abrí a los perros, decidí que no quería sandía porque tengo acá mi higuera y a pesar de que Rafael me decía que quería sandía, no salí yo sino que le dije que corra él. Cuando vuelvo a este teclado, me muevo hacia el estante donde tengo el portarretrato que me regaló Julián con dos fotos nuestras bajo la palabra LOVE: una foto de 1992 y otra de 2019, una más linda que la otra y mijito y yo más sonrientes. Detrás de ese portarretrato asoma una revista vieja que ni me acordaba que existía. ¿Por qué no mirarla ahora? Es La hoja de Alicia, de 1992: entre otros poemas editados con fotocopias y artesanalmente, hay tres traducciones mías al francés (descarada): un poema de la misma Alicia Gallegos, otro de Carlos Barbarito y el tercero mío. Es "La mechanceté du chat", poema que recién aparece en libro, en castellano por suerte, en El cajón de las manzanas podridas en 2016. 

Mi vida es un matambre o una masa de pan que rueda, se macera, leva, se cuece lenta y sabrosa.







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