Ella es la única que puede entender lo que significa para mí ordenar esta cocina y cada uno de los objetos que acomodamos o tiramos a la basura.
Estos estantes estuvieron como dos años "en el murito" (espacio de mugre en mi patio) desde que los trajimos de la casa de Ana, mi mamá. Allá estaban en el estudio del fondo cargados de libros viejos a los que nadie les daba pelota.
Hoy les pasé blem y Magda, aunque no sin hacerse rogar y gastarme como siempre, colocó esos tirantes oxidados que decía que le daban asco pero miren que hermoso quedó.
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