jueves, 22 de octubre de 2020

Descubrí dos bellezas abandonadas en el fondo de una cajonera de mi cocina y comprobé el poder de la virulana



 

    Otro momento de tachar pendientes de años y años: Vino el electricista. Hizo la mitad de lo planeado (sigue la semana que viene) y me costó el doble de lo pensado (pero soy muy feliz porque el hombre trabaja relindo y además estudia Letras en la UNGS y estuvimos todo el día bla y bla y blabla).

    Así que alto placer tener más luces en la cocina (se vienen más para el comedor y las piezas), todas las techas nuevas y funcionando, todos los escuches nuevos y sin riesgo de cortocircuito (real, que del metafórico no nos salva nadie).

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