lunes, 6 de julio de 2020

Escritoras argentinas y la Serie de dos siglos

23 h 
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"Escritoras argentinas" es una colectiva abierta que busca incidir en las políticas del campo literario desde una posición feminista. Somos una comunidad, no una suma de nombres propios. La integra cualquier escritora que ayude a que resuenen nuestras voces.
"Escritoras Argentinas" pregunta: ¿Treinta y un títulos y una sola mujer?
Hay que celebrar que EUDEBA esté publicando una colección como “Serie de dos siglos”, que entre el vasto panorama de la literatura escrita y publicada en Argentina durante los siglos XIX y XX se dispone a armar una serie con algunos de todos esos títulos y convoca para ello a dos prestigiosxs académicxs, especializadxs precisamente en esas producciones.
Como cualquier colección o antología, “Serie de dos siglos” es un acto de política cultural que de hecho refrenda o niega otros criterios, dialoga con ellos. Nunca es inocente qué se elige, qué se deja afuera. En los hechos, el catálogo de “Serie de dos siglos” es consagratorio, ya que la editorial de una de las más importantes universidades del país, dirigida por dos importantes especialistas, por el solo hecho de reditar ciertos libros los proclama como valiosos y significativos, y los recorta entre la enorme cantidad de obras publicadas durante esos 200 años, así como a sus autores. Doscientos años que son, respectivamente, el siglo del nacimiento y consolidación de la literatura argentina y el de su desarrollo y consagración incluso internacional. Esta colección no puede nunca ofrecer, entonces, un muestreo “objetivo” y tampoco se le debe pedir esa falacia.
Partiendo de esta evidencia, preguntamos: ¿qué significa que en una colección que lleva a la fecha (finales del mes de junio de 2020) treinta y un títulos publicados, haya uno solo escrito por una mujer? En efecto, hasta ahora la única escritora del catálogo es Norah Lange y remontar esta abrumadora desproporción en términos mínimamente razonables resulta muy difícil con semejante punto de partida.
Esta evidencia habilita algo más interesante que el enojo, la queja o el reclamo, habilita la reflexión. ¿Cómo leer esta fenomenal negación de la participación de mujeres en la literatura argentina? No preguntamos esto para que la editorial o quienes dirigen la colección justifiquen con motivos puntuales por qué en una colección que quiere armar una serie de doscientos años de historia literaria con (hasta ahora) treinta y un títulos, aparece una sola escritora del siglo XX y ninguna, absolutamente ninguna, de las extrañas y personales obras que hicieron numerosas mujeres durante el siglo XIX. Porque incluso si hubiera alguna justificación anecdótica para esta radical ausencia, incluso si estuvieran ya listos para imprimir diez o doce títulos de libros que, apareciendo uno tras otro, terminaran equilibrando la brutal desproporción, el hecho objetivo de la composición actual del catálogo está cargado de una significación política que hay que señalar. Dar un debate de buena fe vale la pena.
Queremos plantear constructivamente algunas preguntas que ayuden a terminar con algo que con certeza tanto EUDEBA como lxs directorxs como nosotras consideramos horroroso: la discriminación de la mitad de la especie humana pero no como un acto ensañado y cruel sino de un modo casi peor: como un acto completamente naturalizado, espontáneo, algo en lo que mujeres y hombres participamos a menudo casi sin darnos cuenta, llevadxs por una corriente difícil de cuestionar, incluso imperceptible. Entonces, a partir de la pregunta inicial, podemos hacer dos más:
1) ¿Están las colecciones académicas de literatura imbuidas del espíritu de su tiempo? ¿Son ajenas a las reflexiones del presente? ¿Qué significa hoy, después del poderoso estallido de movimientos como Ni Una Menos o la marea verde, que llenó con millones de mujeres calles de todo el país, publicar treinta y un títulos de una colección de literatura argentina en el que solamente hay UNA mujer?
2) ¿Sigue reinando intacta, pese a todo, en las universidades argentinas, aquel no tan antiguo, absurdo y peligroso concepto de que la llamada “perspectiva de género” debe estudiarse y considerarse exclusivamente adentro de un corral especializado, el de las “áreas de género”, el de la “literatura con perspectiva de género”, etc.? ¿Sigue naturalizada la idea tremenda de que por un lado hay que pensar la literatura en neutro (un neutro en el que, no obstante y sin percibirlo, aparecen casi exclusivamente varones como creadores) y, por el otro, una categoría especializada, marginal, separada, la “literatura femenina”? ¿Una a la que sí se le adjudica el adjetivo sexual?
Pese a las millones de mujeres que salimos a la calle, pese a que son casi todas mujeres quienes han ganado en Argentina los últimos premios literarios más prestigiosos en el mundo, pese a que lectores y lectoras incluyen espontáneamente a una gran cantidad de escritoras cuando eligen leer literatura y los suplementos culturales no pueden ignorarlas, ¿se puede seguir pensando la producción literaria de los siglos anteriores repitiendo el superado, refutado y viejo concepto de una literatura sin mujeres?
La teoría feminista ha llamado muchas veces la atención sobre la trampa de los sustantivos supuestamente “universales” que, en realidad, aplastan, invisibilizan, niegan a más de la mitad de la humanidad y la colocan en el lugar del desvío respecto de una neutralidad “normal”. Hasta hace muy poco (todavía hoy incluso) era posible hablar de “el hombre” para mencionar a la especie humana. Se aducía que, en ciertos contextos, esa palabra señalaba a las personas más allá de sus genitales. Sin embargo, cuando había que hablar de más de la mitad de esa humanidad “neutra”, la distinta, la “otra”, era obligatorio hablar de los genitales y meter a esas personas en un enorme corral, esas eran mujeres. El hombre como ser humano es (en el fondo) hombre, eso es lo “normal”, después hay un adentro de “el hombre”, “el otro sexo”, se lo llamaba: las mujeres. Lo que es humano pero como caso especial.
Algo así se repitió con el modo en que los estudios académicos y la literatura albergaron las perspectivas de género. Cuando la resaca de la ola feminista de la segunda mitad del siglo XX dejó en las Universidades de Occidente esa necesaria y extremadamente rica teoría y nueva perspectiva, entonces la literatura escrita por mujeres se ganó un lugar: el corralito. Dentro de él hubo y hay muchas académicas notables que pensaron y piensan el género y hacen importantísimas tareas de visibilización y rescate, de reflexión intelectual, de crítica y teoría literarias, que reflexionan sobre problemas específicos que se leen en las obras de las personas que entramos a la literatura –territorio masculino– sin que se nos reconozca legitimidad para ello. Muchas de estas producciones intelectuales son imprescindibles, están publicadas, quieren ser leídas afuera del corral pero suelen recibir la más completa indiferencia. Gran cantidad de investigadoras han estudiado en las últimas décadas la producción de escritoras del siglo XIX, por ejemplo. Se hicieron ediciones de estos libros, se escribieron biografías, las escritoras argentinas del XIX inspiraron novelas y ensayos. También se ha estudiado con igual variedad y detalle la producción literaria de mujeres en el siglo XX. Pero estas obras no saltan la barrera, no se las considera con naturalidad para integrar la Serie de Dos Siglos. No es que se afirme que no hay escritura valiosa hecha por mujeres, se actúa como si esa escritura tuviera que quedarse en el lugar que le corresponde: confinada al cuarto de costura o la cocina. Que la lean las que “hacen género”, las que se especializan en “cosas femeninas”. La otra literatura, la que no se llama a sí misma masculina pero lo es en un 99%, esa la tienen que leer todxs y no precisa adjetivo.
Estamos seguras de que a EUDEBA le parecería excelente publicar, como editorial universitaria, una “Serie de dos siglos femenina”, pero eso no significaría, probablemente, que creyera que en la otra, la serie de literatura “neutra”, la que elige los títulos significativos y arma –se lo proponga o no- un canon, es completamente urgente e imprescindible cambiar el criterio y obligarse a concebir la coexistencia de escritores y escritoras como algo obvio.
¿Solo a nosotras nos hace ruido que en junio de 2021 pueda haber un catálogo de 31 títulos donde aparece Norah Lange como la única autora? La soledad de esa mujer entre 30 hombres ¿no se lee como triste prueba de una voluntad de inclusión, parecida a la que tenemos cuando mostramos que tenemos un amigo judío o un amigo negro?
Conocemos la idoneidad de lxs dos especialistas que dirigen esta colección, lxs hemos leído, lxs conocemos y respetamos. Cualquier director, cualquier directora tiene todo el derecho a elegir y establecer los criterios con que hará su trabajo. Por eso intervenimos, porque queremos advertir qué presupuestos políticos están funcionando en esos criterios, se hayan o no dado cuenta, y queremos llamar a discutirlos. Muchas de nosotras hemos ocupado u ocupamos lugares de cierto poder en la gestión cultural y por eso sabemos que es importante la conciencia de que las decisiones que tomamos cada vez tienen significados, construyen significados, modifican el entorno cultural. Como colectivo de trabajadoras de la palabra, en relación estrecha con la literatura, ofrecemos a EUDEBA y a la dirección de la Serie de Dos Siglos nuestros múltiples y diversos trabajos de investigación alrededor de la escritura femenina, seguras de que contribuirán a cambiar una orientación editorial que va a contrapelo del clamor feminista que atraviesa la sociedad argentina. Algunos de estos trabajos fueron hechos en ámbitos académicos, otros, en ámbitos periodísticos, algunos están centrados en las producciones más contemporáneas pero muchos en producciones de los siglos XX y XIX, y serían importantes para reparar las graves omisiones del catálogo. Siempre hubo escritoras, algunas extraordinarias, otras regulares, otras malas; algunas sufrieron oscuridad e indiferencia, otras tuvieron fama y hasta éxito en el mercado. Sin embargo, lo que también pasó siempre fue que no se las tomó en serio.
Hoy, cuando es imposible objetivamente nombrar a lxs más importantes escritorxs argentinxs con vida, a los libros más importantes de los últimos 10 años, sin mencionar muchas mujeres, ¿se puede volver a no tomarlas en serio porque vivieron en el siglo pasado, o en el siglo XIX?

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