Y sí, aunque esporádicamente todavía odie al quetejedi y la quetejedi que debían quererme por siempre y no, es una liberación no tener que preocuparme por los sentimientos de absolutamente nadie. "Si me quieren bien y si no también" es mucho más amargo que "Gracias por haberme querido esa mierdita que podés querer". Hace que una se sienta grande y poderosa y que disfrute mucho más de todo lo que una tiene que hacer consigo misma y andaba postergando bajo promesas mierdosas de afecto infantil.
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