martes, 5 de mayo de 2020

Desposeídos y posapocalipsis

De Plop, Grenouille y el amor ausente

El Barro Perfumado de la Civilización

Por Emilia Carabajal
Un joven desposeído hasta de olor propio pero dueño de un olfato excepcional intenta crear un perfume que doblegue a la Francia del Siglo XVIII. Un huérfano perteneciente a los últimos escalafones de un clan verticalista y supersticioso escala posiciones en un escenario postapocalíptico. Para conseguir sus propósitos, los dos son tan cruelmente metódicos como la sociedad que los rodea. Las similitudes que presentan Plop (2002), de Rafael Pinedo, y El Perfume: Historia de un Asesino (1985), de Patrick Süskind, pueden leerse a la luz de una puesta en diálogo de cada texto con la historia, tanto en el contexto local y más o menos reciente de cada obra como en un plano más estructural.

Narrar desde otros tiempos

Si nos situamos en el tiempo de la publicación de ambas obras, podemos ubicarlas (con cierta laxitud) en el después de un hecho histórico traumático: la crisis argentina de 2001 en el caso de Plop, el nazismo en el de El Perfume. Como la crítica ya lo ha hecho notar, los dos textos pueden leerse en un diálogo con esos tiempos que, justamente, piden ser interpretados (en el caso de Plop, cfr. Hernaiz, 2006; Drucaroff, 2006; Kogan, 2006; en el de El Perfume, cfr. Butterfield, 1995; Gray, 1993). Así como la crueldad de los experimentos de Grenouille y su obsesión por sojuzgar a las masas despojándolas de su raciocinio evoca la Alemania del Tercer Reich, la precariedad material, la ausencia de un poder político central, los trueques y las cacerías de gatos de Plop recuerdan la Argentina de comienzos de este siglo.
A su vez, entre los tiempos en que están situadas ambas ficciones (que en ningún caso coinciden con el tiempo histórico de la escritura) se tensa un arco que abarca por completo el recorrido del Iluminismo, desde sus albores hasta su hipotética disolución. En el caso de El Perfume, la crítica y el mismo autor ya han advertido que la novela puede ser interpretada como un cuestionamiento a este movimiento (cfr. Butterfield, op. cit.; Gray, op. cit; Markham, 1986). Resulta interesante leer Plop en la misma línea, sobre todo si se advierte entre ambos textos una coincidencia en el procedimiento literario que habilita dicha interpretación.
Elsa Drucaroff señala que una de las formas en las que un texto literario puede ser crítico ante una situación social o época histórica es la exageración extrema de aquello que se pretende criticar: “A veces, exacerbar y llevar hasta el final, en una obra de arte, la lógica que impera en la sociedad, produce un efecto mucho más potente y peligroso que ser políticamente correcto, porque lleva las cosas a un punto de delirio o fundamentalismo que abre la posibilidad de pensar lo que el statu quo no quiere pensar” (Drucaroff, 2011, p. 119). Si analizamos Plop y El Perfume (en las cuales la ausencia de pronunciamientos morales ante lo que se narra es un acierto estilístico compartido), podemos advertir que ambas llevan al extremo de la deformación un elemento definitorio de la Ilustración: la razón instrumental (Horkheimer, Adorno, 2002).
En ambas novelas, el pensamiento técnico y utilitario que solo puede ver el mundo como un medio para conseguir sus fines está radicalizado de forma tal que queda expuesta su barbarie. Tomemos, por ejemplo, el pragmatismo descarnado en el tratamiento de los cuerpos, que son justamente percibidos como medios para lograr un fin. En El Perfume, la cuidadora de niños Madame Gaillard invariablemente destina la mitad de sus ingresos al ahorro personal, así sus pupilos estén pasando hambre, y jamás da muestras de afecto hacia ellos; Grenouille mismo dispone de los cuerpos de sus víctimas para la consecución de su objetivo (crear un perfume). En Plop, es constante la referencia al sexo como un uso que se hace del otro, así como del “reciclado” del cuerpo de aquellos que ya no pueden hacer trabajos útiles.
Lo interesante en los dos relatos es que a la aparente barbarie subyace casi siempre una lógica pragmática y rigurosa. Los dos protagonistas (salvo algunos episodios aislados en Plop) no ejercen la violencia de un modo desaforado; por el contrario, son extremadamente metódicos en sus crueldades, las cuales siempre persiguen un fin. Las sociedades en las que viven, a pesar de la precariedad y de la superstición, también se rigen por un conjunto de reglas implacables (como las atribuciones dadas a las jerarquías más altas o los intercambios de personas regulados en Plop). De esta forma, queda expuesta la cara negada de la razón iluminista, aquello que rechaza ser y sin embargo es (sobre El Perfume como el otro negado del Iluminismo, cfr. Butterfield, op. cit.; Gray, op. cit.).

El círculo al revés

Tanto Plop como El Perfume narran un recorrido vital completo, desde el nacimiento hasta la muerte del protagonista. En ambos casos, un pasaje de la infancia a la madurez colmado de vicisitudes recuerda el esquema básico de bildungsroman o novela de aprendizaje. Por otra parte, la perfecta circularidad de las narraciones evoca el camino del héroe y sus tres momentos fundamentales: partida, iniciación y retorno (cfr. Campbell, 2014, p. 45).
Grenouille y Plop nacen en circunstancias particularmente desventajosas. Pertenecientes a los estratos más bajos de la sociedad, sus madres dan a luz de pie, en la inmundicia, sin poder hacer siquiera un alto en sus tareas. Ambas mueren poco después. En las dos historias, es el descubrimiento casual de un tercero el que salva a los niños. Los dos tienen una madre adoptiva que se hace cargo de ellos. Grenouille es rechazado por sucesivos cuidadores hasta dar con una desamorada Madame Gaillard. Plop es adoptado por la vieja Goro, cuya crudeza al comportarse y al hablar no se contraponen con su preocupación genuina por el chico. A este comienzo infortunado le sigue una crianza igualmente desfavorecida, en un ambiente hostil y en condiciones materiales precarísimas. El nombre de los dos es un signo del escaso privilegio que ostentan dentro de su sociedad (“Grenouille” significa “rana” en francés y “Plop” es una onomatopeya del ruido que hace el personaje cuando nace y cae al barro).
El final de la infancia de ambos protagonistas está marcado por una brutal iniciación en el círculo productivo. Obligados a realizar tareas duras y humillantes, Plop y Grenouille emprenden una carrera de ascenso social que se logra a costa de hacer propia la crueldad imperante en el entorno. Los dos son impulsados por el mismo imperativo: ser alguien, adquirir un estatus y una individualidad en un mundo que a lo sumo los registra como fuerza de trabajo. Es con esta determinación que Grenouille realiza la búsqueda de un perfume que subyugue a quien lo huela y Plop se empeña en llegar a la jerarquía más alta de su clan. Como ya se señaló, ambos logran su objetivo gracias a la comisión de crímenes y la adopción de una visión utilitarista de sus semejantes.
Si la consecución de los propósitos se concreta a fuerza de vejaciones (propias y ajenas), el goce por lo obtenido no es proporcional a los sacrificios realizados. En los dos textos, al encumbramiento social sobreviene la decepción. Grenouille no puede más que sentir odio por esa multitud que, extasiada por su perfume, lo alaba; Plop no tarda en descubrir el tedio del poder. En el fracaso que experimentan los personajes a pesar de haber conseguido aquello que se habían propuesto pueden verse los límites de la razón instrumental, capaz de hacerse de los medios necesarios para la consecución de un fin pero no de pensar el fin en sí mismo (sobre Grenouille como encarnación de la razón instrumental, cfr. Butterfield, op. cit.; Gray, op. cit.).
Insatisfechos en su triunfo, los protagonistas precipitan su propia caída, uno entregándose como alimento sacrificial a un grupo de marginales y el otro provocando a su mismo clan al romper un tabú. Dos elementos resultan llamativos en estos episodios: la ya mencionada circularidad y la disolución.
La primera se evidencia tanto en las referencias espaciales como en la estructura narrativa. El protagonista de El Perfume vuelve a París, la ciudad donde había nacido, para morir, y antes de hacerlo pasa por el mismo mercado donde había sido dado a luz. A su vez, la narración de estos sucesos (su nacimiento y su muerte) marcan el inicio y el final de la novela, de modo que esta empieza y termina en un mismo espacio. Plop retorna al barro, el elemento donde había iniciado su vida. Las circunstancias de su inminente deceso (que no llega a ser contado) se narran en parte en el primer capítulo y en parte en el último, titulados respectivamente Prólogo y Epílogo. Este último relata sucesos inmediatamente anteriores a los de aquel, de modo que final y principio se entroncan. Incluso, la circularidad en Plop es tal que la última palabra del texto coincide con el título: “Cae al barro. Hace plop”.
Para los dos personajes la muerte carece de cualquier connotación positiva. No implica aprendizaje, ni entrega, ni reintegración a un orden superior. Implica, simplemente, la disolución en la nada, que se hace patente en la imagen del barro que vuelve al barro (Plop es conducido a un pozo donde se lo cubrirá de tierra) y en la desintegración literal de Grenouille al ser desmembrado y engullido: “Porque nunca había habido otra cosa que barro. […] Sólo figuras cubiertas de barro, como él.”; “Media hora más tarde, hasta la última fibra de Jean-Baptiste Grenouille había desaparecido de la faz de la tierra”. Este borramiento absoluto de los protagonistas, que resulta particularmente paradójico si se tiene en cuenta el afán por “ser alguien” que antes los había movilizado, viene a socavar el mito del individuo, fundamental en el proyecto iluminista y en la literatura moderna.
Al no haber en ellas ni aprendizaje ni descubrimiento de la propia identidad, ni reconciliación con el medio ni transformación de él, Plop y El Perfume son un espejo invertido de los géneros y patrones literarios que evocan. La circularidad propia de los relatos míticos y heroicos, despojada de toda epicidad, se torna un recorrido que va desde la nada hacia la nada. Tampoco hay lugar para un paradigma más moderno, como el que subyace a la novela de formación. Este género, como la novela moderna en general, rechaza la unión orgánica entre contexto y personaje característica de la épica y hace del conflicto entre el protagonista y su medio una cuestión central; aun así, suele haber en la novela clásica (y particularmente en la novela de formación) una cierta confianza en la posibilidad de que el héroe novelesco se adapte a su entorno o lo transforme. Esta posibilidad está totalmente ausente en los textos de Süskind y Pinedo. En ellos, el conflicto entre el personaje y su medio es tan radical que incluso cuando aquel triunfa dentro de este, no por eso se siente menos solo ni aplaca su odio por lo que le rodea.
Plop y Grenouille llevan el conflicto entre individuo y sociedad, propio de la novela moderna, a un extremo tal que rompe los moldes canónicos del género. Este gesto de ruptura se enmarca en el movimiento más general, presente en ambas novelas, tendiente a extremar las contradicciones de la modernidad y mostrar su reverso.

La contradanza de la historia: Del amor ausente

Plop y El Perfume pueden leerse como interpretaciones de una catástrofe dentro de otra. La catástrofe de una sociedad en un momento histórico determinado (la Argentina del 2001, la Alemania del nazismo) dentro de la catástrofe de la modernidad. Con su exploración de las aristas más barbáricas de la razón instrumental, con héroes que son una encarnación de dicha razón a la vez que una expresión de su fracaso -aun y sobre todo cuando parecen triunfar-, las novelas de Süskind y Pinedo exponen, a fuerza de hacerlas hiperbólicas, las contradicciones más lacerantes del proyecto iluminista. A su vez, al evitar la linealidad temporal (narrando desde el antes o el después, apelando a la circularidad), ambos textos parecen contradecir la lógica del progreso que sustenta dicho proyecto.
Resta por señalar, por naif que suene, otro rasgo compartido por estas novelas: la ausencia de amor. Es esta falta la que permite que la razón instrumental se despliegue en su completitud, de modo que los bebés sean desechados, las mujeres obligadas a parir mientras caminan, los cuerpos usados, comprados y vendidos, sin que por ello nadie se inquiete (acaso sea la imperturbabilidad de los personajes y de los narradores lo que más nos perturbe como lectores).
Cabe destacar, por último, una diferencia entre las dos obras. Mientras en la novela de Süskind el amor está ausente casi por completo, y cuando se hace presente está ligado a la desindividualización o al daño del otro (los episodios finales de orgía y canibalismo), en Plop aparece, como por destellos, el amor ligado a la entrega y al cuidado. En la decisión desinteresada de la vieja Goro de hacerse cargo de Plop, en el intento de alfabetizar a otros miembros de su comunidad que la misma mujer realiza, en los juegos del protagonista con sus amigos de la infancia, en su encuentro erótico con la Rarita, parece despuntar una lógica tan distinta a la del beneficio pragmático como a la de la disolución tanática, aunque rápidamente sea ahogada por las circunstancias. Dentro de la lectura aquí propuesta, acaso pueda relacionarse esta diferencia con el hecho de que El Perfume dialoga con una catástrofe histórica tal de la que nada positivo parece surgir, en tanto Plop lo hace con una crisis que no solo es expresión de la desigualdad y la decadencia, sino también de la emergencia de algo otro, de la posibilidad de algo nuevo y, al menos, no necesariamente peor que aquello que lo antecede (Drucaroff, 2006).

Bibliografía

-Butterfield, Bradley (1995) Enlightenment’s Other in Patrick Süskind’s “Das Parfum”: Adorno and the Ineffable Utopia of Modern Art. En Comparative Literature Studies Vol. 32, No. 3 (1995), pp. 401-418. Versión online: https://www.jstor.org/stable/40247011
-Campbell, Joseph (2014) El Héroe de las Mil Caras. Psicoanálisis del Mito. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
-Drucaroff, Elsa (2006) Narraciones sobre la Intemperie. En El Interpretador nº 27. Versión online: https://lunesporlamadrugada.blogspot.com/2010/06/narraciones-de-la-intemperie.html
-Drucaroff, Elsa (2011) Los Prisioneros de la Torre. Política, Relatos y Jóvenes en la Postdictadura. Buenos Aires: Emecé.
-Gray, Richard (1993) The Dialectic of “Enscentment”: Patrick Süskind’s Das Parfum as Critical History of Enlightenment Culture. En PMLA Vol. 108, No. 3 , pp. 489-505. Versión online: https://www.jstor.org/stable/462617
-Hernaiz, Sebastián (2006) Sobre lo Nuevo: a Cinco Años del 19 y 20 de Diciembre. En El Interpretador nº 29.
-Horkheimer, Max; Adorno, Theodor (2002) Dialéctica del Iluminismo. Madrid: Editorial Nacional.
-Kogan, Marina, Narraciones Post 2001: Avatares del Realismo Inverosímil. En El Interpretador n° 29.
-Markham, James (1986) Success of Smell Is Sweet for New German Novelist. En The New York Times. Versión online: https://www.nytimes.com/1986/10/09/books/success-of-smell-is-sweet-for-new-german-novelist.html


No hay comentarios:

Publicar un comentario