La gente manda sus audios (o los ajenos, no lo sé) a la página de un tal Gabriel Lucero y aparecen transformados en videítos de dibujos animados tan tan tan geniales que te meás. Miralos porque acá no puedo reproducir. Ya existían antes de la pandemia y ahora están estallados. No sé si prohibir o foemntar que mis hijes y/o alumnes lo intentes con mis delirios auditivos de seis o ocho minutos.
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