martes, 7 de abril de 2020

Bruja sin piernas

La bruja prehispánica que aterrorizó a los aztecas y aparece como bolas de fuego en la noche

Por: Beatriz Esquivel - 
 
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Mometzcopinqui es la bruja prehispánica por excelencia. El nombre se le daba a aquellas que se quitaban las piernas para convertirse y poder alimentarse de la sangre de bebés.


El mito de las brujas que aterrorizan a un pueblo alimentándose de la sangre de recién nacidos perdura hasta nuestros días. Aunque comúnmente son asociadas a un imaginario europeo, estas criaturas también han sido figuras predominantes en la cultura prehispánica de México.

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[Oxomoco y Cipactónal. Manuscrito de la Biblioteca Laurenziana. Códice Florentino.]

En tiempos prehispánicos en el Valle de México, la magia y la hechicería eran parte de la rutina diaria, puesto que el rito de la adivinación se trataba de un don divino, otorgado por alguno de sus cuatro dioses principales —Tlatlauhqui Tezcatlipoca, Yayauhqui Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli—, para que las mujeres pudieran pronosticar los días fastos o nefastos —es decir, los días en los que podían hacerse actividades humanas y los dedicados a los dioses, respectivamente—, así como las enfermedades y lo que les deparaba a los hombres en su futuro.

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Designio o maldición divina


Todos los brujos y hechiceros eran elegidos por los dioses, en ese sentido lo que determinaba su destino era el día de su nacimiento. El INAH explica:

«Los nacidos en el día Ce quiahuitl -Uno lluvia- estaban predestinados: éstos serían los tlatlacatecolo, es decir, brujos, nigromantes, hechiceros y engañadores. Los nacidos en Ce ehécatl -Uno viento-, si eran nobles, serían nigromantes, hechiceros, engañadores y naguales. […] Pero si se trataba de hombres del pueblo, estaba pronosticado que serían encantadores y engañadores de los llamados temacpalitotique. Y si la infeliz era mujer, sería bruja de las llamadas mometzcopinqui, es decir, aquellas que de noche se arrancaban las piernas y se ponían alas de petate para volar y que, en la época colonial, fueron confundidas con las brujas europeas».

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[Representación de los naguales en el Códice Borgia.]

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Mometzcopinqui: brujas, hechicería y el mal


También en el universo nahua confluía la idea del bien y el mal, y la hechicería no era ninguna excepción: podía tener fines curativos y de protección, o involucrar el daño y perjurio. Es en la connotación negativa de la hechicería en la que se repite el imaginario relacionado con la brujería y las maldiciones. La noche se vuelve un espacio esencial para todas aquellas criaturas sobrenaturales que provocan males y por supuesto, para la aparición de la bruja Mometzcopinqui.

Su aparición durante las noches era en forma de bolas de fuego en los cerros —una idea que aún perdura en nuestros días— hasta alcanzar los poblados, en los que suelen tener como víctimas a los recién nacidos, pues necesitan alimentarse de su sangre.


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La sangre: vida líquida


Las brujas prehispánicas requerían la sangre de los bebés ya que después de sus pactos era el único alimento que podían consumir. En ese sentido, el consumo de sangre se vuelve representativo dado que es el símbolo de vida, al tiempo que también era utilizada como ofrenda para los dioses y numerosos ritos religiosos aztecas.

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[Dios devorando un corazón en el Códice Tudela.]

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Mometzcopinqui


Aquello que hace que Mometzcopinqui una bruja temible y representativa del periodo prehispánico es su disfraz. De acuerdo con los códices y testimonios que se recopilan, ella tenía la capacidad de quitarse sus piernas. Esta acción varía según la interpretación, ya sea porque se las arranca, se las “desarticula” o “desatornilla”. Posteriormente las enterraba en su tlecuilli, se colocaba piernas de guajolote, un pico y sus manos eran reemplazadas por alas.

El disfraz de guajolote también resulta una parte esencial de la cosmovisión mexica, puesto que éste le pertenecía a Tezcatlipoca, el dios del cielo y de la tierra, que podía moverse por los distintos planos del cosmos.

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El tlecuilli


Se trata del hogar de la bruja; el lugar en el que deja sus piernas humanas y resguarda la sangre del recién nacido. Después de chupar la sangre de los bebés, la guarda en su pico, hasta volver a su tlecuilli y vertirla para poder alimentarse en los días posteriores.

El tlecuilli también se configura como el lugar de Huehuetéotl “dios viejo” o Xiuhtecuhtli, “señor precioso o del año”. Huehuetéotl era considerado el dios del fuego, el único elemento creado antes del Sol, por lo que está en hogares y templos por igual, en una suerte de omnipresencia.

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Mometzcopinqui: Soucouyant. ¿Coincidencia histórica?


El relato de una mujer que puede transformarse en un animal o en una bola de fuego y robar la sangre de los recién nacidos cruza fronteras y pueden encontrarse similitudes en otros lugares, como el Caribe.

La soucouyant es una criatura proveniente de Trinidad y Tobago, pero cuya creencia se extiende a otros países de Las Antillas. Ella también se mueve en forma de bola de fuego, logra entrar a las casas por las rendijas de la puerta o el ojo de la cerradura, consume la sangre de los bebés, pero a diferencia de la bruja azteca, la soucouyant se quita su piel y debe regresar y colocársela de nuevo antes de que la noche termine. 

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La modernización del mito


A pesar de las descripciones propias de la región, con la llegada de los españoles y la influencia del imaginario de las brujas europeo, pronto Mometzcopinqui también adquirió símbolos ajenos, como el uso de calderos o escobas que utilizaba para trasladarse, lo cual originó testimonios de que podían ser vistas llevando animales a sus espaldas, como los cerdos.

Del mismo modo, la aparición del caldero conllevó el cambio de su alimentación. Si bien sigue siendo la sangre de los bebés, ahora se cree que estas brujas la cocinan para hacer moronga —un embutido hecho a base de sangre coagulada—.

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[Diseño de Luis Atilano]

Además, la asociación con las ideas religiosas de la Colonia, también incluyó la idea del Diablo como el autor de las atrocidades que las brujas y Mometzcopinqui realizaban, puesto que el consumo de la sangre se limitaba a los bebés que aún no eran bautizados y de ser consumidos, su alma era para el Diablo.

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Estas brujas han perdurado hasta nuestros días, ya sea en forma de mitos como Mometzcopinqui, o bien a través de la figura de chamanes o curanderos, mismos a las que la población en general aún acude en búsqueda de remedios, soluciones, pociones de amor o cualquier otra preocupación que no parece tener solución más allá del ámbito sobrenatural.

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En portada: Tecolotl frente a Mictlantecuhtli que devora a una persona, Códice Laud, lámina 5.

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